Sexo con menores, un delito que rompe vidas. Esta es la historia de Lulú.

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Lulú tiene cincuenta años y su cuerpo parece un alfiler. Detrás del temple de su estatura que ronda los 1.70 metros, ella esconde una herida profunda que no logra disimular el rojo carmesí que pinta sus labios. 

Era 2019 y el mundo era lo que fue sin la pandemia por la COVID-19. Nutricionista de profesión y conocedora de hábitos de vida saludable, la nutrióloga acudía todas las mañanas de lunes a viernes a un club deportivo familiar en Querétaro sin imaginar que ahí conocería al verdugo que abusó sexualmente de su hija de catorce años.

Esta historia de violencia sexual contra una menor de edad, la cuenta una madre de familia bajo un seudónimo para proteger su integridad física frente a un proceso de justicia penal que empezó en el 2020 y que a tres años de distancia todavía no concluye.

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Lulú daba consultas de nutrición y enseñaba a mujeres y hombres a comer saludable sin matarse de hambre. 

Él trabajaba en el club familiar deportivo donde yo era socia”, cuenta Lulú con la mirada fija a la nada, como si desde allá le mandaran fuerzas para volver al pasado. Mamá soltera de tres hijas de un primer matrimonio que no funcionó, Lulú tenía muy buena referencia del entrenador del gimnasio. “Era muy amable con hombres, mujeres, padres de familia, todas las familias estuvimos expuestas a esta persona”. 

Para el año 2020, con la pandemia a cuestas, más de 60 gimnasios en Querétaro cerraron su puertas, según lo confirmó la Cámara de Comercio del estado y Lulú se vio obligada a dejar de hacer ejercicio fuera de casa y su conocido, el señor amable que fungía como instructor en el gimnasio al que acudía, se quedó sin empleo.

El hombre de brazos fuertes ofreció sus servicios de entrenamiento físico a varios clientes del gimnasio pero ahora al aire libre, con todas las medidas preventivas y de sana distancia. Lulú y muchas mujeres, hombres y familias enteras, comenzaron su nueva normalidad deportiva en un lugar abierto y ahí comenzó el acercamiento con el agresor, en el parque a pasos de su casa.

FOTO: MARGARITA SOLANO

Los cuatro meses siguientes, Lulú y el entrenador deportivo comenzaron a intercambiar mensajes, notas de audio por WhatsApp, uno que otro café hasta que vino un bombardeo de amor muy intenso”, narra la protagonista. El tipo resultó ser encantador, buen conversador, hábil para escuchar y resolver conflictos familiares, juguetón con las hijas ajenas. 

Para abril ya había un romance entre Lulú y el entrenador que atenuó los estragos emocionales de aquella eterna cuarentena. 

Su enamorado entró una tarde con globos para ella y sus hijas, “tenía detalles increíbles”, rememora. Vino casi inmediatamente después, la propuesta de crear una familia entre los cinco y Lulú aceptó la petición de mudarse con sus hijas a su casa y darse la oportunidad de un comienzo familiar diferente. 

Todo iba viento en popa hasta que un domingo el idilio se vino abajo cuando encontró al musculoso entrenador deportivo teniendo relaciones sexuales con su hija de catorce años.

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En el estado de Querétaro, en donde vive Lulú, los delitos sexuales contra mujeres son frecuentes. Con una tasa de 12.13 denuncias por cada 100 mil habitantes, Querétaro ocupó en agosto del año pasado el primer lugar en todas las violencias de género según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)

Tan común es la violencia sexual contra la mujeres, que Querétaro es la entidad peor evaluada a nivel nacional por El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) por estos delitos. En la región conocida como El Bajío – que comprende  los estados de Guanajuato, Querétaro, Michoacán y Jalisco – abundan los quesos, el vino y la violencia de género. 

Han pasado tres años desde que Lulú vio lo que vio. 

Hoy es un sábado de marzo de 2023 y Lulú está sentada en una oficina ubicada en la calle de Hortalizas número 3, en la colonia Loma Bonita de Querétaro, lista para contar de nuevo la historia que la hizo fundar Justo para Vic, una Asociación Civil que apoya a mujeres, niñas y niños, víctimas de delitos sexuales en Querétaro.

