Por primera vez en su historia, el PRI no tiene un candidato o candidata para competir por la Presidencia de México, luego de que el 30 de agosto de 2023 la alianza de la que forma parte junto al PRD y PAN decidió respaldar a la senadora panista Xóchitl Gálvez Ruiz en las próximas elecciones federales de 2024 quien competía contra la priista Beatriz Paredes para liderar a la oposición.
Alejandro Moreno, el líder nacional de ese partido, fue quien dio el anuncio de que la coalición respaldaría a Gálvez Ruiz y no a la aspirante priista Beatriz Paredes. Incluso antes de esto, Moreno había declarado a medios que los números estaban a favor de Xóchitl Gálvez.
El motivo que dio el Frente Amplio por México fue que las encuestas telefónicas y domiciliarias que realizaron hasta el momento del anuncio indicaron una ventaja de 15 puntos a favor de la panista.
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La consulta ciudadana del Frente Amplio Por México programada para el 3 de septiembre de 2023 con la que concluiría el proceso interno de la oposición en la que participarían 2,297,529 simpatizantes registradas en su plataforma fue cancelada.
La decisión ya estaba tomada; el PRI le había dado la espalda a Paredes quien no se expresó públicamente sobre esto sino hasta el día siguiente, aunque ya se había distribuido el mensaje que dio frente a los Comités Directivos Estatales de su partido en el que reconoció que los resultados de las encuestas no la favorecían.
Sorprendió a todos porque apenas unos días antes, Paredes había afirmado que no se bajaría de la contienda y lo sostuvo después en entrevistas en la que explicó que no se bajó, sino que perdió.
“Expreso mi respeto y reconocimiento a @XochitlGalvez, aprecio sus expresiones cuidadosas hacia mi persona y valoro las coincidencias. Sigamos adelante por el bien de México y el #FrenteAmplioPorMéxico”, publicó Beatriz Paredes en su cuenta de X el 31 de agosto de 2023. Así, el PRI se quedó sin ser representado como partido por primera vez en toda su historia en unas elecciones presidenciales.
¿Podría ser el fin del PRI?
Está claro que no es el mejor momento para el PRI, pero tampoco es el único en el que se ha pronosticado su debacle. En 1997 cuando perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y en el 2000 cuando ganó el ex presidente Vicente Fox también se habló de la desaparición del partido, nos explicó el politólogo Rogelio Velasco.
Sin embargo, volvió al poder Ejecutivo con Enrique Peña Nieto, aunque luego se lo arrebató la ola que seguía al presidente Andrés Manuel López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). A partir de ahí solo perdió espacios; en junio de 2023 también se quedó sin el Estado de México, considerado el bastión priista por excelencia.
La conversación sobre el ocaso del partido tricolor resurge en cada escenario: ¿es el fin del PRI?
“Yo creo que esto refleja más un anhelo que una opinión objetiva (…) Todo parecía indicar que ese partido iba en esa dirección: perdió la mayoría en las Cámaras, luego pierde la Presidencia, entonces todo mundo daba por muerto al partido. Creo que si una lección nos ha dejado la vida política es que ese partido en particular tiene la disciplina y las bases necesarias para mantenerse a niveles competitivos”, nos dijo Velasco.
El especialista consideró que aunque existen riesgos para el PRI debido a la reconfiguración política de país de las últimas dos décadas, considera muy difícil que pierda el registro y más bien, que la estrategia que están persiguiendo es ganar el tiempo necesario para reagruparse sin llevar la carga de la elección presidencial y realizar los cambios que necesita el partido ante el panorama actual de México.
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La fuerza del PRI recae en la coalición
Para el politólogo Jorge Márquez, el PRI tocó fondo en 2018 y todo lo que ha pasado desde ese año ha sido una recuperación gradual y los esfuerzos para adaptarse a la nueva realidad del Revolucionario Institucional como un partido mediano que requiere de la fórmula de coalición y del sentimiento anti morenista para sobrevivir.
“Desaparición para nada, porque se está muy lejos de la intención del voto para la pérdida de registros, tendrá suficiente presupuesto el siguiente año para ser más o menos competitivo; yendo en alianza van a conseguir a lo mejor un poquito más que en el 2021 y además vienen cosas que no parecen tan negativas para el PRI”, como que varios gobiernos estatales de Morena cumplirán seis años y la oposición puede aprovechar ese desgaste para intentar colocarse en algunos, nos compartió Márquez.
El especialista nos explicó que tanto el PRI como los otros dos partidos de la oposición (PAN y PRD) se fueron desarticulando conforme Morena se fortalecía en una buena parte por sus desertores.
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Y por otro lado algunos de los líderes de sindicatos y sectores que le daban gran margen de negociación al partido dirigido por Alejandro Moreno se han ido mudando hacia el partido oficial, como Antonio Ramírez Pineda, ex director general del ISSSTE en este sexenio, quien es hijo de Heladio Ramírez, ex líder de la Confederación Nacional Campesina (CNC).
“(…) al menos una parte importante ya está en Morena. Estos sectores son cada vez menos relevantes para el PRI porque actualmente de ahí no viene su voto”, nos dijo Márquez. También explicó que el PRI, a fuerza de toda esta sacudida, está buscando nuevos sectores fuera de los tradicionales y hasta nuevo perfil de sus votantes.
Finalmente Jorge Márquez consideró que por sí solos los partidos opositores no están en condiciones de negociar ni con las cúpulas empresariales, ni con los grandes sindicatos y esos sectores que en algún momento mantuvieron cerca, pero sí son atractivos para aquellos agraviados por Morena.
Si el PRI no desaparece como partido, las proyecciones dicen que sus únicas posibilidades existen si permanecen aliados con el PAN y con el PRD, pero esto también depende de los resultados de las elecciones de 2024 y de que jueguen cuidadosamente cada una de sus cartas.
