“En estos momentos, todos somos héroes”: enfermera contagiada de COVID-19

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Personal médico no cuenta con protección

Aurea Moreno, de 46 años, nunca imaginó en sus 20 años como enfermera que algún día enfrentaría a un virus completamente nuevo como el COVID-19 y, mucho menos, que ella sería una de las personas infectadas por él.

Eran los primeros días de abril. México acababa de entrar a la Fase 2 de la pandemia que ha cobrado la vida de cerca de 300 mil personas en el mundo y más de cuatro mil en México. Mientras que miles de mexicanos se quedaban en sus casas, Aurea tenía que salir todos los días a trabajar jornadas de 11 horas diarias para atender hasta a cinco pacientes a la vez contagiados por el nuevo coronavirus, en el Hospital Regional 1o. de Octubre del ISSSTE

Hasta que el 13 de abril este nuevo virus atacó su cuerpo. Como el de Aurea, en todo el país se han registrado más de 8,500 casos de COVID-19 entre el personal médico, que está en la primera línea de batalla contra la enfermedad. 

De ellos: 41% son personal de enfermería, 37% médico, 19% profesionales de otras áreas, 2% laboratoristas y 1% dentistas, de acuerdo con la última información de la Secretaría de Salud. Hasta el momento, 111 de ellos han perdido la vida.

Aunque estimaciones iniciales calculaban que entre 10 y 15% del personal de salud se contagiaría, la realidad tiene “otros datos”. Hasta el momento, 23.5% de los contagios de coronavirus en el país se concentra en este sector.

Vivir en una cápsula

Aurea nunca había sentido miedo, hasta ahora. Estaba acostumbrada a ver todo tipo de pacientes, con enfermedades distintas todos los días, pero ninguna como el coronavirus. “Es una enfermedad nueva y para la cual no tenía ninguna preparación y mucho menos protección”, dice. 

En el hospital donde trabaja sólo le dieron dos trajes de protección y un cubrebocas sencillo. “Tenía mucho miedo, por mí, por mi familia. Yo no quería vivir esto así, desprotegida. Lo único que pensé esos días fue en renunciar, no me importaba. Sabía que no estábamos preparados para esto”, cuenta a Cuestione. Por eso es que ante la falta de recursos, se organizó con sus compañeras para comprar mascarillas N-95, como las que usaban los doctores de otros países.

Pero ni estas mascarillas, ni lavarse las manos hasta 30 veces al día, la salvaron de ser una de las más de 40,000 personas contagiadas por COVID-19 en el país. Los primeros días, además de miedo, comenzó a tener fiebres altas, dolor de garganta, vómito, diarrea y un cansancio crónico que la hacían sentirse como “una muñeca de trapo”, recuerda. 

Además, el virus también llegó a su familia. Rogelio, de 28 años, uno de sus tres hijos y enfermero del Centro Médico ABC, estuvo al cuidado de su mamá los primeros días, hasta que el SARS-COV2 también lo atacó a él y tuvo que ponerse en cuarentena. Ahora los dos necesitarían que alguien los cuidara.

Este 13 de mayo, Aurea cumplió un mes “encapsulada” en la casa de sus papás, en Amecameca, Estado de México, a donde fue a pasar la cuarentena para que ellos cuidaran de ella. En el cuarto en donde está refugiada tuvo que improvisar una protección de plástico para intentar proteger a sus papás, mayores de 70 años. En esa “cápsula”, como su mamá le llama, Aurea recibe su desayuno, comida y cena.

Aurea “encapsulada” en casa de sus papás. Foto: Cortesía

Los contagios del sector salud

El gobierno de México ha recurrido a la contratación de miles de trabajadores de la salud para atender a los pacientes, el problema es que por cada contagio de un médico o enfermera “hay que retirar a cuatro o cinco personas de su círculo íntimo para que esté en cuarentena, por lo que los grupos de trabajo son cada vez más pequeños”, dice el neumólogo José Elizalde en entrevista con el diario El País

Hasta el 11 de mayo, más de la mitad de los de contagios en el personal médico han sucedido en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS):

Incluso Fabiana Zepeda Arias, mejor conocida como Jefa Fabiana, a cargo de la División de Programas de Enfermería del IMSS y rostro de las enfermeras y enfermeros en esta pandemia, también dio positivo al COVID-19, según informó en su cuenta de Twitter.

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De regreso a la batalla

Aurea ya se siente lista para regresar a trabajar el próximo 22 de mayo, y seguir en la batalla contra el COVID-19, pero ahora sin miedo –dice–, pues cree que ya ha vencido al virus y ahora le toca de nuevo cuidar de sus pacientes.

Cuando se le pregunta que si ella se considera “heroína” en esta batalla dice que no, pues su trabajo siempre es de alto riesgo y su vocación es la de ayudar siempre al otro, en realidad “en estos momentos todos somos héroes”, reconoce.

Y aunque, en efecto, todos ellos son héroes en esta lucha, enfermeras como Aurea o como los miles de médicos y doctoras que están en hospitales, dejan a sus familias y hogares atrás para cuidar de otras vidas, y la mayoría de las veces, sin la protección necesaria para su trabajo. 

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