Colosio, Ruiz Massieu, Posadas Ocampo: 30 años de sus magnicidios

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Luís Donaldo Colosio, José Francisco Ruiz Massieu y Juan Jesús Posadas Ocampo difícilmente serán olvidados por el impacto que tuvieron sus homicidios hace 30 años, entre 1993 y 1994. 

Los motivos verdaderos de sus asesinatos jamás han sido plenamente descubiertos y a tres décadas de distancia, el secreto que envuelve sus muertes está en quienes ordenaron el asesinato de estos tres personajes referentes de la vida política, religiosa y social mexicana de la época. 

Los magnicidios tienen por lo regular un claro objetivo: la desestabilización. Es el acto de asesinar a una figura política importante, un jefe de Estado, un líder gubernamental, una autoridad de alto rango. El término proviene del latín “magnus” que significa grande y “caedere” que quiere decir matar. En México mataron a tres líderes en un lapso de un año.

FOTO: CUARTOSCURO.

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Tres figuras, un oscuro secreto

Provocar la muerte de un miembro importante de la clase política es una manera de enviar un mensaje claro: nadie es intocable. El más importante de los magnicidios contemporáneos es el asesinado del candidato presidencial Luís Donaldo Colosio.

Colosio fue un destacado político mexicano, miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y candidato presidencial para las elecciones de 1994 en México. Nacido el 10 de febrero de 1950 en Magdalena de Kino, Sonora, Luis Donaldo era reconocido por su carisma y su visión reformista dentro del PRI.

Hace treinta años, el 23 de marzo de 1994, durante un mitin de campaña en Lomas Taurinas, un barrio popular de Tijuana, Baja California, Luis Donaldo Colosio fue asesinado. El suceso conmocionó a México y al mundo, convirtiéndose en uno de los crímenes políticos más impactantes en la historia del país.

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La crónica del asesinato de Luis Donaldo Colosio se remonta a ese fatídico día de campaña. Colosio se encontraba rodeado de seguidores y simpatizantes en un ambiente festivo cuando un hombre identificado como Mario Aburto Martínez se acercó al candidato, se abrió paso entre la multitud y disparó a Colosio a corta distancia con una pistola Taurus 9 milímetros.

Según testigos presenciales y las investigaciones posteriores, Aburto actuó solo en el momento del asesinato. Sin embargo, se han planteado teorías y controversias sobre posibles motivaciones políticas detrás del crimen y la participación de otras personas en la planificación y ejecución del magnicidio. Estas teorías han sido objeto de debate y análisis en la sociedad mexicana durante treinta años, aunque las autoridades oficiales concluyeron que Aburto actuó por motivos personales y no por un complot político.

Mario Aburto fue sentenciado a 48 años de prisión y el amparo que permitía su salida de prisión este año, fue impugnado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y no tienen fecha para resolver este asunto.

Las investigaciones sobre el asesinato de Luis Donaldo Colosio han generado numerosas teorías de conspiración, debates políticos y reflexiones sobre la seguridad de los líderes políticos en México. El caso sigue siendo uno de los episodios más trágicos y controvertidos en la historia moderna de México, y el impacto de la muerte del candidato se ha sentido en el ámbito político y social del país.

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La pregunta ¿quién mató a Colosio?, sigue siendo una de las grandes incertidumbres del México moderno. 

El misterio del asesinato de Ruiz Massieu  

Otro magnicidio que conserva su secreto es el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu. El político guerrerense, quien fue gobernador de su estado (1987–1993) y presidente del PRI, fue asesinado el 28 de septiembre de 1994, seis meses después del asesinato de Luis Donaldo Colosio. 

A las 9:32 de la mañana, un sicario se acercó a José Francisco y le disparó en el cuello. Horas más tarde, se supo que el hombre que disparó era Daniel Aguilar Treviño y había sido detenido por un policía que resguardaba una sucursal bancaria. 

En sus declaraciones, el asesino inculpó a un funcionario de la Cámara de Diputados. Se trataba de un político tamaulipeco llamado Fernando Rodríguez González, asesor del diputado Manuel Muñóz Rocha quien habría filtrado la agenda del político guerrerense. 

