Delitos contra mujeres dentro del Ejército, envueltos en la opacidad

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La filtración de más de 4 millones de correos electrónicos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) por los hackers de Guacamaya Leaks en octubre de 2022 abrieron la compuerta de uno de los peores secretos a voces dentro de las Fuerzas Armadas: los casos de acoso y abuso sexual dentro de la institución.

En las conversaciones expuestas se reveló que la Sedena tenía registrados decenas de casos de abuso sexual que cometieron cargos superiores a subalternas, incluso a civiles y en otros casos, como práctica de tortura.

No sabríamos de esto si no fuera por la filtración de los archivos, porque la opacidad con la que operan las fuerzas castrenses ponen un velo en su operación que no nos permite ver -mucho menos atender- los abusos que se cometen en sus propias filas.

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Desigualdad en número y rango

Las Fuerzas Armadas siguen siendo un terreno desigual entre hombres y mujeres. En 2019, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) documentó que solamente habían 25,495 mujeres (12%) en el Ejército y Fuerza Aérea, una minúscula parte comparado con los 188,762 hombres que lo componen (el 88%).

Ese mismo año, por primera vez en más de un siglo desde la creación del Ejército mexicano en 1913 y la inclusión de las mujeres en 1938, la piloto Karen Vanesa Velázquez Ruíz voló el avión de combate más veloz de la fuerza aérea mexicana, un F5 ultrasónico. 

En ese mismo informe -que es el más reciente presentado por el Inmujeres- solo cuatro mujeres ocupaban el puesto de General Brigadier, el más alto que podían ocupar. 

Nada ha cambiado desde entonces. Al contrario, de acuerdo con el sitio oficial del gobierno mexicano, incluso hay menos mujeres en los cuerpos militares: ahora son 18,660 (9%) y 188,248 hombres (91%), según la última actualización del Observatorio para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos en septiembre de 2023, es decir hay 26% menos mujeres que hace cuatro años.

Esta desproporcionalidad provoca atrasos en materia de perspectiva de género y derechos humanos, aunque desde hace décadas se le ha pedido a la institución armada que avance respondiendo a las leyes nacionales y los acuerdos internacionales de los que es parte México como la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, ratificada por México el 9 de enero de 1999.

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De acuerdo con un reportaje del periódico El Sol de México de 2006 a 2021 se pusieron 582 denuncias por conductas de índole sexual al interior de la Sedena, pero sólo 33 militares fueron procesados por esos delitos, lo que equivale a una efectividad de justicia de sólo 5.6% dentro de la institución o, dicho de otra manera, el 94% de los casos no se procesan.

La estructura se construye con estereotipos de género

Daira Arana, directora regional de la organización de análisis sobre asuntos internacionales Global Thought Mx, nos dijo que un tema sobre la estructura del Ejército es, por un lado, la jerarquía ligada a la violencia que ejercen hacia los subordinados y hay una gran número de mujeres que están en el nivel más bajo dentro de las Fuerzas Armadas que las hace propensas a sufrir violencias propias de la jerarquía.

“Pero hay una adicional que es la violencia de género derivada de cómo se construye el ser militar o soldado en el Ejército mexicano -y en muchos otros ejércitos- donde se necesita que sean valientes, muy fuertes, capaces de poner su vida en riesgo, con tal de salvaguardar al Estado y se presume, por un estereotipo de género, que las mujeres no tienen esas características”, detalló Arana.

Esto genera una violencia simbólica donde las mujeres son percibidas como ‘eso que no se quiere ser’ -débiles, dependientes, indefensas- y se les empuja a que pierdan esas características que se asume que tienen, nos dijo la especialista. 

“La autonomía que tienen las Fuerzas Armadas en el ámbito penal y legal, que tengan todavía un tribunal especializado o todo lo que tiene que ver con la dimensión militar de la justicia, es un tema importante porque es una forma en la que el propio gremio va protegiendo los actos que se cometen dentro de él (…) ese esquema de injusticias e impunidad es algo recurrente dentro de las Fuerzas Armadas”, resaltó la experta.

Aumento de participación en la vida pública incrementa su poder

Las Fuerzas Armadas salieron de sus cuarteles en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) con la excusa de la guerra contra el narco, se incluyeron en la seguridad pública y continuaron con esa tarea en el siguiente sexenio con Enrique Peña Nieto, además de tareas de vigilancia de puertos marítimos y actuando en auxilio por catástrofes naturales, como el sismo del 19 de septiembre de 2017.

Desde entonces han ido abarcando cada vez más espacio. Con López Obrador al frente del país desde 2018, las Fuerzas Armadas participaron en la construcción de sus mega proyectos como el Aeropuerto internacional Felipe Ángeles (AIFA), el Tren Maya y ahora como empresarios de la aerolínea mexicana que le dio el presidente a la Sedena, como te explicamos en esta nota.

Daira Arana nos explicó que con estas nuevas responsabilidades y amplia participación en la vida pública del país, el Ejército incrementa su poder sobre todo en la toma de decisiones en cuestiones gubernamentales. 

“La opacidad es parte del gremio militar, es una fórmula que permite mantener dentro de la propia institución su mística, su cultura, su visión de las cosas y al exterior, la imagen que se tiene que dar pues es una imagen de salvaguardar la integridad de la nación y de la población”, detalló Arana.

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Gran parte del problema es que mayores responsabilidades no significa que construyan mecanismos de rendición de cuentas y transparencia a los que se pueda someter a las fuerzas castrenses, sino que el Ejército se incluye en ámbitos civiles con todo y la opacidad que acompaña a su institución. 

Esto vuelve a poner en riesgo a las mujeres dentro de las Fuerzas Armadas, ya que aumentan las probabilidades de que los casos queden impunes o que se busque invisibilizarlos de la forma que sea. 

Finalmente, la especialista advirtió que para las mujeres que están fuera también puede empeorar el panorama, pues estadísticamente crecen las probabilidades de que los elementos del Ejército cometan violaciones graves a derechos humanos con un sesgo de género cuando están haciendo el papel de policías, como la tortura sexual.

¿Qué tiene que pasar para que el Ejército asuma su responsabilidad con las mujeres?

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