La libertad y la responsabilidad

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Es cierto: Miguel de Cervantes, en su gran obra maestra y a través de la voz de Don Quijote, habla a Sancho de la libertad como el bien más preciado que el cielo ha dado a los hombres. Es cierto, la libertad es un derecho humano básico; lo estipula claramente la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

En una sociedad democrática como la nuestra supone que somos libres para pensar, para ir y venir, para profesar la religión que cada quien decida, para expresar nuestros pensamientos, para reunirnos… Y aunque seguimos en la lucha de defender algunas libertades, también gozamos de muchas otras.

Sin embargo, ¿la libertad es hacer lo que yo quiera? No, no lo es. Hace un momento decía yo que la libertad es un derecho y la premisa básica para el goce de un derecho es también asumir la responsabilidad que el ejercicio de ese derecho pudiera derivar. Soy libre, pero tengo la obligación de responder por mis actos. La libertad implica mucho: no se puede concebir el derecho desvinculado de la ley si queremos mantener la paz… hacerlo nos orilla a la anarquía.

Como soy libre, ¿tengo el derecho de golpear al vecino porque estacionó su auto frente a mi cochera? No. Claro que el vecino está afectando la libertad que tengo de sacar mi coche cuando yo lo necesito o deseo porque estacionó su auto, pero no puedo hacer valer mi derecho violentando a los demás. Para eso justo se fueron creando las leyes y las normas.

Y si de citar a los clásicos se trata, aquí perfecto cabe Rousseau y su Contrato Social; la teoría del contrato social señala que las personas viven juntas en la sociedad siguiendo un contrato que establece las reglas del comportamiento moral y político; explica que la “sociedad” existe porque seguimos esas reglas. Romperlas o ignorarlas nos conduce de vuelta a la barbarie.

Bien lo dijo Benito Juárez: el respeto al derecho ajeno es la paz; frase que en esto de definir la libertad sin perder la paz debemos complementar con otro clásico: Jean-Paul Sartre, que dice: “mi libertad se termina donde empieza la de los demás”. O qué tal John Stuart Mill en su obra “Sobre la libertad”, en donde decía que somos libres de hacer lo que queramos y tomar las decisiones que queramos mientras las consecuencias solo nos afecten a nosotros mismos como individuos, y no somos libres de hacer lo que queramos cuando las consecuencias de nuestras acciones afectan de alguna manera a las demás personas.

Han sido muchos  grandes los que han hablado de la libertad como un ejercicio de responsabilidad.

¿Y por qué hoy hablo de libertad? Más allá de entender que las investigaciones periodísticas que en últimas semanas se han publicado no aseguran un vínculo del presidente con el crímen, sí citan una investigación que existió de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos, la DEA, y que por órdenes de quien fuera presidente de ese país en el tiempo, Barak Obama, se cerró.

¿Una investigación del 2018 que sale hoy a relucir? ¿Se busca ensuciar el nombre de AMLO? Puede ser, estamos en tiempos electorales. ¿El presidente tiene derecho a defenderse de una acusación? Por supuesto, para ello existen los cauces legales y López Obrador tiene plena libertad de utilizarlos.

Sin embargo, para hacerlo no tiene derecho a transgredir la ley, ni a violentar el derecho de nadie más. Y cierro con el gran Fernando Savater y su “haz lo que quieras” en donde el límite es la ética: ¿es correcto hacer lo que yo quiera aun si afecta a los demás? La respuesta nos la da él mismo en “La Libertad de elegir”, ese libre albedrío que nos distingue de los animales que simplemente reaccionan a su instinto de supervivencia.

A nosotros los humanos se nos concedió la razón. Actuemos en consecuencia.

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