Tragedias de la juventud mexicana: homicidios, desapariciones y la ausencia de verdad

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Siria Fernanda Villalobos no alcanzó a cumplir 20 años. 35 balas le quitaron la vida el lunes 25 de septiembre al salir de una cancha deportiva en la colonia Chihuahua 2000,  en el estado de Chihuahua. 

La joven era estudiante de segundo semestre de Ingeniería Química de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Chihuahua y una promesa del futbol. Siria Fernanda era delantera del equipo Adelitas de la universidad y saliendo de entrenar de su deporte favorito fue sorprendida por hombres armados que le dispararon con rifles de asalto AR-15 y con una pistola calibre 9 milímetros. 

Para el viernes 29 de septiembre, César Jauregui Moreno, fiscal general del estado, ofreció una conferencia de prensa para explicar el posible motivo del crimen contra Siria. La conclusión preliminar es que no había motivo para quitarle la vida. El asesinato de la adolescente pudo ser una confusión. 

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Hasta el momento, la fiscalía de Chihuahua tiene detenidas a dos personas por el homicidio de Siria Fernanda. Uno de ellos podría ser el autor material del crimen y el otro su cómplice. 

El asesinato de Siria Fernanda ocurre en un bimestre especialmente trágico para las y los jóvenes en México. En agosto desaparecieron cinco jóvenes en Lagos de Moreno, Jalisco; en septiembre secuestraron a siete jóvenes y asesinaron a seis de ellos en Malpaso, Zacatecas, y asesinaron a Siria Fernanda. En las tres tragedias hay una constante: la ausencia de verdad.

FOTO: CUARTOSCURO.

Terror en Zacatecas: el oscuro amanecer para siete jóvenes de Malpaso

El asesinato de la joven Siria Fernanda en Chihuahua, ocurre justo cuando en Zacatecas desaparecen siete muchachos que estaban en una fiesta.

La madrugada del domingo 24 de septiembre, el silencio y la serenidad que caracterizan al rancho “El Potrerito” en la comunidad de Malpaso, municipio de Villanueva, Zacatecas, fueron abruptamente interrumpidos por la llegada de un comando armado que sembró terror en este rincón del norte de México. Siete jóvenes estudiantes, trabajadores, se convirtieron en víctimas de un secuestro que estremeció a la comunidad.

“Tiraron los balazos en la recámara donde se encontraban los niños, entraron a la recámara de las niñas y las sacaron, les dijeron que no les iban a hacer nada. Las niñas cuentan que a los niños los formaron descalzos y se los llevaron, también se robaron una camioneta para llevarse a los niños”, narró una de las madres mientras bloqueaba la carretera en señal de protesta para que las autoridades dieran con el paradero de su hijo.

“Eran unos niños” relató otra madre a los medios de comunicación. Todos eran adolescentes entre los 14 y 18 años: Jesús Manuel Rodríguez Robles, Sergio Yobani Acevedo Rodríguez, Gumaro Santacruz Carrillo, Diego Rodríguez Vidales, Héctor Alejandro Saucedo Acevedo, Óscar Ernesto Rojas Alvarado y Jorge Alberto René Ocón Acevedo.

Malely Linares Sánchez, docente investigadora de la Universidad Autónoma de Zacatecas, se sintió desgarrada cuando se enteró de la desaparición y asesinato de los jóvenes zacatecanos “porque aquí lo que estamos viendo es un nivel de violencia multidimensional en donde las y los jóvenes en Zacatecas carecen de acceso educativo,  de acceso laboral, habitan la precarización, la expulsión de sus territorios en medio de un escenario de guerra, de terror, de desplazamientos”. 

El martes, a dos días de la desaparición de los siete jóvenes, “llegaron 500 elementos del Ejército mexicano con 65 vehículos”, relata la académica para Cuestione. 

Para el miércoles en la tarde, tres días después de la desaparición de los muchachos, la Fiscalía General de Justicia de Zacatecas confirmó la localización de seis de los siete muchachos sin vida y un sobreviviente que todavía se encuentra resguardado en un hospital de la localidad. 

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“(…) Lamentablemente se encontraron los seis cuerpos de los jóvenes sin vida. La fiscalía acudió al lugar, es una sierra de difícil acceso, realizó los peritajes y trabajos forenses”, detalló Reyes. 

La indignación de la docente Malely Sánchez por la tragedia en Zacatecas, tiene varios motivos; la criminalización de las juventudes, la normalización de los juvenicidios y la negligencia institucional. 

“No hay garantías de seguridad ni de acompañamiento en el momento que corresponde, hay una criminalización de las y los jóvenes y no podemos esperar a que sea uno de nuestros familiares y amigos, los que terminan asesinados para actuar antes de que nos arrebaten a esa población joven que desea vivir libre, que desea vivir en paz en sus territorios”, dice Sánchez. 

La fiscalía del estado informó que detuvo a dos personas que estarían involucrados en el secuestro y asesinato de los jóvenes en Villanueva. Los detenidos son dos adolescentes de 15 y 16 años de edad.

Mientras otras tragedias se cuelan en los medios de comunicación, familiares de las víctimas en Zacatecas y en Chihuahua siguen buscando respuestas sobre el asesinato de sus hijos e hijas.

Lagos de Moreno: la vulnerabilidad de una generación

El martes 15 de agosto, un grito desgarrador interrumpió la tranquilidad de la noche en un video que congeló el corazón de quienes lo presenciaron. En las imágenes, cinco muchachos: Roberto Olmeda, Diego Lara, Uriel Galván, Jaime Martínez y Dante Cedillo, víctimas de un secuestro que los sumió en una pesadilla el 11 de agosto. 