Los boletos de avión utilizados por Daniel Aguilar Treviño, asesino confeso de Ruiz Massieu, fueron comprados con recursos de la Cámara de Diputados. Treviño fue sentenciado a 50 años de cárcel y el entonces diputado Manuel Muñóz Rocha continúa desaparecido.

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Pero hubo otra teoría que pronto las autoridades mexicanas desecharon. Mario Ruiz Massieu, hermano de la víctima, acusó al entonces senador Enrique Cárdenas González y al diputado Manuel Garza González de ser los autores intelectuales del magnicidio. 

Mario Ruiz Massieu renunció como subprocurador de la entonces Procuraduría General de la República y se afilió al Partido de la Revolución Democrática (PRD) tras acusar a la clase política priista de haber asesinado a su hermano. 

En 1994 Mario Ruiz Massieu se fue de México y al año siguiente fue detenido en los Estados Unidos con $46,000 dólares en efectivo cuando salía del aeropuerto rumbo a Madrid, España. Luego se supo que estaba acusado en este país por lavado de dinero. 

Mario Ruiz Massieu permanecía en arresto domiciliario en Nueva Jersey, Estados Unidos el día que se suicidó. Era 15 de septiembre de 1999 y las autoridades estadounidenses aseguraron que el detenido murió por una sobredosis de antidepresivos; nadie vio su cuerpo, alimentando las teorías de la conspiración. 

El caso no resuelto del asesinato del Cardenal Posadas Ocampo

Otro asesinato que sin duda causó indignación en la sociedad mexicana ocurrió un 24 de mayo de 1993. El Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo fue asesinado en el aeropuerto de Guadalajara en un hecho, que hasta la fecha, no ha sido aclarado. 

La versión oficial asegura que se trató de una confusión. En teoría, el cártel de los hermanos Arellano Félix pretendía asesinar a su acérrimo rival Joaquín el Chapo Guzmán y el Cardenal habría sido ultimado por unos sicarios que lo confundieron con un narcotraficante. 

Así de sencilla fue la explicación para la muerte de uno de los prelados más queridos que ha tenido Guadalajara. 

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Ese día, el Cardenal se encontraba en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara, en medio de una situación de violencia relacionada con el narcotráfico que había estado afectando a la región. Mientras esperaba dentro de su automóvil en el estacionamiento del aeropuerto, un grupo de hombres armados abrió fuego contra el vehículo del Cardenal.

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Algunos testigos contaron que después de asesinar al Cardenal, los sicarios sacaron del automóvil un portafolio negro. Otros hablaron de una supuesta narcolista que Posadas Ocampo protegió con su vida. 

La crónica del asesinato de Posadas Ocampo revela un acto violento y confuso. Los atacantes dispararon múltiples veces contra el automóvil del Cardenal causando una intensa balacera que generó pánico entre los presentes en el lugar. Posadas Ocampo fue alcanzado por varias balas y perdió la vida en el lugar de los hechos.

Las circunstancias exactas que rodearon el asesinato de Posadas Ocampo han sido objeto de debate y especulación. La Procuraduría General de la República dijo que el ataque fue resultado de un caso de identidad equivocada por parte de los agresores quienes habrían confundido el vehículo del cardenal con el de un narcotraficante rival. Sin embargo, también surgieron teorías sobre posibles motivaciones políticas o incluso una conspiración para silenciar la voz crítica de Posadas Ocampo contra el narcotráfico y la corrupción en México.

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El asesinato del Cardenal Posadas Ocampo conmocionó a la sociedad mexicana y dejó una profunda huella en la comunidad católica. Las investigaciones y juicios posteriores siguen siendo objeto de controversia y cuestionamientos sobre la verdadera naturaleza de los motivos detrás del crimen.

Los magnicidios de Luis Donaldo Colosio, José Francisco Ruiz Massieu y el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo sacudieron a México hace treinta años e hicieron de 1993 y 1994 años en los que la estabilidad de México peligró ante la violencia ejercida por unos cuantos. Una violencia que pretendía retirar del camino a quienes tenían mucho por decir y cuyos secretos, hasta ahora, jamás han sido revelados. 

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