No es nuevo que cada vez que el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene una oportunidad para lanzar otro dardo contra el Instituto Nacional Electoral (INE) la aprovecha.
Así pasó en 2021 cuando aprovechó las multas a Samuel García para atacar al INE, o las marchas del #INENoSeToca para mencionar que estaban siendo organizadas por los “neoliberales”, por mencionar algunos ejemplos.
Pero más allá de las críticas en su contra, el INE es uno de los organismos electorales más modernos a nivel mundial por no decir necesarios. Antes de este instituto electoral el gobierno federal era quien organizaba las elecciones. ¿Estaríamos seguros de nuestro voto si esto volviera a ser así?
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¿Qué pasaba antes del IFE/INE?
Breve historia
Antes de 1990 el gobierno organizaba las elecciones, a través de la Comisión Federal Electoral, encabezada por la Secretaría de Gobernación. El equivalente a la actualidad sería si hoy se creara una nueva comisión y estuviera encabezada por Adán Augusto López Hernández.
1990 fue el año más decisivo para la democracia en el país. “Después de las elecciones de 1988 y gracias a un importante acuerdo político, el Congreso reformó la ley y mandato la creación del Instituto Federal Electoral”, según la página del INE.
Esto apenas era una idea/proyecto de ley. Fue hasta 1996 cuando el Congreso reforzó la autonomía e independencia del IFE, al separarla completamente del Poder Ejecutivo de su integración y reservar el voto para los consejeros ciudadanos.
Como resultado de estas reformas para dar autonomía, el Congreso lo formalizó en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) y ordenó oficialmente la creación del Instituto Federal Electoral (IFE).
Ataques al IFE/INE
El profesor en Ciencia Política de The Wilf Family Department of Politics de la Universidad de Nueva York, Adam Przeworski, mencionó en entrevista con el diario Reforma, que independientemente de lo ocurra con el INE, el daño a la democracia está hecho, luego de que el Gobierno federal pusiera en duda los resultados de las elecciones que el mismo Instituto organiza.
Los ataques y cuestionamientos al INE no son nuevos, tal es el caso del famoso “voto por voto” de 2006. Sin embargo, según analistas e integrantes de organismos electorales, los más duros han sido en los últimos años.
Por ejemplo, Edmundo Jacobo Molina, secretario ejecutivo del INE, informó el 28 de marzo que presentó su renuncia ante Lorenzo Córdova. Será efectiva a partir del próximo 3 de abril. El verdadero tema es el por qué se va.
Según Jacobo Medina ha recibido ataques y señalamientos desde Palacio Nacional que le impiden seguir desempeñando su cargo con eficacia.
“Después iniciaron los ataques sobre mí y mi trayectoria, incluso desde las conferencias cotidianas que desde Palacio Nacional encabeza el presidente de la República, se ha incluso llegado a señalar que tengo tres décadas como servidor público de la autoridad electoral nacional, señalamiento es evidentemente una falsedad“, señaló en una conferencia.
También el 3 de abril, Ciro Murayama, junto con otros tres consejeros terminarán su cargo. Incluso señaló en entrevista con Forbes México que los años más difíciles para el órgano electoral han sido en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues dijo, es el jefe del Estado mexicano quien ataca y hasta busca “desaparecer” al INE.
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El futuro del INE
Este año, cuatro consejeros del INE finalizan su encargo. Durante 9 años, implementaron las reformas electorales aprobadas en 2014, prepararon la elección presidencial de 2018, apoyaron en la organización de 56 comicios para elegir a gobernadores y estuvieron en dos administraciones federales de diferentes partidos (PRI y Morena).
Además, la madrugada de este viernes 31 de marzo, la Cámara de Diputados definió a la nueva presidenta, Guadalupe Taddei Zavala, presuntamente cercada de Morena por ser prima del superdelegado del Bienestar en Sonora, Jorge Taddei.
Independientemente de qué pase con los nuevos integrantes y consejeros, desde su creación, la finalidad del INE es contar con una institución imparcial que dé certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales y locales. ¿Nos gustaría volver al viejo modelo?
