Del “por encima de la ley nadie” a “por encima de la ley está mi dignidad”: el giro de AMLO

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Hay cosas que, para el presidente Andrés Manuel López Obrador, están por encima de la ley en México: la justicia y su dignidad. Según dijo recientemente, la autoridad moral y política del presidente están por encima de “cualquier reglamento”. Está lógica la usó como argumento para defenderse luego de ser criticado por dar a conocer el teléfono celular de la jefa de corresponsalías de The New York Times, Natalie Kitroeff, durante la mañanera del 22 de febrero de 2024.

Los señalamientos iniciaron a causa de que el presidente expuso un cuestionario que le envió la reportera del medio estadounidense pidiendo su versión sobre una investigación que hizo la Administración de Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) por presuntas aportaciones del crimen organizado a su campaña de 2018.

El reportaje indica que la investigación de Estados Unidos apuntaba a que los hijos de López Obrador y otras personas cercanas habrían recibido millones de dólares del crimen organizado; también dice que la investigación no prosperó porque las tres personas con conocimiento del caso en las que se basan las acusaciones no tenían autorización de declarar en público.

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Añadió que el gobierno de Estados Unidos nunca abrió una investigación formal a AMLO y los funcionarios que estaban haciendo la indagatoria al final la archivaron, porque el país gobernado en ese entonces por Donald Trump no tenía la voluntad para rastrear información que pudiera implicar al mandatario en actos delictivos.

Durante la lectura de la carta con preguntas que le envió reportera del New York Times en aquella mañanera, López Obrador también dio a conocer el número telefónico de la periodista, por lo que el Instituto Nacional de Transparencia (INAI) anunció que se iniciaría una investigación contra el presidente mexicano. Sin embargo, Andrés Manuel justificó que su derecho a defenderse de “calumnias” está “por encima de cualquier reglamento” y que “por encima de la ley está la autoridad moral, la autoridad política” del presidente.

La evolución de su discurso

Pero esto no siempre fue así. En su propio discurso de toma de protesta en 2018, López Obrador prometió que en su sexenio habría “un auténtico Estado de derecho, tal como lo resume la frase de nuestros liberales del siglo XIX, al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie”. Es decir, todo lo contrario a la postura que el presidente está tomando en este caso.

Esta frase la utilizó en cada oportunidad a lo largo de cinco años. La repitió en su primer informe de gobierno en 2019 cuando afirmó que ya existe un Estado de Derecho en México y de paso dijo que “el Poder Ejecutivo ya no interviene, como era costumbre, en las determinaciones del Poder Legislativo ni del Judicial”. En 2020 lo repitió para aclarar que no había impunidad en el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014.

El presidente usó las mismas palabras que se atribuyen al abogado y político liberal de los tiempo de la Reforma, José María Iglesias, cuando el ex dirigente del PRI capitalino, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, fue detenido en 2021 por explotación sexual: “ya se acabó la impunidad (…) por encima de la ley nadie”, dijo AMLO en ese momento.

Con esa frase celebró que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en 2022 concedió un amparo a Alejandra Cuevas y canceló una orden de aprehensión contra su madre Laura Morán Servín por el supuesto homicidio de Federico Gertz, hermano del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero “por encima de la ley nadie”, señaló. Ni el fiscal.

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También en 2023 usó esta sentencia cuando arremetió contra el ministro de la SCJN, Luis María Aguilar, quien concedió un amparo para que no se entregarán los libros de texto gratuitos luego de que la gobernadora de Chihuahua y el gobernador de Coahuila presentaron controversias constitucionales: “al margen de la ley nada”.

La arbitrariedad

Ahora las cosas han cambiado. En su último año de gobierno, la dignidad del presidente de la nación es más importante que la seguridad de las y los periodistas, cosa que alertó no sólo al medio estadounidense The New York Times, sino a todo el gremio, pues los ataques a la prensa desde el poder significan una amenaza para la libertad de expresión y la democracia.

El politólogo y catedrático de la UNAM, Jorge Márquez, nos explicó que además de que evidentemente el presidente López Obrador está rompiendo el marco legal, sus cambios de opinión generan un ambiente de incertidumbre donde predomina la arbitrariedad, porque tampoco hay claridad de qué es esa moral a la que él se refiere.

“La arbitrariedad es el método de quienes gobiernan con el terror, porque cuando hay leyes, sabes a qué atenerte. Y ese es el peligro, porque es el origen de todas las dictaduras, de los totalitarismos. Un mundo en el que ya no hay certeza (…) siempre es peligroso alguien que dice ‘yo estoy por encima de ustedes’”, destacó Márquez. 

El especialista nos explicó que la gravedad radica en quién pronuncia estas palabras, es decir, quién sostiene que su persona o su posición está por encima de las reglas que rigen a la sociedad. No es lo mismo que lo diga una o un ciudadano “de a pie” que el presidente de la República con todo el poder que acumula por su posición.

El catedrático también consideró que, aunque el discurso de López Obrador evolucionó desde “nadie por encima de la ley” hasta “mi dignidad como presidente por encima de la ley”, no es contradictorio con sus actos, ya que el mandatario ha hecho lo posible por violentar la Constitución y las leyes en cada oportunidad.

“Son cientos de ocasiones en las que han querido sorprender, en algunas lo han logrado (…) han tenido aliados para hacer sus trampas, como el ex ministro Arturo Zaldívar que congeló tantas solicitudes de inconstitucionalidad. Es totalmente congruente con lo que han hecho”, detalló.

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El mayor problema de todo esto, resaltó Márquez, es que se está creando un aura de impunidad que en el último tramo del sexenio se muestra más cínicamente y el presidente está dejando una bomba de tiempo para la siguiente administración, gane quien gane la presidencia.

En una especie de engaño psicológico, el presidente decidió radicalizar más su postura para afianzar las bases que ya tiene ganadas utilizando artimañas habituales como la cacería de brujas contra el gremio periodístico como lo ha hecho a lo largo de su gobierno, nos explicó el politólogo. Otra cosa sería si tratara de flexibilizar su discurso y no crear más enemigos de los que ya ha ganado, consideró Márquez.

Pero no. La guerra entre los buenos y malos, entre quienes le apoyan incondicionalmente y quienes lo cuestionan, parece que va a permanecer hasta el último día de su gobierno. Y mientras más se acerca el día de la despedida, es probable que veamos a un López Obrador que, sintiéndose todopoderoso, arremeta con mayor fuerza contra quienes no comulgan con él, o pero aún, con quienes se atrevan a preguntarle sobre su labor como líder mundial.

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