La palabra basta

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Se podrá minimizar o ridiculizar, pero no se puede ocultar: el hackeo contra las Fuerzas Armadas representa una gigantesca crisis para este gobierno. Porque puede ser cierto que algunas de las revelaciones que se han hecho hasta ahora ya se sabían, como la salud del presidente o la liberación de Ovidio Guzmán, pero poco a poco han seguido saliendo y seguirán saliendo documentos que mantendrán este tema en la opinión pública por mucho tiempo.

Hay muchos temas que abordar, pero estos son especialmente importantes: primero, la enorme vulnerabilidad de la Sedena. Y es en particular curioso en un gobierno al que le encanta la opacidad. La actual administración ha roto récords en reservar documentos que no tendrían por qué estarlo, como las grandes obras, además de tener una resistencia constante hacia la transparencia. 

¿Por qué minimizan este robo de millones de documentos mientras que se han dedicado a negarse a rendir cuentas? El intento por bajarle relevancia al asunto, descartando cualquier investigación, va a contrapelo de lo que otras naciones han hecho.

Países latinoamericanos como Colombia y Chile también fueron hackeados por las famosas Guacamayas, y de inmediato empezaron procesos de investigación o sumarios contra responsables y sobre todo buscaron asegurar que no vuelva a pasar. Acá, por el contrario, no parece ser ni mínimamente importante que información de seguridad nacional, que no es ni debe ser de dominio público, lo sea.

No debe serlo porque puede comprometer la seguridad de instalaciones estratégicas, como aeropuertos, cuarteles, depósitos de armas y armamento. También podría poner en riesgo a agentes encubiertos u operativos. 

Porque si bien siempre peleamos por la transparencia, estamos claros que hay cosas que podrían serle útiles a los criminales. Dependerá de los medios ser muy responsables en lo que publiquen, pero aún así esta información estará al alcance del crimen organizado, que de por sí ya espía al gobierno. Eso puede representar un alto riesgo para la ciudadanía.

Pero entre las cosas que se han revelado sí hay temas que debemos conocer y nos deben preocupar. Un caso particularmente grave es el asunto de los abusos sexuales contra mujeres del Ejército

Sin duda no es algo que sorprenda, pero sí demuestra un profundo nivel de desorden, falta de controles y sobre todo una red de complicidades criminales dentro de las Fuerzas Armadas atentando contra las propias mujeres que ahí también se juegan la vida.

En Cuestione ya habíamos documentado un modus operandi similar en las policías y la Guardia Nacional, pero esto confirma que el problema continua. Otra vez, y sin ninguna política que lo cambie, las mujeres siguen desprotegidas. ¿Cómo protegerán los derechos humanos de la gente si no respetan los de sus integrantes? 

Y ahora, con la aprobación de la reforma que amplía el plazo de la presencia del Ejército en las calles por parte del Congreso, las Fuerzas Armadas no solo están más empoderadas sino que más impunes. 

Porque sabemos que por muy escandalosas que sean las revelaciones de estas filtraciones, por más corrupción y violaciones a los derechos humanos que surjan, la Sedena y la Marina estarán a salvo de una verdadera vigilancia civil. 

Así, vienen tiempos de escándalos y de peligro tanto para la gente como para los propios miembros de las Fuerzas Armadas.

Pero vivimos en un país en el que basta la palabra de un hombre para que todo esté bien: la del presidente. Ya nos dijo que no son iguales, que ellos no espían periodistas, que no hay nada que ocultar. 

Para gran parte de la sociedad, eso parece bastar.

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