En las ciudades hemos perdido de vista que la alimentación no consiste en ir al supermercado. El sustento de todas las personas del planeta depende de la agricultura, además de ser una fuente importante de ingresos y sustento para muchas familias en el mundo.
Sin embargo, el cambio climático y otros problemas medioambientales como la deforestación, la contaminación y la falta de agua están impactando cada vez más en la calidad y la cantidad de las cosechas.
Esto afecta la calidad de vida de las personas. La situación puede ser aún más difícil para las mujeres, quienes frecuentemente son quienes cuidan y trabajan la tierra mientras los hombres migran a ciudades o a otros países.
El cambio climático no solo afecta la producción agrícola, sino que también ha sido vinculado a un aumento en la violencia de género. El aumento de las temperaturas, y las olas de calor pueden catalizar el abuso físico, sexual y doméstico en contra de las mujeres, las infancias y personas de la diversidad sexogenérica, de acuerdo con la revista Nature.
Por ejemplo, en muchas regiones del mundo donde las sequías y las inundaciones son cada vez más comunes, las mujeres son las primeras en sufrir los impactos y también son las que más se ven expuestas a la violencia resultado del estrés, el abuso de sustancias, la inseguridad alimentaria, los desafíos en el empleo y la deficiente infraestructura social para hacer frente a los impactos del medio ambiente.
Las y los expertos estiman que un aumento de la temperatura global de 2º C podría mostrar un aumento de alrededor del 15% en los crímenes individuales y del 50% en los conflictos grupales en algunas regiones del mundo.
Inclusive una de las consecuencias menos visibles del cambio climático es el efecto que tiene sobre los matrimonios forzados, práctica que afecta principalmente a las niñas. Tras una tragedia ambiental, el paso de un huracán, una inundación, una sequía, un incendio, que deja a miles de familias en situaciones precarias y con recursos y espacios limitados, casar a las niñas representa una manera de tener una boca menos que alimentar.
El movimiento Madres de la Invención difunde soluciones feministas a este problema que consideran que es creado por los hombres. Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda y líder del movimiento asegura que el cambio climático no es neutral y que afecta desproporcionadamente a las mujeres.
El ecofeminismo, una corriente creada en los setentas, ofrece una visión en la que el mundo sea más ecológico y más empático priorizando el cuidado del medio ambiente. Este enfoque podría ser de gran ayuda en la lucha contra los graves efectos del cambio climático, la deforestación y el cuidado del agua.
La perspectiva feminista destaca la responsabilidad compartida y la necesidad de fomentar nuevas prácticas que permitan a las personas en lo individual y en lo colectivo, cuidar de la tierra y protegerla. El feminismo reconoce la relación intrínseca entre los seres humanos y la naturaleza, no como un objeto a conquistar, sino como un sujeto del cual formamos parte.
La agricultura sostenible, el fomento de muy diversos cultivos en una misma finca para la autosuficiencia alimentaria, la educación a la población respecto a la mejor alimentación, producir menos basura, el reciclaje y la preservación de recursos son
tan solo algunas de las iniciativas que se podrían poner en práctica para revertir los efectos del cambio climático.
Y sin duda lo más importante es la transformación cultural que obligue a las empresas y a los Estados a hacer una transición de las prácticas capitalistas exacerbadas y patriarcales a soluciones globales que lleven a un mundo mejor y más justo para todos y que pongan por encima de los intereses económicos los de las personas, principalmente de aquellas más vulnerables.
Si los gobiernos no realizan acciones radicales para mejorar nuestro planeta, el futuro del mundo y de las nuevas generaciones no se ve prometedor.
El momento de actuar es ahora.
