Trump y AMLO, una relación por conveniencia que cada vez se tensa más

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No es amor sincero, ¿pero pasará al odio?

La amenaza de una imposición arancelaria del 5% a los productos mexicanos que ingresen a Estados Unidos a partir del próximo lunes 10 de junio sigue en puerta. Los esfuerzos diplomáticos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador para revertirla no han prosperado, hasta hoy.

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Pero México no puede considerarse engañado. Esa ha sido la estrategia sistemática de Donald Trump, desde los tiempos de su primera campaña presidencial: descalificar al vecino del sur, desconocer acuerdos y recurrir al discurso de la intimidación.

Trump fundamenta su molestia en lo que considera una escasa o de plano nula colaboración de México para contener el paso de personas indocumentadas a EU; el fracaso de la estrategia contra el narcotráfico y el provecho que ha sacado su socio comercial durante décadas de una relación “dispareja”. Los estadounidenses aportan más de lo que reciben, según su óptica.

El pasado 3 de mayo publicó en su cuenta de Twitter uno de tantos mensajes que dejan clara su posición.

Pero la historia de “rencor” se remonta a 2015, cuando Trump se presentó como precandidato a la Casa Blanca y se refirió a México como el responsable de enviar a su país “drogas” y “violadores”.

Al anunciar su candidatura prometió que construiría un muro para sellar la frontera común, que comprende alrededor de 3 mil 142 kilómetros, y que ese muro lo pagaría México. Esa propuesta fue uno de los pilares de su agenda.

Fueron momentos de tensión diplomática con el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, que en un primer momento le apostó al diálogo en pro de rescatar los lazos bilaterales, lo que al parecer surtió efecto. En junio de ese mismo año, Trump corrigió e incluso dijo que le “gustaba” México, pero que debía velar por los intereses de su país.

A “Juan Trump”, con todo respeto

Trump no se tienta el corazón para expresar su sentir hacia México, pero con Andrés Manuel López Obrador tiene un trato distinto y hasta cordial.

Previo al triunfo electoral del político tabasqueño, el diario estadounidense The Washington Post, publicó un comentario atribuido a un exfuncionario de la Casa Blanca, según el cual Trump suele llamar a su homólogo mexicano como “Juan Trump” y cree que ambos comparten un espíritu de “renegados”.

Incluso, en otras ocasiones ha expresado abiertamente que AMLO es una persona “magnífica” y un “caballero”.

Tan pronto se conocieron los resultados electorales de julio de 2018, el presidente de EU se sumó a los mensajes de felicitación para Obrador y dijo que estaba “ansioso” de trabajar con él.

En materia migratoria se lograron acuerdos y se firmó un nuevo tratado comercial, que por instantes parecía imposible.

En marzo pasado, López Obrador reconoció que sostuvo una reunión con Jared Kushner, yerno y asesor del mandatario estadounidense, en la casa de un “amigo en común”, que resultó ser Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa.

Detalló que hablaron de la posible firma de un compromiso para una inversión millonaria destinada a México y Centroamérica.

“Lo hicimos así porque lo consideramos normal hacerlo en ese plan de amistad, cenamos ahí; no fue una reunión rígida”, compartió el tabasqueño en su conferencia mañanera al día siguiente de la tertulia. La relación entre los socios fluía… al parecer.

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Cordialidad por conveniencia

Para el exembajador de México ante las Naciones Unidas (2003-2007), Enrique Berruga Filloy, las relaciones personales de Trump son irrelevantes, lo que cuentan son los hechos y los intereses de su país. Y en este sentido, dijo, tiene a México en la mira, por mucho que le pueda guiñar el ojo al político tabasqueño.

“Él (Trump) lo que ve es un interés para EU y utilidad política. Los tres países que han sido su blanco natural, en desorden, son China, Alemania y México, y con buena razón, porque son los tres países con los que tiene un déficit comercial más abultado Estados Unidos”, señaló Berruga en entrevista para Cuestione.

El diplomático y académico dijo que el pleito con México le ha sido enormemente provechoso a Trump con el electorado, ya que contribuyó a su victoria en los comicios presidenciales y “hasta el día de hoy es una cuestión de utilidad política, ante todo”.

La mano extendida y el discurso del candidato

Hombre que dice lo que piensa y que gusta de responder a sus adversarios, el presidente de México apuesta en este caso por la vía diplomática, la hermandad e incluso la “esencia cristiana” de la sociedad estadounidense para entender las razones de México.

“El pueblo norteamericano va a entender esta situación, estoy seguro de que va a entender que no se resuelve nada con impuestos”, dijo López Obrador este  4 de junio en su conferencia matutina en torno a la amenaza arancelaria, que peligrosamente entró en una cuenta regresiva.

Nada ni nadie podrá separar una sagrada amistad, publicó en Twitter.

En una carta hecha pública el 30 de mayo pasado, escribió a Trump: “De antemano le expreso que no quiero la confrontación. Los pueblos y las naciones que representamos merecen, que ante cualquier conflicto en nuestras relaciones, por graves que sean, se recurra al diálogo y actuemos con prudencia y responsabilidad”.

Atrás quedó la actitud del AMLO, candidato que prometió responder cada ofensa de Trump. “No va a agarrarnos de escarnio (burla). No es que se levantó en la mañana y voy a poner en mi Face: ‘los mexicanos son muy malos’, porque se lo recomendaron sus publicistas. Cuando diga algo, va a tener una respuesta”, fueron sus palabras en enero de 2018.

En ese entonces, estaba cerca la elección y lejos los buenos oficios de la diplomacia.

La pregunta es: ¿desempolvará ese discurso de confrontación o triunfará la negociación de su gobierno?

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