México y el mito del falso mesías

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Vaya que se rasgaron vestiduras, a diestra y siniestra, tras la publicación de la editorial y portada titulada “Mexico’s false messiah” en The Economist de esta semana. 

De nuevo, como sucede desde hace un buen rato en nuestro país, es difícil realizar o encontrar una interpretación razonable del texto, portada y su impacto en medio de la enconada vociferación de esbirros y detractores

Tres son los puntos que creo importante rescatar de la publicación para dimensionarla.

Primero, The Economist es una publicación cuya política editorial tiene un claro perfil ideológico. Quienes tenemos años leyéndola sabemos bien que es una fuente importante de datos y análisis, tomando en cuenta dicho sesgo editorial.

Los que regularmente la leemos también sabemos que de vez en cuando aparecen portadas y textos que asemejan insertos pagados debido a la importante carga ideológico-política que contienen; en estos casos la revista se lanza al activismo en vez de la investigación periodística. 

Por ello es importante saber que el impacto de la portada y editorial “Mexico’s false messiah” probablemente ha tenido un mayor alcance a pesar de que la gran mayoría de la población de México no es su audiencia objetivo. 

Esto es más claro en su edición para las Américas que en el (diferente) texto que publicaron en su edición internacional; al final la editorial le “explica” a la oposición que “deben aprender de él (López Obrador)” porque no pusieron suficiente atención a todos aquellos no beneficiados con la liberalización económica y porque la élite política en México “es realmente corrupta”. 

¿Pues quienes cree The Economist que son la oposición? El texto cierra con un llamado al gobierno de Joe Biden a enviar “silenciosos avisos” de que no se hará de la vista corta con respecto al “autoritarismo que merodea en su patio trasero”; este último es el principal objetivo de la editorial.

Segundo, la editorial de The Economist por desgracia no presenta datos que sustenten lo allí expresado; por el contrario, el texto recurre a adjetivaciones simplonas

El mejor ejemplo es lo que el mismo texto pareciera presentar como argumento principal. En ambos casos –las editoriales que aparecen en sus versiones internacional y para las Américas– el texto parte de argumentar que López Obrador por alguna razón regularmente no aparece entre la lista de populistas autoritarios como Viktor Orban, Narendra Modi o Jair Bolsonaro, y por supuesto no explica que esto es precisamente porque el presidente mexicano difícilmente cae en esta categoría.

López Obrador es mucho más cercano a Luiz Ignacio “Lula” da Silva que a Jair Bolsonaro; sin embargo, termina afirmando la editorial con lo que a nosotros nos resulta un refrito, López Obrador “es un peligro para la democracia mexicana”. Así, sin más; como si la “democracia mexicana” fuese un dechado de estado de derecho en riesgo. Insisto, la población mexicana no es la audiencia central de esta editorial.

Y, finalmente, es importante siempre recordar y recordarle a los editores de The Economist que no importa si es neoliberal o populista, conservador o liberal, nacionalista o globalista, todos los mesías, absolutamente todos, son falsos. Todos. Ese es el principio básico del mesianismo, en especial lo ha sido en el caso del mesianismo político en México. 

Pero en el caso de López Obrador, la adjetivación simplona como “falso mesías” no permite entender el fenómeno político con toda su complejidad: que haya ganado las elecciones presidenciales arropado por un partido político que no controlaba ninguna gubernatura hasta el mismo año de 2018 en que él fue electo; que a pesar de todos los tropiezos de su gobierno siga teniendo una alta tasa de popularidad (arriba del 55%); y, finalmente, que los partidos y movimientos de oposición no cuenten con recursos ideológicos y programáticos para hacerle verdadero frente al partido Morena, por lo que éste muy probablemente ampliará su red política local en las elecciones ya próximas. 

México no se debate entre un falso y verdaderos mesías; se debate entre más de lo mismo y el riesgo que conlleva el cambio. Un proyecto alternativo de cambio que hiciera contrapeso al de López Obrador es lo que hace falta en México.

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