Le ha pedido a una de sus tres hijas que la acompaña hoy, que cierre la puerta para que el ruido no interfiera en su relato. Le pide también al Licenciado Luís Manuel Sandoval, su abogado, que explique el delito de estupro del que fue víctima su hija menor de edad en aquél imborrable 2019.

A puerta cerrada, el licenciado agarra un plumón y frente a un pizarrón, con aire de profesor de derecho, explica el Artículo 167 del Código Penal queretano que al pie de la letra señala que comete el delito de estupro el que tenga cópula con una persona mayor de 12 años y menor de 18 años, obteniendo su consentimiento por medio de seducción o engaño. 

Pero hace dos años cuando el abogado conoció a Lulú, ella tenía una vida de mamá soltera aparentemente normal. Luego se vio obligada a entender qué era eso del estupro, las leyes y el viacrucis para poder aplicarlas en el estado de Querétaro.

A la fuga y a esperar

Aunque en el 2020 el 97.7 por ciento de los delitos sexuales contra mujeres no se denunciaron en México – como lo informó en su momento México Evalúa -, Lulú sí quería hacerlo esa tarde de domingo.

Lo primero que hizo la madre de familia al ver lo que vio, fue levantar el teléfono y marcar el 911 para reportar lo ocurrido. Caía la noche y el número de emergencia nacional timbró y timbró durante aproximadamente una hora antes de escuchar a alguien del otro lado del auricular. Las fallas al número de emergencia que se habilitó en el 2016 han sido frecuentes, sobre todo “porque no contestan con prontitud y cuando lo hacen, tienen que triangular las llamadas, lo cual hace que se pierda mucho tiempo”, se lee en la columna Entonces no al 911 de Walter Juárez. 

Al terminar la llamada de emergencia, Lulú esperó otras dos horas para que llegara la policía; es decir, llevaba tres horas sin que las autoridades estuvieran en el lugar de los hechos. Mientras tanto, ella alcanza a ver con el rabo del ojo que su hija sale en pijama de  casa y después se va él “quién sabe para dónde”. Con el teléfono en la oreja y el corazón revolucionado, Lulú no supo más de ninguno de los dos.

FOTO: MARGARITA SOLANO
  • ¿Quiere poner una denuncia? —preguntó la policía llegando a casa.
  • Sí claro —respondió tajante.

Montada en la patrulla, Lulú llegó a la Fiscalía Número 2 ubicada en Fray Sebastían Gallegos 107 en el municipio de Corregidora para denunciar la desaparición de su hija. Como era domingo en la noche, tuvo que esperar al Fiscal de guardia bastante rato antes de poder atenderla. 

“Llegas, te entrevistan, te hacen perder tu tiempo, te hacen creer que tu eres la persona que ocasionó todo lo que está pasando, te obligan a decir cosas que a lo mejor por desconocimiento no sabes, que no podías decir o hacer, te hacen dudar de lo que acabas de ver”, relata Lulú con un dejo de impotencia. 

Ya para las dos o tres de la madrugada, estaba por fin interpuesta la denuncia por desaparición y se activó la alerta Amber para localizar a su hija menor de edad. Pero a Lulú le faltaba otro viaje a la Fiscalía número 4 encargada de los delitos sexuales. Ahora debía desplazarse durante 35 minutos en la madrugada a la Avenida Prolongación Luis Pasteur 997 en la colonia Villas del Cimatario de Querétaro. 

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Por cuarta vez, Lulú tiene que narrar lo ocurrido a las autoridades queretanas. 

Había llamado al 911, 

a la policía estatal, 

a la Fiscalía número 2 

y ahora tocaba decir lo mismo en la Fiscalía número 4 para interponer una segunda denuncia por el delito de estupro. Con la segunda denuncia en la mano, las autoridades le dicen a la mamá: “váyase a casa y espere noticias”. 

Y esperé y esperé sin saber si mi hija estaba viva o muerta”, la voz se entrecorta. 

Los fiscales le insinúan a Lulú que su hija no está desaparecida sino “que se fue porque quiso y a ella en medio de la angustia se le hacía irreal considerar esa opción porque pensaba en que una niña de 14 años como su hija no se iría por gusto con un hombre de 50. 

