Por ahí de 1995, cuando estudiaba la licenciatura, tenía un profesor con una manía curiosa: cada tanto teníamos que entregarle un reporte de lectura con la condición obligatoria de que fuera escrito a mano. Es decir, estaba prohibido el uso de la computadora. No era un mal profe. Sólo estaba muy preocupado por la posibilidad de que no escribiéramos nosotros nuestros propios trabajos. Casi treinta años después, ese riesgo sigue siendo real, pero creo que habrá un acuerdo casi universal en que mi profe representa la peor actitud ante el cambio tecnológico.
Pero este tipo de actitud ha estado muy presente en la reacción a ChatGPT, “un modelo de lenguaje generativo” que “utiliza algoritmos de aprendizaje automático para generar texto que parece haber sido escrito por un ser humano”, según la descripción que esta herramienta hace de sí misma. Muchos críticos han puesto atención en la posibilidad de hacer pasar textos generados por ChatGPT como si hubieran sido escritos completamente por humanos con la intención deliberada de engañar a los lectores.
En el sector educativo, especialmente, este temor ha motivado medidas como la prohibición del uso de ChatGPT o la adquisición de software para detectar si un texto fue generado por inteligencia artificial.
Emblemático de esta actitud recelosa es el artículo de opinión publicado hace unos días por el sociólogo español Manuel Castells, en el que hace un balance de los pros y contras de esta plataforma, para aclarar en el último párrafo que el texto fue generado por ChatGPT tras recibir esta instrucción: “Escribe una nota de opinión sobre ChatGPT como si fueras Manuel Castells”, cerrando con un dramático “Ahora todo es posible” que nos invita a asombrarnos por haber leído las 500 palabras sin darnos cuenta de que no fueron escritas por un humano.
A pesar de estos riesgos, hay muchos usos legítimos y valiosos de ChatGPT. Sin embargo, para utilizar ChatGPT de manera realmente provechosa, los usuarios deben tener en cuenta los mismos principios que se aplican al uso de paquetes estadísticos, que nos facilitan la vida y potencian nuestras capacidades de análisis de información sólo en la medida en que estemos capacitados para comprender los supuestos subyacentes y las limitaciones del modelo, así como para interpretar y ajustar los resultados generados.
Más allá de su valor impresionista, si Castells hubiese escrito por sí mismo el artículo referido antes es poco probable que lo incluiría en el top-ten de sus mejores artículos. Ahora, Castells no explota que ChatGPT simula una conversación, incluyendo la memoria de la información recibida durante las etapas previas del intercambio.
Podemos valernos de esta característica para auxiliarnos en generar textos que sean realmente de nuestra autoría mediante lo que llamo “interacción consciente e informada”. En ella, el usuario está activamente involucrado en el proceso de generación de contenido y toma decisiones informadas sobre cómo utilizar los resultados generados por el modelo.
Por ejemplo, si el usuario sabe que el modelo de lenguaje ha sido entrenado con un conjunto de datos específico que puede contener imprecisiones o ser demasiado vago, en cada fase de la “conversación” puede ajustar el contenido generado para corregir las imprecisiones y orientar el contenido hacia sus objetivos. Entonces, cada nueva respuesta estará impregnada de nuestras preocupaciones, nuestro juicio crítico y nuestros conocimientos.
Con este proceso de aproximación sucesiva, que @MushtaqBilalPhD llama “instigación incremental”, se puede generar un borrador de nuestro texto. En la fase final, imprescindible, editamos en procesador de texto el borrador para hacer las precisiones, añadidos, recortes y elecciones estilísticas que juzguemos oportunas.
Si considera que sería bueno un ejemplo de este procedimiento, pues tiene usted la fortuna de estarlo leyendo en estos momentos. Así se escribió este artículo. Para mayor detalle, en esta dirección encontrará los detalles de la conversación con ChatGPT de la que surgió el texto.
Usted me dirá si es una herramienta con potencial a explotar o si, como profe del 95, debemos ceder a nuestra desconfianza conservadora e intentar detener el futuro con prohibiciones que posiblemente en unos años (o semanas) sean ejemplo de miras estrechas.
Otra colaboración del autor: Intenciones
