Personal médico sufre trastornos psiquiátricos y emocionales… sin apoyo

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 Agotados y solos, enfrentan al COVID-19

Luis es jefe de piso de enfermería en el área COVID-19 de la Clínica 24 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), al norte de la Ciudad de México. Ahí mismo se contagió del virus. El enojo por haber salido positivo a coronavirus y la preocupación de no poder ver a su familia, fueron su única compañía durante las tres semanas que pasó en recuperación encerrado en su casa. 

Al volver a su puesto de trabajo, también regresó al estrés y la tristeza. En tres meses de pandemia se le han muerto cuatro conocidos que trabajaban en otros hospitales, entre ellos, una de sus amigas. A mediados de mayo, ya había 111 profesionales de la salud que habían fallecido por COVID-19 y se contabilizaban más de ocho mil contagios, según la Secretaría de Salud. 

El personal de salud ha visto morir a más personas en un periodo más corto de tiempo que al que estaban acostumbrados, enfrentan más presión laboral y temor constante de ser contagiados. Algunos se alejaron de sus familias para evitar exponerlas al virus, pero aún así tienen que cumplir con su jornada laboral. Trabajar en estas condiciones podría ser una realidad para algunos de los trabajadores de salud pública, que llevan tres meses atendiendo a pacientes de COVID-19 sin pausa.  

Las condiciones extremas y vivir con un duelo constante alrededor, hará que muchas de las personas que trabajan en clínicas y hospitales desarrollen Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), cuadros depresivos y ansiedad generalizada. Eso nos explicó Jesús Onofre, psicoanalista y encargado del programa de prevención en el Instituto Tecnológico de Monterrey, en entrevista con Cuestione.

Las personas que trabajan en condiciones adversas, como las que ahora enfrenta el personal médico, pueden experimentar agotamiento físico y emocional, mejor conocido como “burnout”, el cual es reconocido como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y también como un factor de riesgo laboral por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Los síntomas son dolores de cabeza, problemas intestinales, fatiga emocional y rendimiento reducido. 

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Salud mental para personal médico

Una vez por semana, Luis y sus compañeros reciben en el hospital a dos voluntarios que tratan de aliviar su situación emocional, juntan una decena de personas y les dan pláticas sobre manejo de emociones y estrés. Pero no es suficiente. Luis cree que necesita atención psicológica personalizada, que por cierto, nadie le ha ofrecido en el hospital para el que trabaja.

Maritza, quien es asistente médica en el área de quirófanos en el Hospital de Especialidades de la Raza, ha invertido siete mil pesos en atender su salud mental y física con un terapeuta alternativo particular, luego de también ser contagiada de coronavirus. Gana 12 mil pesos al mes, pero por distintos descuentos recibe menos, así que su familia fue quien la ayudó a pagar sus cuentas y la de su hija de 14 años. 

La primera vez que Maritza acudió al servicio de atención mental para personal médico de ese hospital fue para informar que estaba contagiada de coronavirus. La psicóloga fue cálida y amable, pero no ofreció más ayuda, solo “que le echara ganas”. 

Al volver de sus dos meses de incapacidad, por enfermedad general y no por riesgo de trabajo, Maritza volvió a buscar ayuda y encontró a la misma mujer, pero fría y transformada en una autómata por el cansancio y el hartazgo. Maritza dice que hay solo una persona dedicada a la salud mental de todo el personal médico.

Para atender la salud mental del personal médico, la Secretaría de Salud federal recomienda rotación de personas entre áreas peligrosas y no tan peligrosas, así como áreas de descanso y de comunicación de las emociones, entre otras medidas. Estas medidas no se cumplen y son insuficientes, coincidieron Luis y Maritza, en entrevista con Cuestione.

Era necesario esperar para determinar las necesidades de atención mental del personal médico en los hospitales. Por eso, a principios de junio comenzaron a funcionar las brigadas de cuidado, conformadas por psicólogos, psiquiatras y personal especializado, dijo Diana Tejadilla, directora de Normatividad y Coordinación Institucional de la Secretaría de Salud federal, en entrevista con Cuestione.

