Violencia contra periodistas en México no cede, según reporte de Artículo 19

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En 2023 se registró un ataque a la prensa en México cada 16 horas, según documenta el más reciente informe “Violencia contra la prensa en 2023 ¿Cambio o continuidad?” de la organización Artículo 19. Este documento incluye el asesinato de cinco periodistas y la desaparición de uno el año pasado, cifras que mantienen a México como uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo

Pero, ¿qué hay detrás de estas cifras que ya por más de una década alarman a la sociedad civil? ¿Por qué en México matan a tantos periodistas siendo este un país dónde la libertad de prensa y expresión están supuestamente garantizadas en la Constitución? 

Alejandra Ibarra Chaoul es una periodista y politóloga mexicana cuya labor de investigación y monitoreo en casos de violencia a la prensa ha arrojado una nueva hipótesis a la discusión: a los periodistas en México no se les asesina por encontrar el hilo negro, sino por dar voz a los descontentos de las comunidades y poner en evidencia las fallas de la autoridad o presencia de la mafia, sea esta quien ocupa una presidencia municipal o quien dirige un cártel. 

La violencia en México abarca todo

En 2023 se registró el asesinato de cinco periodistas, una disminución importante del año anterior 2022 en el que hubo 12 casos de periodistas asesinados –el peor año para la prensa registrado. 

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El contexto de violencia generalizada que se vive en el país se refleja también en la violencia que sufre la prensa mexicana. La tendencia de homicidios a periodistas en México ha seguido la de los homicidios dolosos en el país, que si bien bajó el año pasado en comparación con los primeros años del sexenio históricamente violentos, sigue siendo un problema a niveles históricos.

El fenómeno de asesinatos de periodistas no está centralizado, ni es una orden que viene desde arriba, como es el caso de los encarcelamientos a periodistas en otros países. Sin embargo si es sistematizado, constante y sostenido en el tiempo a lo largo de ya varios sexenios.

Los casos recientes y más mediáticos de periodistas destapando escándalos de corrupción han terminado en diferentes tipos de censura, pero no en la muerte, entonces ¿quiénes mueren? Si bien es cierto que el nivel de visibilidad de muchos periodistas reconocidos les otorga un grado importante de protección, Alejandra Ibarra nos explicó que en el escenario local y en el nacional se observan dos fenómenos diferentes con consecuencias también diferentes. 

¿Homicídio o censura?

En su libro Causa de muerte: Cuestionar al poder, Alejandra Ibarra presenta a fondo cuatro casos emblemáticos de periodistas asesinados en México en los últimos años. Entre las historias de Nevith Condés Jaramillo, Javier Valdez, Samir Flores y Juan Antonio Salgado Burgoin encuentra una serie de características en común que apuntan a un nuevo diagnóstico del problema.

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Todos estos eran periodistas ciudadanos o reporteros locales, figuras respetadas por la comunidad con la capacidad de promover la participación social que decidieron salirse del molde de narrador omnisciente asociado al periodista y tomaron una postura respecto a un hecho, y finalmente cuestionaron al poder y su narrativa en un periodo de inestabilidad para esta autoridad –ya sea política o criminal como en el caso de Javier Valdez.

El riesgo no es tener un pedacito de información previamente desconocido, sino ser el portavoz comunitario que dice estamos hartos de lo que ya sabemos todos”. Muchos de los periodistas locales asesinados “no proponen información nueva, sino que concentran un malestar comunitario y toman una postura”, nos dijo Alejandra Ibarra.

Estos son, para Ibarra, los factores de riesgo que separan el fenómeno de los homicidios a periodistas de entre toda la violencia que enfrenta la prensa.

Periodismo local en riesgo

Existe una visión en el imaginario colectivo de quién es “El Periodista”. Esta idea viene de una narrativa hollywoodense en las que este gran hombre en traje derrota instituciones con el poder de su pluma y de la verdad. Pero esto está muy lejos de la realidad mexicana, sobre todo a nivel local. 

Los periodistas locales y comunitarios en México son personas involucradas en lo cívico que borran las líneas entre el activismo, la defensa del territorio y el periodismo. Sus perfiles al igual que sus homicidios no se alcanzan a explicar solamente por un tema de censura.

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“Partimos de una idea idealizada de quienes son los periodistas y que era lo que hacían que los ponía en riesgo y nos estamos alejando de entender realmente a estas personas en sus realidades. Lo que los ponía en riesgo era su participación política y su participación en lo cívico, mucho más que sus publicaciones”, nos dijo la también directora de Defensores de la Democracia, una organización civil dedicada a guardar el archivo histórico del trabajo de periodistas asesinados. 

La causa de muerte de un periodista local puede ser cuestionar a un alcalde que no tapa un bache o poner en ridículo a un capo del narco. 

Estos periodistas, al ser figuras visibles, sus homicidios sirven como ejemplo. La violencia letal contra periodistas no solo se usa para silenciar, también sirve para “regresar a su lugar” a quienes cuestionan el orden de las cosas e incomodan al poder. Es “una violencia enraizada en las masculinidades”, nos comenta Ibarra. 

Hostigamiento y ataques

Por otra parte están los ataques constantes a prensa en todo tipo de publicaciones que vienen de todos los niveles de autoridad, estos se dan tanto en lo local, como en el ámbito nacional y se reportan constantemente desde el centro del país. De hecho el tipo de violencia más documentado en 2023 por Artículo 19 fue la intimidación y hostigamiento y la entidad en la que más agresiones se denunciaron fue la Ciudad de México.

Si bien el homicidio de comunicadores no es un fenómeno nuevo en este sexenio, cuando se habla de hostigamiento y acoso a periodistas por parte de la autoridad es importante empezar por el titular del ejecutivo federal. Desde la conferencia mañanera Andrés Manuel López Obrados se ha dedicado a desprestigiar e intimidar a la prensa crítica y a periodistas en particular. 

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Parece que para el presidente cualquier cuestionamiento es “una ofensa personal” lo cual también contribuye al clima de rechazo y hostigamiento a la prensa. Es así como desde la cúpula del poder político en México el presidente replica el comportamiento de presidentes municipales ofendidos por los medios. 

Desafíos hacia adelante

En la explicación que da Ibarra al fenómeno de los homicidios a periodistas hay un rayo de esperanza a la crisis. “Es un problema que sigue fuera de control porque es un problema que ha sido mal diagnosticado”, nos dijo.

Al entender los homicidios como parte de una dinámica comunitaria en la que la autoridad no tolera cuestionamientos civiles y busca silenciar a quienes tienen una plataforma para hacerlos, se puede entender que la solución tiene que ser también comunitaria y localizada. 

Voltear a ver a los periodistas que funcionan como voceros comunitarios y ser conscientes de que son estos los más vulnerables puede llevar no solo a un mayor arropamiento y cuidado entre su comunidad, sino que también le da a las autoridades preocupadas por el tema un foco de atención.

La libertad de prensa está constantemente bajo ataque en México y aunque desde el centro del país se le da muchas vueltas al tema muy poco se ha podido hacer para detenerlo. ¿Está lista la sociedad civil para irse a lo local y proteger a quienes están más en riesgo?

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