Cambiar el discurso

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Puedes escuchar este texto narrado por L’amargeitor dándole click aquí:

El domingo en la noche vi el primer debate presidencial con mis hijos. Sí, era domingo. Y sí, estábamos viendo una serie buenísima que nos daban cero ganas de parar, pero paramos y pusimos el debate presidencial.

Si no fuera un tema tan serio, la transmisión sería chistosa; lástima que, efectivamente, es un tema muy serio. 

Hay muchísimas cosas que criticar y opinar al respecto de los candidatos, sus argumentos, sus respuestas, sus reacciones verbales y no verbales, sus cartulinas, sus metidas de pata y todos los etcéteras que caben aquí, pero, como no soy especialista política, analítica de debates, ni experta en campañas electorales, me voy a limitar a decir, simplemente, que el panorama… está de la chingada.

Durante toda la transmisión y al terminar el show, (digo, el debate) mis hijos hicieron un comentario tras otro (con la absoluta autoridad y conocimiento de cualquier causa que la adolescencia, obviamente, les da) de todas las barbaridades, mentiras, ataques, comentarios forzados, reclamos, cinismos y demases displays a los que nos hicimos acreedores. 

Me apena decir que más allá de explicarles que este tipo de circos (digo, de debates) pasan en cualquier parte del mundo y que, efectivamente, la estrategia política número uno de la gran mayoría de los candidatos a cualquier cosa a nivel mundial es, lamentablemente, echarle mierda al otro en lugar de proponer acciones y comprometerse a algo con seriedad, no tuve mucho más que defender. Ni nadie por quién cabildear.

Así que después de un buen rato de pelotear el tema y escucharlos mentar madres (todas ciertas) me limité a decir: sí, efectivamente no hay a cuál irle y la situación no pinta nada bien, pero, de todas maneras, el 2 de junio, por más pinche que esté el panorama, vamos a ir a votar, solo que en lugar de votar por nuestro candidato preferido (que insisto, trágicamente, no hay), como sería en un mundo ideal, vamos a votar en contra del que no queremos que pudiera ganar.

En el mundo actual, cada vez más, no se vota a favor de, se vota en contra de

No es romántico, pero es lo que hay y entre antes lo entendamos, mejor.

La cosa, como le digo a mis hijos, es que pase lo que pase, sea quién sea, digan lo que digan, nosotros los ciudadanos tenemos que seguir usando nuestra voz, ejerciendo nuestro derecho democrático a elegir, aunque sea por eliminación, quién queremos, o no queremos, a cargo de este país.

Si para nosotros, este momento nos bajonea y nos hace querer soltar la toalla ¡imagínense a los jóvenes! Para empezar porque los candidatos los tienen muy abandonados en sus discursos (unos más, unos menos), no se sienten identificados con el discurso, no se ven en el mapa, no se les incluye como debería, ni se les habla en su idioma, y además porque al ser eso -jóvenes-, no tienen ninguna referencia de cómo sería vivir en un país sin elecciones libres, sin instituciones, sin Estado de Derecho (el poco que nos queda); nuestros hijos nacieron en un México diferente al nuestro y creen que así son las cosas por naturaleza. 

La realidad es que no. La democracia de este país se tardó muchos años en construir, pero ellos no lo saben y por eso les parece fácil lavarse las manos y mejor armar un plan para el puente del 2 de junio (que casuaaaalmente apareció en el calendario, ¿qué pinche casualidad no?). 

Créanme que los entiendo. Me dan ganas de hacer lo mismo. Pero, la cosa es que  los que van a tener que vivir con las consecuencias de uno u otro candidato, son ellos, nuestros hijos y no sé ustedes pero yo creo que deberían de estar muy pero muy pero muuuy preocupados en cuestión de oportunidades laborales, vivienda, seguridad, y el tipo de país que puede ser uno sin democracia, que ellos no saben, pero es tan frágil.

Es un hecho que los candidatos lo hacen fatal. Pero nosotros tampoco lo hemos hecho tan bien. Gran parte del discurso de nuestros hijos y de la apatía que sienten por este país, es porque llevan años escuchándonos mentar madres del “pinche país”… y pues no, México está lejísimos de ser un país pinche, pero definitivamente tiene un muy pinche gobierno y aunque no lo crean, puede tener uno aún peor.

Entonces, como claramente con los candidatos no contamos para subir a los chavos al barco, nos toca a nosotros hacer ese cabildeo. Hay que tener las conversaciones que haya que tener (con la paciencia que eso puede requerir porque, a veces,  híjoles…) hay que acercarles información, hay que involucrarlos en la conversación, y muy importante: hay que hacerlos entender que no votar NO.ES.UNA.OPCIÓN.

Aunque todos nos caigan gordos.

Aunque no hagamos uno.

Aunque “no haya manera de ganarle al partido en el poder y a su candidata”

Aunque todos sean lo mismo.

No son lo mismo. 

Hay una opción infinitamente más peligrosa que otra. 

Y en eso es en lo que nos tenemos que enfocar. 

Sí, definitivamente seguir viendo la serie ayer era mucho mejor plan ¡pero oigan! Tenemos que hacer lo que tenemos que hacer y tenemos que involucrar a nuestros hijos para que aprendan a hacer lo mismo. ¡Nos urge cambiar el discurso! Meterles ganas de hacer algo por este ¡SU! país y a ser mexicanos que participen regularmente, ejerzan su ciudadanía y sean un factor de cambio, de perdis, en su comunidad.

La situación apremia. 

No tenemos tiempo que perder, pero si tenemos mucho que perder, así que como diría Brozo: ¡uuuórenles!

Tres últimos tips: 

  1. Esto, como el futbol, no se acaba hasta que se acaba, hagan el favor de ignorar las encuestas, la mayoría están manipuladas, mal aplicadas y en muchos casos lo que buscan es ¡precisamente! desanimar a los ciudadanos para que digamos “uuuuy ya no hay manera de ganar”. Ignoren. Hagan lo que tienen que hacer. Sigan haciendo olas a su alrededor para que la gente salga a votar. Si todos votamos, se puede. 

2. Por el amor de Dios no se vayan de viaje ese fin de semana, el 2 de Junio tenemos que ir ¡TODOS!  a votar. 

3. Vean la serie The Bear, que es una joya, pero el día del segundo debate, póngale pausa y siéntense con sus hijos a escuchar… en una de esas, la pasan bien. 

Enseñémosles a hacer lo que hay que hacer por nuestro país, haciéndolo nosotros primero: informarse, involucrarse, participar, ¡votar! Aunque no sea el mundo ideal, es el que hay y en ese vamos todos a vivir. 

No nos podemos desentender.

Otro material de la columnista: Mi nueva oficina

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