Venezuela, entre la angustia y la esperanza

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¿Cómo amanece Venezuela tras #23Febrero?

Por Humberto Márquez, corresponsal en Caracas

Nancy González se acostó la noche del 23 de febrero, bañada en tristeza, por las noticias de que la ayuda humanitaria que mucha gente esperaba en Venezuela no pudo entrar desde la frontera con Colombia. Dos camiones con medicinas y alimentos se incendiaron en la refriega entre los manifestantes que acompañaban a esos vehículos y los guardias que bloqueaban el lado venezolano, cuando entraron a un puente fronterizo.

“Me dieron mucho dolor y mucha lástima esas imágenes. Yo sé cuánto se necesitan medicinas, insumos médicos, alimentos para niños, que están tan escasos y costosos”, dijo Nancy a Cuestione. Sí, sabe, y se angustia. A sus 66 años, con dos hijos y tres nietos, trabaja en la administración de un hospitalito donde faltan los materiales básicos para atender a los pacientes en San Antonio, ciudad vecina de Caracas.

“Pero este domingo me levanté con otro ánimo. Más calmada. Todavía triste, pero con esperanza de que un cambio va a venir. Creo que se hizo lo posible para que esa ayuda entrara. Y ese señor (el presidente Nicolás Maduro) quedó desprestigiado: bailando con su esposa en un mitin, mientras mucha gente caía herida en la frontera”, agregó.

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Luisa Elena Flores es maestra y vive en el sector 23 de Enero del oeste Caracas. Una zona popular, dominada por grupos políticos de izquierda que apoyan a Maduro. Dice que “he ido a algunas protestas, pero sin arriesgarme mucho, lejos de la casa. Tengo dos hijas pequeñas y donde vivo es mejor disimular, no verse como enemiga del gobierno”. Habla con este medio, pero no quiere fotos.

Cree que “esto va a cambiar. El gobierno ha perdido mucho apoyo, sobre todo porque con los precios que suben tanto (el costo de la vida se duplica todos los meses), la plata no alcanza ya para nada. Lo único barato es la gasolina y la electricidad. Y el agua, ojalá fuera cara, pero que hubiera. Tenemos más de una semana sin agua en mi apartamento”, esto en los viejos edificios o “bloques”, construidos por el gobierno que había hace más de 60 años.

Por el contrario, Carlos Valerio (38), sargento de la milicia bolivariana, quien vive en San Pedro, sector de clase media baja en el sur de Caracas, explicó a Cuestione que “trabajamos para salvaguardar la vida de nuestro pueblo, de la agresión del imperio (Estados Unidos), con nuestro presidente Maduro, un hombre honesto”.

Valerio es optimista de que “las dificultades pueden superarse con el esfuerzo de todos y el personal de cada uno”. En su caso, combina trabajo en el sector gubernamental de comunicaciones con ser miliciano, activista del partido de gobierno, dirigir un comité de sus vecinos y estudiar inglés.

La gente en Venezuela “está como en una resaca este domingo, unos tristes, creen que perdieron, otros que ven esto como un camino más largo y que todavía falta para que se destranque esta situación de tener dos presidentes, mientras la economía sigue por un barranco”, opinó en un mercado municipal Joaquín S., de origen portugués, a cargo de un puesto de venta de queso.

Sus ventas han caído, los compradores no aguantan la velocidad con la que cambian los precios. El kilo de queso blanco más deseado costaba 24 mil bolívares (ocho dólares) hace una semana. Bajó el domingo a 19 mil: es el salario mínimo mensual. Un cartón con 30 huevos cuesta 10 mil.

Los dos presidentes de Venezuela

Venezuela tiene actualmente dos mandatarios: Maduro, quien se considera gobernante legítimo y comenzó un segundo mandato de seis años el pasado enero, y Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, dominada por la oposición y que declaró a Maduro como “usurpador”.

Ellos encarnan la lucha política marcada por grandes marchas callejeras. Este año, las de la oposición han sido mucho más grandes y, a veces, se manifiestan hasta en 50 ciudades en un solo día.

El tema de la ayuda humanitaria hizo pensar a gente como Nelly Oropeza, de 71 años, que vive en los Valles del Tuy, al Este de Caracas, y sufre de hipertensión y diabetes, que “si entra la ayuda humanitaria habrá más medicinas disponibles para todos”, aunque los responsables médicos que organizaban el ingreso de esa ayuda dijeron que lo reunido en Colombia era principalmente para emergencias y no para enfermedades de largo tratamiento.

Félix Seijas, analista y director de la empresa encuestadora Delphos, señaló a Cuestione que “personas atribuladas por falta de medicinas esperaban que entrara la ayuda y como no entró se entristece, pero otra gente esperaba el impacto político de que entrara o que el gobierno la rechazara y ahora ve que el gobierno está dispuesto a atrincherarse”.

Guaidó y la oposición “buscan ahora la ayuda de otros países contra Maduro. Deben conseguir algunos resultados, porque de lo contrario, sus seguidores se desanimarán y el futuro se les presentará muy gris”.

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