Chismes del poliamor

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La promiscuidad conduce a la sabiduría.

Luisgé Martín, en Cien noches

“No se va a comprometer contigo porque ningún hombre quiere para algo serio a una mujer que se va a la cama con otros”, “lo que pasa es que no has estado nunca enamorada de verdad”, “cómo sabes que no te va a cambiar por otra que le guste más”, “te gusta brincar de cama en cama porque eres inmadura, ¿cuándo vas a sentar cabeza?”, “los hombres no tienen la culpa de que te aburras rápido de ellos”, “no te acerques a mi marido, no le vayas a gustar”, “eres una puta, sólo sirves para coger y luego te botan”, “sólo los psicópatas son incapaces de sentir celos”, “algún día te vas a enamorar de verdad y terminarás con el corazón roto”, “los poliamorosos seguro se la pasan contagiando enfermedades e infecciones a medio mundo”, “no puede haber confianza en una relación en la que te coges a otras personas”, “el poliamor no es verdadero amor, es egoísmo”, “¿cómo puedes recibir con abrazos sinceros a alguien que acaba de estar con otra persona?”. 

He escuchado estas y muchas más sentencias cada vez que sale el tema de mi poliamorosa predilección en cualquier plática; no culpo a mis interlocutores, es muy fácil mirar con miedo a alguien que desafía a la creencia de que nada más puedes amar de verdad a una sola persona; si siempre estuviste convencido de que ese es el único camino, no importa cuántas veces hayas puesto el cuerno o te lo hayan puesto a ti. 

Como ya he dicho una y mil veces, el poliamor no es para todos y cada quién elige qué tipo de relación le place; hay gente malintencionada y gente adorable en todas partes.

Así que no, no ando detrás de maridos ajenos. No voy a bajar novios. No me gustan los hombres con pareja, y mucho menos aquellos que se quejan amargamente de ellas para activar a mi mujer salvadora interior. ¿Cómo se sentirían ellos si fueran ellas quienes cuentan esas historias de maridos indiferentes, que duermen en habitaciones separadas, siguen juntos por los niños y ya no cogen desde hace meses? 

Lo bueno es que luego me los encuentro con sus familias y todo parece muy armónico. Recuerda que nadie te puede robar a tu marido, tu marido es quien decide irse con otra. Los adultos tenemos la capacidad de dilucidar riesgos, pros y contras de nuestras acciones.

No. No soy una pervertida sexual que todo el tiempo está cogiendo y carece de una vida funcional. Soy madre, novia, hija, hermana, profesionista, empresaria, ama de casa con una cotidianidad como la de cualquier mujer en sus 40 con corazón de condominio. O de multifamiliar.

No. Tampoco soy un foco de infecciones andante contaminando a incautos a diestra y siniestra. Cuando tienes más de una pareja sexual sabes que es necesario hacerte exámenes y revisarte de manera periódica: la putería no implica falta de responsabilidad. En este ámbito también es mucho más frecuente el uso de preservativos. Hay infinidad de casos de esposas de maridos santos que de pronto contraen enfermedades de origen desconocido y no pueden ser francos porque eso implicaría hablar verdades incómodas. ¿Cómo decirle a tu esposa monógama que tienes clamidia, si se supone que sólo coges con ella?

No. No soy inmoral, deshonesta, amoral, lacra social. La honestidad y el gusto por el sexo no son excluyentes; también soy buena persona, con empatía, inteligencia y amor al prójimo. El sexo no es malo, lo malo es obligar a alguien a hacer algo que no quiera y no respetar un “no” como respuesta. En el poliamor el consenso es la base.

No. No le digo que sí a todo lo que se mueve y me hace una propuesta indecente. Puedo ser muy libidinosa, pero aun así selectiva. Como con los amigos, quieres juntarte con gente que sume, productiva, con metas y alegría por la vida, y no con quienes te hacen menos o creen que pueden faltarte al respeto sólo porque has cogido con muchas personas.

No. No soy una insensible que ve a los demás como meros objetos sexuales. Estoy bien consciente de que somos seres multidimensionales, por eso elijo bien quién se mete entre mis piernas y me pone la lengua en los pezones.

No. No soy inmune a los celos, claro que también los siento. La diferencia es que he aprendido a conocer su origen, a comprenderlos y a gestionarlos. 

No. No tengo muchas relaciones superficiales y ninguna significativa; de hecho, soy amante, amiga y cómplice en la mayoría de los casos: mi naturaleza tiende a la profundidad. 

Y aun así no. No me enamoro de todos los hombres con quienes comparto la vulva. Es mentira que para las mujeres amar a alguien es requisito indispensable para los encuentros sexuales: disfrutamos igual que cualquiera el sexo de una noche; igual podemos coger, levantarnos e irnos.  

No. No soy alguien que se aburre fácil y por eso busco variedad. Mi predilección por la variedad no tiene nada que ver con el aburrimiento, sino con una curiosidad irredenta que me lleva a querer explorar otros cuerpos que también me enseñarán algo distinto de mi propio cuerpo; con cada persona conectas de manera distinta.

Sí. Sí puedo tener relaciones monógamas, las he tenido en más de una ocasión, sólo que me gusta más y me siento más cómoda en el poliamor.

¿Alguna otra pregunta?

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