Justicia o venganza

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La semana pasada hablamos de la polémica que desata la discusión sobre respetar los derechos humanos de los delincuentes. Hoy la realidad violenta que vive nuestro país obliga a hablar de otro tema que divide opiniones: la llamada “justicia por propia mano”.

¿Es justicia o es venganza? Ese fue un debate que volvió a inundar la conversación pública luego del caso de Camila, una pequeñita de apenas ocho años que tras la alegría de una tarde de juego encontró la muerte. 

El hecho conmocionó no sólo a Taxco, sino al país entero. La dimensión de la noticia fue creciendo ante dos escenarios paralelos: por un lado la movilización social en las calles, pero también asumiendo funciones de la autoridad, recabando información, pruebas, cercando a los sospechosos.

Y por el otro la autoridad, ese aparato lento, pesado, aletargado; esto se combinó en un cóctel que terminó por explotar con el resultado que conocemos: el linchamiento de una mujer señalada como responsable y el intento de hacerlo también con sus dos hijos.

La organización Causa en Común entró a la conversación con datos: tan solo el año pasado se conocieron 179 intentos de linchamiento, y 19 lograron el cometido de matar a los que consideraron culpables.

Y vuelvo a hacer la pregunta: ¿es justicia o es venganza? Si buscamos en el diccionario el término justicia nos dice que “es la virtud de dar a cada uno lo que le corresponde”. Si nos quedamos con esa definición muchos podrían decir que secuestradores, violadores, asesinos merecen morir, entonces dirán sí se hace justicia con un linchamiento. Una respuesta muy básica, aunque entendible… y de eso de entendible lo dejo para un poco más adelante.

Es importante entender que no podemos hablar de justicia sin hablar del derecho. La historia de la humanidad nos marca cómo se fue gestando esa relación para poder hablar de justicia desde una perspectiva colectiva y no individual. Y es que dar a cada uno lo que le corresponde o hacer lo correcto resultaba muy subjetivo, ambos dependían de la visión o ideología de una persona que no necesariamente lo eran para la sociedad o el colectivo.

De ahí la aplicación del derecho para crear un marco jurídico, un contrato social en donde se establecieron las pautas, o sea las leyes para una convivencia armónica en bien de las mayorías. Es por ello que el hacer “justicia” por propia mano es considerado por muchos estudiosos una conducta arcaica, es una regresión a los tiempos de barbarie.

Y ya sé, muchos dirán que ya estamos viviendo en medio de la barbarie. ¿No es una barbarie simular una invitación a nadar a una niñita y terminar matándola? ¿no es una barbarie desaparecer personas? ¿No es una barbarie lo que miles de mexicanos viven cada día a manos del crimen?

Es entendible, claro, pero con entendible no quiero decir que lo apruebe, pero sí entiendo el enojo, la frustración social de verse desprotegida, sola.

Aquí el mensaje debería llegar a la autoridad, a esa que asegura que se han hecho bien las cosas en materia de seguridad, esa que presume resultados, esa que asegura que somos un pueblo feliz. 

Y por supuesto muchas de esas autoridades ya se van así que el mensaje también debe ser para los que buscan llegar al poder, los candidatos: dejarse de mensajes sin sustancia, pero con carga electoral por un lado de crítica vacía y por el otro lado de aval y de continuidad.

A todos ellos valdría la pena recordarles el artículo 17 de la Constitución en donde se prohíbe a los ciudadanos hacerse justicia por sí mismos, pero también dicta claramente la obligación del Estado de hacernos justicia pronta, completa e imparcial.

Pero de ello nos quedan debiendo… y mucho.

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