Rompiendo mitos: ¿son más felices las mujeres solteras y sin hijos?

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¿Las mujeres son más felices y saludables cuando no se casan ni tienen hijos? Esto es lo que propone Paul Dolan, profesor de Ciencias del Comportamiento en el Departamento de Política Social en la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, en su libro Happy Ever After. Escaping the myth of the perfect life (Felices por Siempre. Escapando al mito de la vida perfecta, 2019) en el que asegura que los beneficios del matrimonio son mayores para los hombres que para las mujeres. 

De acuerdo con el autor, los hombres suelen ‘tranquilizarse’ mucho cuando se casan y dejan de correr tantos riesgos. Por el contrario, los riesgos de daños a la salud física y mental para las mujeres aumentan al casarse, sobre todo si el matrimonio no resulta bien.

Además, un estudio llamado Single Lifestyles UK 2017, realizado en Reino Unido dos años antes de la publicación del libro de Dolan por la agencia de inteligencia de mercado Mintel, sostiene la misma premisa, revelando que el 61% de las mujeres solteras encuestadas dicen estar contentas con su estado civil, en comparación con el 49% de los hombres solteros. 

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“En general, parece que los británicos solteros no tienen prisa por encontrar pareja. Hasta el 70% de los solteros en el Reino Unido dicen que no han intentado activamente encontrar pareja en los últimos 12 meses, cifra que aumenta hasta el 75% de las mujeres”, dice el informe de Mintel.

Los roles que se están rompiendo

Le preguntamos al sociólogo y catedrático de la UNAM, Roberto Álvarez Manzo, si este planteamiento tiene sentido en una sociedad como la mexicana. Nos dijo que en nuestro país estamos ante un momento de reconfiguración de los roles de género que se han establecido socialmente y que estos cambios, apoyados en los movimientos de empoderamiento de la mujer, desafían el concepto de “felicidad” como lo tenemos entendido.

“El tema de la felicidad va estrechamente vinculado a lo que una sociedad, un grupo humano, puede visualizar como factores de éxito, logro personal, gustos, satisfacciones, no nada más en lo que los seres humanos definimos, sino lo que define el grupo”, detalló el especialista.

Álvarez Manzo nos explicó que, por otra parte, es muy importante visualizar el tema desde la construcción social del género, como lo aborda la antropóloga mexicana Marcela Lagarde y de los Ríos en su libro Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas, publicado a finales de la década de los 80, que analiza esos cinco estereotipos de comportamiento para la mujer que marcan la pauta de cómo debe actuar, es decir, lo que socialmente se espera de ella.

Entre estos estereotipos o cautiverios, como los llama la autora, hay uno en particular: el de la madresposa, que es un rol que se creó para las mujeres y que obedece a la dinámica de lo que una mujer debe llevar a cabo en cuanto a su ser, identidad, proyectos, en función de ser mamá y de ser esposa, nos dijo el especialista.

“Es una figura cuidadora, que tiene que estar en casa, que debe ser un gran modelo. Una figura abnegada que sacrificará muchas cosas por el bienestar de hijos, esposos, familia. Y con estas reconfiguraciones que ahora se están haciendo de los roles, me parece que vamos a encontrar por qué las mujeres ya se están resistiendo al rol de madre y esposa que socialmente les están imponiendo”, detalló.

Añadió que este rol por muchos años ha sido injusto porque la carga del cuidado, de la crianza de los hijos, el cuidado de los hogares y las actividades domésticas han recaído mayoritariamente en las mujeres. Como te contamos en esta nota, las mujeres invierten alrededor de 30 horas semanales en trabajo doméstico no remunerado para sus propios hogares, contra 11 horas de trabajo doméstico invertidas por los hombres a la semana.

“Al hombre, en este tipo de sociedades donde hay inequidades de género, no le importa estar o no casado. A la esposa la pueden ver como una asistente personal, una persona que lo va a atender en todos los temas, que lo alimenta, que lo satisface sexualmente”, nos dijo Álvarez Manzo.

El entrevistado añadió que dentro del mismo androcentrismo -visión del mundo que sitúa al hombre como centro de todas las cosas-, estas configuraciones masculinas, que además son muy violentas, el hombre sigue teniendo ciertas libertades, les deja las condiciones “aparentemente muy cómodas”. 

