El informe señala que los derechos humanos y el Estado de derecho están bajo presión cada vez en más formas y en más países alrededor del mundo; cita violaciones de Rusia, Cuba, Afganistán, Irán, China, Gaza e Israel, Venezuela… y sí, también de México.
El informe analiza a países de seis regiones del mundo, 198 naciones en total; se analiza cómo se viven y respetan los derechos humanos. Se toman rubros o apartados específicos iguales para todos, por ejemplo qué tanto se respeta la integridad de las personas, sus libertades civiles, qué tanto el gobierno los respeta o hace respetar, la corrupción gubernamental y algunos otros.
También utiliza tópicos específicos: por ejemplo “se detectan cambios significativos en la situación de los derechos humanos” de un año a otro. Revisé México y luego se me ocurrió abrir Suecia: en ninguno se detectaron cambios significativos de un año a otro. El informe sobre Suecia cita que nuevamente no se registraron casos de violaciones de derechos humanos cometidos por el gobierno contra sus ciudadanos; los crímenes son aislados y sancionados por la autoridad, los pocos presos que hay viven en condiciones seguras…
En fin, cada tópico reflejaba lo que es bien sabido: Suecia es uno de los países con menor criminalidad en el mundo, tanto que el país ha ido cerrando sus prisiones por falta de presos. Cito Suecia porque como dije, abrí su informe por simple ocurrencia y al irlo leyendo pude comprobar lo acertado de la frase de Khan que citaba yo al principio: “sin justicia y sin respeto a los derechos humanos no puede haber paz”. En Suecia hay justicia y respeto a los derechos humanos y esto los ha llevado a vivir en paz.
¿Y México? De nuestro país también señala que no ve cambios significativos en la situación de los derechos humanos con respecto a años anteriores; detalla que hay informes creíbles y bien fundamentados de ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada, tortura, extorsiones no solo de grupos criminales, sino también de entidades gubernamentales y en algunos casos se detectó que esas graves violaciones a los derechos humanos se cometieron en contubernio: delincuentes y autoridades; la mayoría no se investigó, ni se procesó.
El capitulo México del informe estadounidense tiene 58 páginas y menciona casos como el asesinato de jóvenes a manos de militares en Nuevo Laredo, el silencio del Ejército y su desobediencia al presidente sobre el caso Ayotzinapa; el asesinato de activistas ambientales, el amedrentamiento a periodistas, los graves riesgos a la independencia del Poder Judicial, las agresiones contra colectivos o personas que buscan a sus familiares desaparecidos… una lista larga…
Sé que muchos dirán ¿por qué Estados Unidos analiza a otros países? Más de uno repetirá la tan sonada: “Estados Unidos por qué se mete, se cree el policía del mundo”. Que mejor vea la viga en el ojo propio. Es importante saber que este tipo de estudios que se hacen desde hace más de 50 años no son para juzgar o evidenciar a las otras naciones; en realidad son de uso interno; se realizan para sus legisladores, con base en los resultados ellos toman decisiones como por ejemplo a qué países brindan fondos, entre otras cosas.
Como cada año, en éste y en anteriores sexenios México no reacciona positivamente a este informe; se califica de unilateral e incluso el presidente dice que es un informe “mentiroso”, elaborado por un “departamentito”…
La verdad duele, pero en lugar de cerrar los ojos y aventar la pelota para evidenciar lo que Estados Unidos hace mal, o minimizar lo señalado, deberíamos exigir que el gobierno enfoque sus energías y acciones en cambiar esa realidad; lo expuesto en el informe no son ocurrencias o acusaciones sesgadas, son resultados basados en reportes de dependencias gubernamentales y medios de comunicación, es aunque se empeñen en negarlo lo que vive México desde hace años y cada vez con mayor gravedad.
En México no habrá paz en tanto no haya justicia y respeto a los derechos humanos. Prometer paz, sin trabajar primero en ello, es solo demagogia.
