Ceguera educativa

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Vaya polémica la que se ha desatado alrededor de los libros de texto de la SEP. Son muchas voces a favor y en contra de los libros que la autoridad educativa diseñó dentro de lo que será la Nueva Escuela Mexicana, que por cierto ni a los propios maestros les queda claro de qué se trata.

Y aunque la guerra de declaraciones se ha adueñado de la conversación desde hace unas tres semanas, la discusión tiene ya un año. Todo comenzó en agosto del año pasado cuando la SEP anunció la modificación de los planes de estudio de primaria y secundaria, eliminando los grados escolares y sustituyéndolos por fases

Incluso se anunció el inicio de una prueba piloto del nuevo plan en algunas escuelas, pero tuvieron que suspenderla tras de un amparo promovido por la Organización Educación con Rumbo

En ese entonces la SEP dijo que acataba la orden del juez en respeto al Estado de derecho. Esto lo resalto porque ahora la misma SEP ignora los mandatos judiciales,  pero ya me adelanté. Vamos por partes porque vaya que han pasado muchas cosas desde esa suspensión provisional.

Fue junto con esa modificación opaca de los planes de estudio que las autoridades educativas iniciaron también un rediseño de los libros de texto, lo cual es obvio: no puedes enseñar algo diferente basándote en el mismo material de apoyo. El problema fue que la SEP actuó de manera unilateral violando la ley.

Te explico por qué: la Ley General de Educación claramente dice que para cambiar planes de estudio o contenidos de libros de texto deben convocar a diferentes actores sociales involucrados en temas educativos  a discutir y analizar las propuestas, ya aprobados publicarse en el Diario Oficial y los similares de cada estado y finalmente capacitar a maestras y maestros para que conozcan, comprendan y dominen los materiales para un manejo efectivo dentro de las aulas. Pero nada de eso sucedió.

Para Educación con Rumbo y para la Unión de Padres de Familia fue extraño que no los hubieran convocado como en otros sexenios y presentaron en abril ya de este año dos nuevos amparos para evitar la impresión y distribución. 

La resolución judicial fue una suspensión provisional en tanto la SEP comprobara que respetó el procedimiento y bueno desde ahí el tema se dirime en el ámbito judicial, pero tanto el presidente como la Secretaría de Educación aseguraron no conocer ningún impedimento legal para que los libros sean entregados en las escuelas; además, extrañamente, hace unos días la SEP determinó reservar la información como confidencial bajo el argumento de que hacerla pública podría afectar procesos en marcha o vulnerar datos personales. 

Ahora se pide sea la SCJN la que resuelva, ¡pero los niños inician el nuevo ciclo escolar en menos de 20 días!

Unos acusan que con los nuevos contenidos se ideologiza a los niños e increíblemente proponen quemarlos, otros demuestran errores garrafales que no vio ninguno de los autores, pedagogos, especialistas, ni correctores de estilo. Y ¿sabes? Los errores en los libros no son de esta administración. con Peña y siendo Emilio Chuayffet secretario de educación se detectaron 117 errores ortográficos. Pero ahora bajo la bandera de luchar contra la discriminación y en pro de la inclusión y la igualdad se romantiza la pobreza y la ignorancia fomentando la división social ya de por sí polarizada. Dice el presidente que no se quiere incluir al pueblo porque se critica que se utilice como correcto el vistes  u oistes.

Claro que su uso viene de cómo aprendieron los pueblos originarios el español de escuchar a los colonizadores. No hay que negar la historia. Hagamos que nuestros niños se sientan orgullosos de sus raíces, pero también de su capacidad de aprender y desarrollarse para caber en un mundo globalizado. México tiene un rezago de más de medio siglo respecto a la educación en países europeos y es por la falta de visión de futuro de nuestros gobiernos. Reconozcamos en las escuelas públicas los libros de texto sí son la base, mientras en escuelas privadas se llevan por mero trámite. 

¿Por qué seguir perpetuando las brechas de desigualdad? ¿Por qué negar una educación moderna, con idiomas, nuevas tecnologías en escuelas públicas? ¿Por qué secuestrar la educación y con ello el futuro de los niños por ambición política?

Se decía de la iglesia y hoy también lo hace el Estado: un pueblo ignorante es más fácil de manipular. 

Qué egoísmo, ¡qué ceguera! Están condenando no a una generación, no a los niños; condenan a todo un país a seguir hundiéndose en la pobreza y en la falta de oportunidades.

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