Ganar-ganar

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Gran impacto internacional ha tenido la decisión del gobierno de Ecuador de irrumpir en la embajada de México en aquel país para arrestar a Jorge Glas, ex vicepresidente de ese país, delincuente convicto y prófugo de la justicia.

Repasemos un poco esta historia, porque ha despertado tantas emociones que los detalles a veces se pierden.

Glas se había refugiado en la embajada de nuestro país durante meses, después de que fue puesto en libertad condicional. Ecuador pidió reiteradamente que fuera entregado, pero México se negó. La fiscal ecuatoriana acusó que Glas logró libertad condicional sobornando a jueces, pero nuestro país respondió que era “huésped” de nuestra sede diplomática.

La justicia ecuatoriana ordenó el arresto del ex vicepresidente por violar su libertad condicionada, y el gobierno advitió que “deploraría” que se le diera asilo político, ya que para ellos es un criminal. Ecuador insiste en que lo entreguen, México les ignora.

Y acá es donde se pone delicada la cosa. López Obrador, en una de sus mañaneras, se pone a especular sobre el triunfo del joven presidente de Ecuador, Daniel Noboa, poniendo en duda la elección. A Andrés Manuel le pareció “sospechosa”. 

Ecuador responde de inmediato y declara persona non grata a nuestra embajadora y la echa del país. La respuesta de México es otorgarle asilo político a Jorge Glas, enfureciendo aún más a los ecuatorianos.

Así, se quiebra el asunto. Noboa ordena irrumpir en la embajada y arrestar al asilado. Lo hacen con toda la fuerza y sin miramientos. Las imágenes recorren el mundo. México rompe relaciones de inmediato. Se violó la Convención de Viena y con ello un delicado acuerdo entre naciones: la soberanía de las embajadas. “Ni Pinochet” lo hizo, clama López Obrador, al anunciar una demanda en tribunales internacionales.

En México nos volcamos a defender a la patria y hay un extenso rechazo internacional a las acciones del gobierno ecuatoriano. 

Es de alguna forma una victoria para nuestro presidente. Ha unificado por primera vez a la opinión pública en apoyo a la soberanía nacional y en condenar al enemigo extranjero. Distrae la agenda y lo pone como víctima, su lugar favorito. 

Pareciera que es un gran fracaso para Daniel Noboa: amplias condenas internacionales, críticas por todos lados, acusaciones de autoritarismo y tensiones con la oposición. Pero, y aquí está el detalle importante: esta historia, como todas, tiene un lado adicional.

Hay algunos detalles absolutamente cruciales: uno, Noboa deberá buscar la reelección el próximo año, y le es indispensable demostrar que no le tiembla la mano con los criminales, aún si son ex vicepresidentes; que no habrá impunidad. También es una señal interna de que con Ecuador nadie se mete. El patriotismo jala y esa nación, que está en una profunda crisis de inseguridad, puede ver bien esas señales.

Más apremiante que eso, en un par de semanas habrá un referéndum en ese país para darle al presidente la posibilidad de endurecer las leyes contra la criminalidad. Noboa necesita ganarlo, y esto le podría ayudar, según analistas internacionales. Así que puede terminar siendo también una victoria para el joven ecuatoriano.

Hay un elemento final que no hay que dejar de lado. La Cancillería de Ecuador informó que la detención se hizo así para evitar una eventual salida de Ecuador del convicto. Fuentes del gobierno ecuatoriano nos han confirmado que Glas no solo ya tenía plan de fuga, sino que estaba a punto de escapar del país con apoyo de autoridades mexicanas. 

Noboa no se podía dar el lujo de que se le escapara entre las manos, y por eso decidió actuar, nos cuentan. 

Algún día conoceremos la historia detrás de la historia, pero por ahora podemos decir que lo que parece una crisis diplomática, es un ganar-ganar para los dos gobernantes.

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