Sus familias, desesperadas por noticias de su paradero, fueron sacudidas por la crudeza de las imágenes donde se ven a los muchachos obligados a matarse unos a otros por órdenes de un grupo del narcotráfico. 

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Estos jóvenes, con edades entre 19 y 22 años, compartían una profunda amistad desde la infancia. Aunque sus caminos los habían llevado por rutas diferentes, los atardeceres juntos en el barrio seguían siendo una constante en sus vidas. Roberto estudiaba ingeniería, Diego era herrero, Jaime albañil y Dante había emprendido su propio negocio. 

Magali Lara, hermana de Diego, fue la primera en alzar la voz ante la desaparición de los muchachos, escribiendo en redes sociales: “Urgente: desde anoche, nuestras vidas están sumidas en angustia”. Desde ese momento, las familias se unieron en un esfuerzo desesperado por obtener respuestas y avanzar en la búsqueda de sus seres queridos.

En los Altos de Jalisco y en la parte norte del Estado, una cruel realidad prevalece: la ley del narcotráfico. La disputa entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco por el control de la región ha dejado un rastro de sangre y sufrimiento. La antropóloga Rossana Reguillo lo describe como el paso de la “necromáquina”, una máquina de muerte que engulle cuerpos y territorios para luego expulsarlos en forma de fosas y cadáveres.

Han pasado casi dos meses desde la desaparición de Roberto, Diego, Uriel, Jaime y Dante y todavía no hay noticias de su paradero. Hasta el momento hay un detenido y todas las dudas sin respuesta.

Juventud en peligro: el homicidio como la principal amenaza

En México, una alarmante realidad recae sobre la juventud del país. El homicidio se ha convertido en la principal causa de muerte entre las personas de entre 15 y 34 años, una franja considerada vital para la productividad económica de la nación, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

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La elevada tasa de homicidios entre la juventud mexicana representa una crisis que va más allá de la pérdida de vidas individuales; “tiene consecuencias económicas, sociales y políticas significativas para el país”, detalla Luz Karime Abadía, decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Javeriana de Colombia.

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La académica explica que cada homicidio representa la pérdida de una vida joven y, en muchos casos, potencialmente productiva. “Esto resulta en una disminución directa de la fuerza laboral del país, lo que puede afectar la capacidad de México para competir económicamente a nivel nacional e internacional”.

La pérdida de vidas jóvenes y productivas también tiene un impacto económico significativo, subraya Abadía. “La inversión en educación y capacitación de jóvenes se desperdicia, y las familias afectadas pueden enfrentar dificultades económicas, lo que a su vez puede tener un efecto dominó en la economía local y nacional”.

Las cifras reveladas por el Instituto muestran que los homicidios superan a otros factores mortales para los jóvenes como accidentes, enfermedades y suicidios. Aunque el homicidio ocupa el octavo lugar entre las 10 principales causas de muerte registradas, su impacto es desproporcionadamente alto en la juventud mexicana, especialmente en los hombres.

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En el año 2022, se registraron un total de 32,223 homicidios en México. Los datos del INEGI detallan que durante ese mismo año, se reportaron 6,390 homicidios de personas de 15 a 24 años, 9,227 en el grupo de edad de 25 a 34 años y 6,949 en el rango de 35 a 44 años. En total, estos tres grupos sumaron una cifra de 22,566 personas que perdieron la vida al ser asesinadas.

Los 9,227 homicidios ocurridos el año pasado en el rango de edad entre 25 a 34 años, superan los 5,181 muertes totales por accidentes de tránsito registradas en el año 2022 y los 8,123 suicidios totales presentados en el mismo periodo. 

Vivir en la zozobra: la realidad de la juventud mexicana

En Zacatecas hay 3,660 personas desaparecidas y no localizadas y la vida nocturna para la docente Malely Sánchez y los jóvenes zacatecanos es “de mucho temor, mucho riesgo”, nos cuenta. 

A raíz de la desaparición y asesinato de los jóvenes en el rancho “El Potrerito, Sánchez le cuenta a Cuestione que muchos de los locales que podrían frecuentar los jóvenes se han cerrado y no hay medidas de seguridad donde puedan sentirse tranquilos y seguros.

“Estamos viviendo un modelo privatizador de la vida de los jóvenes en donde todos terminamos siendo una sociedad excedentaria que ya ni siquiera está siendo contemplada como mano de obra barata”, puntualiza la investigadora. 

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En Reynosa, Tamaulipas, una fuente que prefiere guardar el anonimato, le cuenta a Cuestione que acaban de robar una camioneta en plena luz del día “con una muchachita de 21 años dentro”. 

Cuando le preguntamos qué precauciones toman los jóvenes en Reynosa para poder tener una vida nocturna segura, su respuesta es que el cuidado no es en la noche “sino durante todo el día porque desgraciadamente, la violencia es parte de nuestra vida cotidiana”. 

Mientras la sociedad se moviliza en busca de respuestas y soluciones, hay un oscuro capítulo para la historia de la juventud en México que permanece como un recordatorio de la vulnerabilidad que enfrentan en sus comunidades. La esperanza de un retorno a la calma y la seguridad se mantiene viva, pero el miedo y la incertidumbre siguen acechando las noches en varios rincones del país.  

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