Motos y responsabilidad

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La circulación de motocicletas se ha ido convirtiendo en una movilidad anárquica.

Sé que a muchos les molestará esta aseveración, pero debemos aceptar que es una peligrosa realidad.

El uso de motocicletas se ha incrementado cerca del 350% en los últimos 10 años, pero fue durante y después de la pandemia en el que miles de personas comenzaron a utilizarlas como medio de transporte

Datos del INEGI revelan que del 2020 al 2023 crecieron las ventas de motocicletas en casi dos millones de unidades, con lo que hoy hay en circulación poco más de siete millones de motos; de ésas, más del 98% son de particulares y apenas el 1% son de uso público u oficial.

Y el incremento en el uso no es la mala noticia, realmente debía ser un dato positivo; se ha democratizado su uso y con ello mejorado en cierto sentido la forma en que esas familias de movilizan, ya que se ha convertido en una alternativa ante un transporte público que en la mayoría de las ciudades es insuficiente, ineficiente y sucio. Perooo…

Sí, siempre hay un pero y en esto de las motos es la falta de cultura sobre su uso; existen reglamentos pero se ignoran y lo peor: la autoridad no los hace cumplir; solo sirven para hacer anuncios y advertir de multas, pero muchos de los motociclistas circulan sin orden.

Me permito dar algunos ejemplos que he vivido en la CDMX. Uno, estaba en un alto hace unos días por cuatro minutos; en ese tiempo, nueve motociclistas y dos bicicletas se pasaron el rojo siendo uno de los cruceros más peligrosos porque confluyen cinco sentidos.

Dos: circulando en el segundo piso, en donde supuestamente está prohibida la circulación a todo tipo de motocicletas, pude contar pasando entre los autos por lo menos 30 de ellas. Ya ni hablar de los que toman las carreteras como pistas de carreras, o los que dentro y fuera de la ciudad rebasan por la derecha

O los que circulan por las banquetas cuando el tránsito en la calle se pone intenso, o las familias en las que en una pequeña moto suben hasta a los niños y sin casco; se entiende la necesidad, pero eso no les da derecho a arriesgar la vida y hasta la libertad de quien pueda verse involucrado en un accidente donde haya muertos.

Porque aceptémoslo: gran parte de las veces se culpa a quien manejaba el auto; es más, los reglamentos oficiales toman al auto siempre como vehículo de mayor responsabilidad simplemente por ser más grande y pesado.  

No se trata de pelear autos contra motos, no se trata de pedir que dejen de circular, se trata de lograr una movilidad más ordenada, más segura para todos. Y es cierto que apenas en septiembre se publicaron modificaciones al Reglamento de Tránsito para motocicletas

La autoridad, en su danza de cifras, presume más de 142 mil infracciones por incumplimiento, presume campañas de concientización y de capacitación en manejo, pero no, no está funcionando

Y es que los accidentes de motocicletas o con motocicletas involucradas se han incrementado de forma alarmante. Usando estos datos de la Ciudad de México para aterrizar de forma más clara el problema: de acuerdo con la Secretaría de Movilidad de la capital actualmente circulan aquí alrededor de medio millón de motocicletas.

En 2021 hubo poco más de 12 mil accidentes con motos involucradas; en 2022 la cifra aumentó a casi 18 mil y aunque sobre el 2023 los datos son inciertos, en lo que sí hay coincidencia es que del total de muertos en accidentes viales el 46% eran motociclistas.

Conducir una moto requiere más habilidades que las que requiere manejar un auto. Un motociclista tiene 35 veces mayor riesgo de muerte. Así que enhorabuena por la democratización de su uso, pero tengamos claro que en este caso como en otros, toda conquista de derechos, requiere también asumir nuestra responsabilidad.

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