Y esa sugerencia de ambos fiscales de “irse por gusto” genera en los denunciantes un sentimiento de carga, de duda al no saber con certeza si es cierto lo que las autoridades les intentan decir”, explica de nuevo el abogado. 

La realidad es que las autoridades no son sensibles ante la situación social de las personas que vienen a presentar una carpeta de investigación, cuenta Sandoval a Cuestione y asegura que definitivamente, en México no es lo mismo que venga un abogado a levantar una denuncia a que lo haga una  ciudadana de a pie.

Los ángeles sí existen”

Pasan las 24 horas de la desaparición de una hija y antes de salir el sol, Lulú publica en sus redes sociales un cartel y su número de teléfono para dar con información que lleve al paradero de su pequeña de catorce años. Así llegó la llamada de su primer “ángel”, como le llama ella a las personas claves que la apoyaron en el momento más amargo de su vida; ninguna de estas alas fueron las de las autoridades. 

Timbró su celular y era un amigo personal que al ver el grito de auxilio de su amiga en Facebook, le pidió calma y pensar en dónde se podría haber llevado el entrenador a su hija. 

Lulú recordó entonces la casa que tenía su pareja en Acapulco; dio la dirección a su ángel guardián y al instante llegaron al puerto guerrerense personal de seguridad privada que confirmaron que dentro de la vivienda veraniega estaba él y la hija de Lulú, con maletas listas para partir rumbo a Baja California Sur porque él creía que el delito de estupro en este estado se condona si el agresor se casa con la víctima.

De acuerdo con la Asociación Justo para Vic, en México el delito de estupro se estipula en el Código Penal Federal pero en algunos estados del país no se contempla este delito. La pena mínima por estupro a nivel federal es de tres meses y la máxima está en Chiapas con 10 años de prisión. Únicamente 19 entidades federativas contemplan multas dentro de sus sanciones para este delito y en 17 estados establecen la reparación del daño.

Cuando todo parecía que iba por buen camino y la hija de Lulú iría regreso a casa, vino lo peor; las fuerzas especiales que encontraron al sujeto con la menor de edad debían haberlos presentado a la policía municipal de Acapulco por separado. Lo que ocurrió fue exactamente todo lo contrario. Los subieron juntos en la misma patrulla y juntos también ingresaron al Ministerio Público para declarar; víctima y victimario. Al preguntarle a la niña delante de su agresor si estaba con él por voluntad propia, ella respondió que sí y dejaron que él saliera caminando como Pedro por su casa porque según las autoridades, ya no había delito por desaparición que perseguir”. 

En esta parte de la historia entra el “segundo ángel” del caso, el abogado Luís Manuel Saldoval, especialista en delitos sexuales. La hija de Lulú es trasladada del DIF de Acapulco al DIF de Querétaro. Allá donde ocurrió el delito y al ver con vida a la adolescente, se cierra la carpeta de investigación interpuesta en la Fiscalía 2 por el delito de desaparición pero queda abierta la segunda querella por el delito de estupro en la Fiscalía 4. Una gota de agua en el desierto.

Al llegar a casa la niña confiesa su verdad. El novio de su mamá había comenzado a tener una relación con ella casi a la par que el entrenador y su mamá. El hombre enamoró a la niña de a poquito a cuenta gotas, como un artesano profesional, como lo hizo también con Lulú en el gimnasio. Al concretar la conquista, le exigió a la muchacha tener relaciones sexuales con él porque de lo contrario, ella, su mamá y sus dos hermanitas se iban a quedar sin casa, en la calle. 

Al revelar los detalles de coerción que utilizó el agresor, la menor comenzó a entender poco a poco que había sido engañada y manipulada, que no era un asunto de celos como él se lo hizo creer, el que su mamá llamara a la policía. Quería alejarla de su progenitora.

GRÁFICA: JUSTO PARA VIC, JUSTO PARA TODOS.

El testimonio de la niña y las pruebas que proporcionó a las autoridades, esta vez sí fueron suficientes para que la Fiscalía número 4 de Querétaro mantuviera abierta la carpeta de investigación por el delito de estupro y giró una orden de aprehensión contra el entrenador. 

