México necesita cambiar la forma en la que se enseña la ciencia

Compartir:

- Advertisement -

Seguramente muchos de ustedes recuerdan este libro (Baldor) como un auténtico dolor de cabeza. Para la mayoría de los mexicanos, el aprendizaje de las matemáticas y otras ciencias duras ha sido una experiencia difícil. Esto, por supuesto, no se debe a la falta de capacidad, sino al método de enseñanza que se ha usado durante años en nuestro país.

¿Quién no recuerda tener que haberse aprendido de memoria datos y datos para pasar un examen? Este método además de ser tedioso es muy poco eficaz, el alumno memoriza para pasar un examen y al terminarlo ya no recuerda nada. Así, cualquiera odia la escuela.

Esta metodología de enseñanza tiene más de dos mil años, en las escuelas griegas los niños se dedicaban a copiar los poemas homéricos y los tratados de Aristóteles hasta que se los aprendían de memoria y en eso consistía su formación académica. Hoy, en pleno Siglo XXI, en la mayoría de las escuelas en México se sigue enseñando de la misma manera.  

No es de sorprender entonces que en la prueba internacional PISA que mide el desempeño académico, 56% de los niños mexicanos tenga un bajo nivel de competencia en matemáticas y 45% presenta un bajo nivel de competencia en lectura.

Esto demuestra que es urgente implementar nuevos métodos de enseñanza que contribuyan a que los niños mexicanos desarrollen habilidades fundamentales como la comprensión de lectura y el pensamiento lógico-matemático, además de la capacidad de cuestionar la información que reciben.

En países como Francia se han desarrollado metodologías novedosas enfocadas en que los niños aprendan haciendo, porque se ha demostrado que la mejor forma de aprender es a partir de la experiencia.   Si un niño aprende matemáticas en la cocina, preparando un pastel, por ejemplo, en donde debe usar fracciones para seguir la receta, es mucho más probable que recuerde cómo funciona el concepto de las fracciones que si lo aprende en el pizarrón.  

Lo mismo ocurre con la química ¿por qué los pasteles “crecen” cuando se hornean? ¿De qué está compuesto el polvo de hornear y cómo se transforman sus moléculas al calentarlo? Si un niño lo experimenta por sí mismo, difícilmente olvidará los conceptos y las fórmulas químicas que dan origen a ese fenómeno.

Los niños son curiosos por naturaleza, la educación debería explotar esta característica para motivarlos a hacerse preguntas a través de la experimentación, los conceptos básicos de la física no le resultarían aburridos a ningún niño si los aprendiera jugando. Existen numerosas actividades que se pueden realizar para que los estudiantes puedan por sí mismos comprobar fenómenos como la fuerza de gravedad, la inercia, la velocidad, etcétera, en lugar de leer la explicación en un libro y memorizarla para el examen.

Las escuelas suelen tener aulas en donde hay un pizarrón y el maestro frente al grupo anota una serie de conceptos para los estudiantes los escriban en sus cuadernos y se los aprendan.   No es sino hasta la secundaria que los alumnos hacen prácticas de laboratorio y estas ocurren una vez por semana cuando debería ser completamente al revés, los estudiantes deberían pasar 30 horas a la semana en distintos laboratorios experimentando y poniendo en práctica los diferentes conceptos que les enseñan y solamente unas pocas horas en el aula resolviendo dudas con su profesor.

Para lograr este cambio, se necesita modificar por completo el sistema educativo ya que es preciso capacitar a los docentes en esta nueva metodología de enseñanza para que se conviertan en facilitadores de las actividades de indagación y experimentación, será necesario desarrollar guías didácticas para que los maestros puedan realizar distintos experimentos con sus estudiantes y hacer inversiones en materiales y laboratorios para que la práctica sea la que guíe la construcción del conocimiento.

Los franceses le llaman “aprendizaje significativo” al método a través del cual los estudiantes relacionan lo que están aprendiendo con su vida diaria. Los problemas que se usan en nuestras escuelas son un intento por aplicar las operaciones matemáticas a situaciones de la vida cotidiana, pero habría que dar un paso adelante y no solo plantearle problemas a los niños para que los resuelvan, sino pedirles que sean ellos quienes formulen los problemas para resolver en clase. Al confeccionar sus propios problemas matemáticos, los niños estarían desarrollando la habilidad para hacerse preguntas y buscar soluciones, una de las competencias más importantes para el Siglo XXI.

Esto no es un asunto menor, si México quiere entrar de lleno en la Cuarta Revolución Industrial, necesita apostarle a la educación y eso significa invertir recursos económicos, humanos y materiales para que los niños que van a la escuela en realidad aprendan y no solamente memoricen.  

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.