Inicia la era Biden en EU: ¿es bueno para México?

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Con la llegada de Joe Biden al poder se ha reinstaurado en Estados Unidos la sensatez. Eso piensan muchos analistas. No habían pasado ni cinco horas de la toma de posesión del nuevo presidente de ese país y ya había firmado una batería de órdenes ejecutivas que daban marcha atrás a muchas de las políticas emblemáticas de su predecesor, el controvertido Donald Trump.

Detuvo la construcción del muro, revivió el programa DACA para proteger a hijos de migrantes nacidos en ese país, lanzó un plan para regularizar la estancia de personas sin residencia legal en EU, permitió de nuevo el ingreso de viajeros del mundo árabe, se reincorporó al Acuerdo de París para reducir el cambio climático y regresó a la Organización Mundial de la Salud.

En menos de un día, acabó con casi todo el legado de la administración Trump.

Dentro de la batería de políticas que aprobó, hay algunas que impactarán en la relación con México. 

Por ejemplo, Biden ha decidido apostarle a las energías limpias. Pero también aplicará lo que al respecto dice el Tratado de Libre Comercio que renegoció Trump y que le deja muy poco margen de movimiento al gobierno mexicano, a la secretaria Rocío Nahle y a Manuel Bartlett, esos fieros defensores del carbón. 

Si las quejas y controversias que ha tenido el gobierno mexicano con compañías extranjeras por la falta de respeto a los contratos para generar energías limpias no se resuelven, es muy probable que el presidente Biden lleve los casos a cortes internacionales. Ahí, México tiene todas las de perder.

Y no solo eso: si el nuevo mandatario estadounidense decide impulsar, como ha dicho que hará, la generación de energías limpias, junto con otras políticas para tratar de reducir los efectos del cambio climático, chocará de frente con la política medioambiental del gobierno mexicano. En particular, con una secretaría de Medio Ambiente que aprobó la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, y el aeropuerto de Santa Lucía, sin protestar. 

Otro de los frentes complejos será, sin duda, el de migración. Para hacerse cargo de ese tema, el nuevo mandatario de EU ha nombrado a la ex embajadora Roberta Jacobson, quien fue la representante de ese país en México entre 2016 y 2018, y quien ya ha hecho críticas al gobierno mexicano. 

Barack Obama, con quien ella trabajó desde el Departamento de Estado, se caracterizó por incrementar el número de deportaciones de mexicanos sin documentos en EU. Si bien Trump había prometido expulsar a las 11 millones de personas indocumentadas que viven en aquel país, la realidad quedó lejos de esa amenaza. 

Gracias a gobiernos demócratas, se ampliaron las ciudades y estados santuario. Habrá que ver qué tan dura tiene la mano Jacobson, pero el desafío para Marcelo Ebrard, el plenipotenciario canciller mexicano y para Olga Sánchez Cordero, quien cobra como secretaria de Gobernación, será mayor.

Un tema clave, y en el que el gobierno mexicano ya afila cuchillos, es el de la seguridad. El caso emblemático es, claro, el del general Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional con Enrique Peña Nieto que fue detenido por la DEA el año pasado.

La presión del gobierno mexicano logró que el general fuera liberado y devuelto a nuestro país. Cuatro meses después, la Fiscalía General de la República decidió no ejercer acción penal en su contra. Para justificar la decisión, el canciller Ebrard dio a conocer el expediente que el gobierno de EU le entregó a México, con las pruebas que supuestamente implicaban al ex secretario.

Y eso no hizo nada feliz a nadie en el país vecino. Es muy probable que, en el futuro, veamos una relación cuando menos tensa entre ambos gobiernos por el tema de inseguridad.

La relación de México y Estados Unidos nunca ha sido fácil. La enorme frontera que compartimos nos hace compartir, también, una larga lista de problemas, agravios y, de vez en cuando, soluciones.

El reto para el gobierno mexicano será mayúsculo porque, además, Biden parece decidido a permitir que sean sus secretarios y colaboradores quienes tomen las decisiones. Y ellos buscarán a sus pares mexicanos para tratar de impulsar la agenda de aquel país.

Por eso, esta semana analizaremos cuáles son los problemas más urgentes, dónde están los puntos de tensión, en donde las coincidencias y, sobre todo, los perfiles de quienes habrán de hacerle frente a este reto. 

¿Estarán a la altura? Esperemos que sí.

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