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El último ángel” de Lulú apareció de nuevo al ver un cartel de Facebook que se había viralizado. Era la segunda publicación de Lulú sobre su hija pero ahora pedía ayuda colectiva para localizar al agresor que permanecía suelto, por ahí, mientras ellas vivían todavía en su casa. 

Lulú perdió la noción del tiempo y dejó de entender la diferencia entre el día y la noche. El horror de imaginar al agresor entrando a su casa donde permanecía con sus hijas, se convirtió el miedo catalizador que la hizo permanecer más de tres semanas con los ojos abiertos, sentada frente a la puerta, casi sin parpadear, como un vigilante que tiene la certeza que hoy viene quien entra a robar.

Un ciudadano de a pie en Playa del Carmen le devolvió la paz mental a Lulú en el momento donde su cuerpo perdía cada minuto la batalla contra el insomnio. 

-¿Es él? preguntó un número desconocido a través del celular. Seguido de una fotografía de su ex pareja. 

Y sí era. Estaba el entrenador vendiendo planes turísticos en el Caribe mexicano.

Esa misma tarde, el sujeto fue capturado por segunda ocasión por las mismas fuerzas especiales de seguridad privada que lo detuvieron en Acapulco cuando pretendía llevarse a la niña rumbo a Baja California con todas las intenciones de casarse con ella y así evitar que lo juzgara la justicia. El entrenador terminó siendo llevado a las autoridades correspondientes gracias a aliados y amigos, no por las autoridades responsables. 

Fue así como desde el año 2021, el abusador elocuente y carismático enfrentó la justicia en Querétaro y se convirtió en una victoria; la primera orden de aprehensión por estupro en lograrse en menos de un mes. Aunque el triunfo no le pertenece a ninguna autoridad. 

El sujeto corpulento, está hoy día en el penal de San José el Alto de Querétaro por el delito de estupro donde lleva quince meses recluido sin sentencia condenatoria. Esto significa que el entrenador está en prisión pero un juez todavía no ha determinado el número de meses o años que deberá pagar como condena.

En este caso, se le aplicará una condena de entre 4 meses a 6 años de prisión como lo establece el Código Penal Federal y cada entidad federativa determinará en este rango y de acuerdo al caso particular su sentencia. Pero si un juez determina que el entrenador ya cumplió la pena y que todavía no tiene sentencia condenatoria, el abusador saldría en libertad inmediata.

Justo para Vic

Durante el año 2022 se reportaron 753 carpetas de investigación por acoso a mujeres y 30 por hostigamiento sexual en Querétaro, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Ese mismo año nace Justo para Vic una Asociación Civil queretana fundada por Lulú.

“Queremos contribuir a que las personas víctimas de delitos sexuales en el estado caminen de mejor manera por las áreas del gobierno”, detalla Lulú en entrevista para Cuestione

Toda mujer que tenga una historia de violencia sexual por contar, puede recurrir a Justo para Vic. Ahí encuentran asesoría legal gratuita y acompañamiento para lograr que la justicia dicte sentencias condenatorias contra quien o quienes resulten responsables. 

Lo hacemos para ayudar a otras mujeres a que denuncien porque sólo el 1% lo hace y menos del 1% llega a una sentencia. Es un éxito que en este caso hayamos logrado tener una orden de aprehensión por estupro en 45 días, sobre un delito que no es grave en México”, explica el Licenciado Sandoval. 

FOTO:MARGARITA SOLANO

El fisiculturista estuvo 18 meses en prisión. Lulú y sus hijas a través de un dispositivo electrónico comparten en todo momento sus ubicaciones. El día que salió el agresor de prisión a mediados del 2023, las autoridades penitenciarias hicieron lo imposible para que no se cruzaran en los pasillos con él. No se vieron, no se ven, aunque sin toparse, el verdugo ya cruzó sus vidas.

Para considerar:

Si eres víctima de estupro o cualquier tipo de violencia sexual, contacta a Justos para Vic.

Dirección: Calle Hortalizas número 3 Plaza Hortalizas, Local 11, Colonia Arquitos, Querétaro, Querétaro. 

Teléfono: +52 422 328 4891

Email: justoparavic@gmail.com

FB: Justo-Para-Vic/

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