Depresión y ansiedad, un efecto secundario de la pandemia en la niñez y juventud mexicana

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Lily, de 11 años, fue diagnosticada con una depresión severa. Esto pasó dos meses después de que la encontraron en medio de un charco de sangre en el patio de la escuela tras haber sufrido una caída de más de cuatro metros de altura desde un balcón.

La adolescente cayó de cabeza y se le abrió el cráneo por la mitad. “Eso le salvó la vida”, dijeron los doctores a su familia consternada cuando fue atendida en un hospital privado. Lily no recuerda nada del incidente.

La familia nos cuenta que desde mediados de la pandemia por la COVID-19 habían notado ciertos cambios en el comportamiento de Lily. Se encontraba más ausente y menos alegre en las reuniones familiares, como si su actitud fuera forzada. “Antes era una niña muy tierna”, explicó su primo casi de la misma edad que Lily.

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Apenas tenía 10 años cuando cambió su predilecto color morado por el negro y dejó de ser una buena alumna para ser una estudiante que reprobaba hasta las materias más sencillas

El único interés de Lily eran las redes sociales, Youtube para ser más precisos. La mamá y el papá de Lily pensaron que estos cambios eran por la edad, el encierro por la pandemia y la frustración que le causaba a ella y a sus hermanos la ineficiencia de las clases en línea.

No había indicios de ningún problema grave en la salud mental de Lily, nos dijo su familia. Después, el regreso a clases presenciales no solucionó el problema, quizás hasta lo agravó. La desconexión de la joven con sus compañeros se notaba, no recordaba sus nombres y su grupo de amigos se limitó a dos, comentaron sus parientes. 

La carga de tareas escolares se incrementó de manera abrupta y también las exigencias para recuperar lo que no se aprendió en los últimos dos ciclos escolares. Luego pasó la caída, a lo que la familia se refiere como el accidente, aunque se trató de un intento de suicidio.

Luego de varias semanas hospitalizada, Lily salió en silla de ruedas hacia una recuperación que duró meses. Incluyó atención física, psiquiátrica y psicológica para ella y toda su familia. Hace poco cumplió los 12 años y los celebró dando un paseo en bicicleta cerca de su casa. Corrió con suerte: muchos niños y niñas no lo logran. 

La salud socioemocional de las infancias y adolescencias es fundamental

Lamentablemente la salud mental de las infancias no es un tema al que ponemos tanta atención, pero los estudios como el que realizó Mexicanos Primero- una organización que promueve y defiende el derecho a aprender de todas las niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ) en México- nos recuerdan su importancia.

El estudio Aprender a estar bien, estar bien para aprender de Mexicanos Primero sostiene que los aprendizajes que se refieren a las emociones, los afectos y las actitudes -que son igual o más importantes que los conocimientos básicos escolares- han quedado rezagados tanto en la investigación educativa como en el diseño de política pública.

Para realizar este estudio, el equipo de investigación de la organización aplicó un cuestionario directamente a 2001 niñas, niños y adolescentes (NNA) de 10 a 15 años durante abril y mayo de 2021 y a 1,502 en noviembre y diciembre de ese mismo año en los estados de Campeche y Yucatán.

Antonio Villalpando, sociólogo e investigador de Mexicanos Primero, nos explicó que la muestra que utilizaron para el estudio es representativa para cierto estrato de la población y aunque no es estadísticamente significativa a nivel nacional, logra contrastar el estado de la salud mental de los NNA encuestados durante el proceso de regreso a clases presenciales.

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De acuerdo con los datos del estudio, 500,000 niños, niñas y adolescentes en el país piensan que “las cosas nunca les saldrán bien”. También indica que de 2006 a 2021 ha habido un aumento de intentos de suicidio en este grupo de 4.2%, pues pasó de 1.1% a 5.3%.

El estudio de Mexicanos Primero afirma que este incremento coincide con el confinamiento por la pandemia de COVID-19 y que en el 2020 se presenta la mayor cantidad de intentos de suicidio, donde seis de cada 100 de la niñez y las juventudes de nuestro país trataron de quitarse la vida.

El estudio se centra en dos importantes problemas de salud mental: depresión y ansiedad. La investigación encontró que sentirse triste y “feo o fea” tiene una relación con el bajo desempeño en lectura y matemáticas tras el regreso a clases presenciales.

Lo que se creía era que el regreso a la vida escolar normal iba a incrementar el desempeño del alumnado, “pero lo que nosotros encontramos es que solo mejoraron los puntajes de aquellos menores y adolescentes que se sintieron menos tristes y menos feos o feas al regreso presencial”, detalló Villalpando.

Las niñas, más propensas a sufrir ansiedad y depresión

El investigador Antonio Villalpando nos señaló que existe una mayor tendencia de las niñas y adolescentes a sufrir trastornos de ansiedad y depresión. Aunque el estudio no abarcó las causas de estos problemas de salud mental sí demuestra que las niñas tienen promedios más altos en los 10 indicadores de ansiedad y depresión del estudio, detalló.

“Hay ciertas condiciones como ser niña de los 10 a los 12 años y haber presenciado violencia en el hogar que están fuertemente asociadas con sufrir tanto depresión como ansiedad. Esto no significa que no haya niños, niñas más grandes o que no haya visto peleas en el hogar que puedan sufrir estos trastornos”, detalló.

De hecho, durante la pandemia la prevalencia de pensamientos suicidas fue más alta en las mujeres pasando de 6.6% en 2018 a 8.8% en 2019 y 2020, comparado con la de los hombres que pasó de 3.6% en 2018 a 5.1% en 2019 y 3.9% en 2020, según datos de Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.

Villalpando nos dijo que la transición de la primaria a la secundaria son los años en los que la ansiedad y la depresión tienen mayor prevalencia; esto también afecta más a las niñas.

“Cuando pasan de la primaria a la secundaria las niñas tienden a sentir que pierden relaciones sociales y eso las estresa y deprime, mientras que a los niños el factor estresante es que la carga escolar o las materias son más difíciles”, agregó el experto. Además especificó que esta tendencia que pudieron observar no viene en el estudio, ya que se abordará de manera particular.

La salud socioemocional no se midió por autoridades educativas

Las autoridades educativas aún no tienen una evaluación de la situación emocional que están enfrentando las infancias y adolescencias ni se aborda de manera específica en la edición 2022 de los Indicadores nacionales de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu).

Los indicadores del Mejoredu ofrecen estadísticas sobre las condiciones socioecónomicas, demógraficas y geográficas de la población estudiantil e incluye datos de los niños, niñas y adolescenttes con condiciones especiales como discapacidad, discriminación, migración, hablantes de lenguas indígenas y otros, pero no mide los trastornos socioemocionales que están padeciendo.

A pesar de la urgencia no existe un panorama nacional sobre cómo se sienten las y los estudiantes, qué tanto del rezago educativo se debe a los problemas de salud mental y mucho menos se están realizando acciones para contener a nuestras infancias y adolescencias así como garantizar su aprendizaje. ¿Qué están esperando?

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