Libertad en peligro

Compartir:

- Advertisement -

México es campeón del mundo. Y no solo ahora, sino por cuarto año consecutivo. Pero no es ni en un deporte ni en algo que nos deba llenar de orgullo: somos el país más peligroso del planeta para ejercer el periodismo.

Esto, de acuerdo con Reporteros sin Fronteras, que contabiliza los asesinatos contra la gente que ejerce esta labor. 

El atentado contra Ciro Gómez Leyva de hace unas semanas puso de nuevo el tema en el centro de la discusión, y generó lo que suele pasar en un país polarizado: por un lado, una ola de solidaridad de nuestros colegas, y por otro una andanada de insultos y teorías de la conspiración para minimizar el hecho e incluso revictimizar al periodista.

Desde Palacio Nacional el presidente lamentó el hecho y pidió una investigación, pero no pudo resistir sus tentaciones habituales. Estigmatizó a otros periodistas, insultó a quién le vino en mente y, por supuesto, se hizo la víctima, alegando que todo podría ser un complot para dañarlo a él y a su gobierno.

Las autoridades capitalinas han dejado en claro que no fue un acto incidental. Iban por él en un atentado planeado y organizado. Y eso lo hace mucho más grave. Gómez Leyva ha dicho que no sabe ni quién ni por qué lo atacaron, pero lo que está claro es que fue un ataque directo.

Su caso no es aislado. 17 periodistas fueron asesinados en México en 2022, al menos 12 por temas relacionados con su trabajo, según Artículo 19. Es el año más letal desde que se lleva registro. Ni en Ucrania, sumergida en una violenta guerra abierta, han matado a tantos. Además de eso, hay un altísimo índice de impunidad en estos homicidios.

No son solo los asesinatos. Es un clima de constantes hostigamientos, amenazas, amedrentamientos y condiciones de trabajo inseguras lo que amenaza a la prensa de nuestro país.

Los gobiernos, tanto el federal como los locales, han contribuido a este ambiente de agresión contra los periodistas. Artículo 19 consigna que las agresiones contra periodistas han aumentado en 52% desde 2016, y cerca de un 40% de esos ataques vienen de funcionarios públicos.

Casi cada mañana, y ciertamente cada miércoles, se menciona a personas específicas bajo el supuesto de mantener la verdad del Palacio a salvo. Se leen torpemente adjetivos, críticas y burlas a medios, periodistas y hasta a gente que opina en redes sociales.

Se dice que hay libertad de prensa, que no se censura, pero al mismo tiempo se estigmatiza y expone a quién se atreve a ser crítico. No es censura explícita, pero sí la genera: medios y periodistas empiezan a temer hacer investigaciones o exponer ciertos temas de sus comunidades por temor a que puedan ser víctimas tanto del crímen organizado como de las autoridades. 

Además, como hemos documentado en Cuestione, los sistemas de protección para periodistas son ineficientes. Varias de las víctimas estaban en ese sistema y no pudieron protegerlos. Otros tantos están alejados de sus familias, desplazados y escondidos. 

¿Por qué? Por contar historias de nuestro tiempo. Por exponer las redes de corrupción, por hacer ver los fallos de las autoridades, por dar a conocer cómo funcionan redes de trata de mujeres y niñas. Por visibilizar la impunidad con la que opera el crímen organizado. 

No es que los periodistas sean perfectos. Sí hay aquellos que responden a intereses políticos o económicos, y no se puede ser completamente objetivo. Pero somos los historiadores de nuestros tiempos. Con distintas visiones, posiciones y reflexiones. 

Al final, estamos narrando lo que es nuestro México hoy.

Y nadie merece morir por ello. 

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.