“Me parece muy lógico -no solo en otros países como Reino Unido, sino en México- que si una mujer se empieza a dar cuenta de lo que le puede esperar en el matrimonio con personas que tienen unas masculinidades muy chapadas a la antigua, construidas sobre estos patrones machistas, androcéntricos y violentos (…) el tener una condición de vida que no está atada a esta lógica de género, le va a parecer satisfactoria y liberadora”, detalló.

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Para tener un panorama de la situación en México, en el tercer trimestre de 2023, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el país había 100,600,000 personas de 15 años o más, de esta cantidad casi el 37% estaban casadas, el 33% solteras, el 18% vivía en unión libre y el 12% estuvo en una relación previa (separadas, divorciadas o viudas).

El mismo informe del INEGI -publicado en febrero de 2024- indica que la relación divorcios-matrimonios muestra una tendencia creciente en los últimos 12 años: el aumento fue de 15 a 33 divorcios por cada 100 matrimonios entre 2010 y 2022 y la Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado (ENBIARE) de 2021 reportó que el estado anímico general de las mujeres casadas, en una escala del 0 al 10, promedió 4.7 mientras que el de los hombres reportó 5.6.

Familias diferentes y baja densidad poblacional

Claro que estas reconfiguraciones tienen efectos en el tejido social, nos dijo el sociólogo Roberto Álvarez Manzo. Uno de ellos es la construcción de distintos tipos de familias: las que no tienen hijos; las trans-especies que consideren a sus mascotas, plantas y hasta elementos de Inteligencia Artificial como parte de la familia; aquellas en las que los vínculos se amplían a más de dos personas en una relación sexo-afectiva como en el poliamor, y un gran número de alternativas que se escapan de las condiciones del matrimonio tradicional.

Sin embargo, el especialista destacó que en México la familia tradicional seguirá existiendo durante largo tiempo debido a la complejidad de nuestro país, donde los sistemas tradicionales y las costumbres siguen estando muy arraigados en muchas regiones.

Otro efecto de estas reconfiguraciones sociales tiene que ver con la disminución de la densidad poblacional, ya que hemos estado experimentando, por diversos factores, una reducción en el número de hijos que tienen las familias, nos explicó el entrevistado. Si en la época de los 40 y 50 las parejas solían tener hasta 10 hijos, hoy en día el número es más limitado, incluso hay una gran cantidad de hijos únicos y muchas parejas que deciden voluntariamente no procrear.

Esta situación afecta principalmente en tres aspectos, nos dijo Roberto Álvarez. Uno es el laboral porque en el futuro habrá menos fuerza de trabajo, lo que obligará a que se replanteen los sistemas de trabajo, las relaciones obrero-patronales, además del uso de la tecnología y los sistemas para el retiro.

Otro punto es respecto al tema educativo, donde las aulas tendrán cada vez un menor número de estudiantes y se requerirá que se reconfiguren las estructuras y sistemas de educación, tanto públicos como privados, para dar atención a poblaciones estudiantiles con necesidades diferentes no solo cognitivas, sino afectivas.

Este último aspecto está relacionado con el tercer efecto, que tiene que ver con una tendencia hacia la soledad, señaló el especialista, porque el número de personas que existan a nuestro alrededor también afectará el tipo de lazos que construímos con las personas. “No es solo que tengas menos gente para convivir, sino el tipo de convivencia que llevas con las personas”, destacó.

Las redes sociales, la inseguridad, la economía, el trabajo remoto y las reconfiguraciones sociales aportan a la tendencia de “preferir estar solos”, destacó Álvarez Manzo.

Al final, una buena parte de estas consecuencias tienen que ver con la construcción de las relaciones entre géneros que han predominado en sistemas tradicionales, patriarcales, desde muchos años atrás y para contrarrestarlos también es necesario reflexionar sobre las masculinidades tóxicas y las definiciones de los roles que se asignan tanto a hombres como mujeres.

Quizás estamos a tiempo de encontrar una manera equilibrada de conseguir la felicidad y la compañía de manera armoniosa e igualitaria, ¿estará la sociedad lista para eso?

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