Sin poder precisar de cuántos brigadistas de trataba, Diana Tejadilla explicó que no se contrató personal para la atención de la salud mental de médicos, enfermeras y trabajadores de hospitales, y que estas brigadas fueron conformadas con psicólogos y psiquiatras que ya trabajaban para la dependencia, aunque también se sumaron organizaciones no gubernamentales. 

Desde el inicio de la pandemia, hay líneas de ayuda telefónica para atención del personal de salud. Estas llamadas son atendidas por especialistas de la UNAM y del Hospital psiquiátrico Fray Bernardino, de esa misma dependencia. 

También existe material multimedia de autocuidado e higiene mental y medición del estrés en la página de la Secretaría, y ahora se suma el trabajo de los brigadistas, pero el personal de salud a veces tiene reservas para pedir ayuda, “no quieren tener contacto con nadie, se quieren ir a descansar, están exhaustos”, añadió Diana Tejadilla.

Volver al trabajo, una realidad para todas las personas

No solo el personal médico se enfrenta al estrés de la pandemia. Se deben tomar en cuenta las consecuencias para las personas que trabajaron desde casa y ahora tendrán que volver a sus centros laborales, lo que podría representar altos niveles de estrés y miedo de ser contagiados, dijo Jesús Onofre.

Durante la pandemia, se ha demostrado que en México el trabajo a distancia está muy lejos de conciliar la vida laboral entre la personal, explica Cristian López, psicólogo y sociólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en entrevista con Cuestione.

Jornadas de trabajo extendidas, abusos laborales, incluyendo el monitoreo constante de los jefes hacia los empleados para verificar si están trabajando o no, y la doble carga para las mujeres, que son quienes realizan las actividades domésticas, de cuidado de la familia y laborales en un mismo espacio, genera mayores niveles de estrés y ansiedad, dice López.

Para las personas trabajadoras de diferentes áreas, el regreso a oficinas y otros centros de trabajo después del COVID-19 también podría representar un alivio, porque al menos habría una división entre las horas reglamentarias de jornada laboral y las de vida personal, lo cual no ha ocurrido durante la pandemia, añade López.

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Recomendaciones para volver a la realidad 

En México, desde antes de la pandemia, 75% de las personas que trabajan ya experimentaban estrés laboral, según datos del IMSS. Y aunque muchas ya están regresando a sus trabajos, los contagios por COVID-19 siguen aumentando.

Estas son algunas de las recomendaciones de los especialistas consultados por este medio:

  1. Para controlar el miedo es necesario contar con información. Tanto de las medidas de seguridad para regresar al trabajo, como la higiene constante, así como de la información del avance del virus.
  2. Establecer una dimensión real del miedo. Es decir, preguntarse si existen elementos reales para sentirlo. Un ejemplo, si se toman las medidas de distanciamiento e higiene y se tiene una buena salud, hay menos riesgo de contagio, entonces no hay razones fundadas para sentir un miedo desbordado. Es normal sentir miedo, pero hay que colocarlo en su justa dimensión.
  3. Hacer acopio de las maneras en las que hemos enfrentado otras situaciones adversas en la vida. Cada persona es diferente y experimenta y trasciende situaciones difíciles a su modo, lo que hay que hacer es acordarnos de cómo lo logramos en otras ocasiones.
  4. Buscar ayuda psicológica. En México, la atención a la salud mental está estigmatizada y se sigue pensando que solo los locos van al psicólogo, pero el estrés, la ansiedad y la depresión, no son un estado normal de salud.

México ya era uno de los países con mayores índices de insatisfacción laboral en el mundo desde antes la pandemia. Habrá que decidir entre enfrentar la realidad como sea y volver a trabajar, o ser parte de los ocho millones de personas que se quedaron sin trabajo durante este periodo.

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