El desafío del trumpismo negacionista

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Las próximas elecciones intermedias en los Estados Unidos ofrecerán una serie de fenómenos políticos que analizar. La crisis generada por la pandemia y la invasión rusa a Ucrania ha generado el clima perfecto no sólo para una potencial debacle del Partido Demócrata sino para dinamitar la narrativa de democracia impoluta de la que gozan los Estados Unidos. Y no, ninguna es buena noticia.

Por un lado, el Partido Demócrata ha entrado en modo “urgencia” en su desesperación por no perder la ínfima mayoría que tienen en el Congreso y hundir al gobierno Biden/Harris en un periodo de parálisis legislativa (recordemos que el senado está dividido 50-50 –con dos independientes alineados con los Demócratas– y la mayoría en la cámara de representantes es de sólo 3 curules). Ante las condiciones adversas los Demócratas han decidido hacer uso de un recurso de última instancia: el ex presidente Barack Obama hará una gira relámpago por los estados de Georgia, Wisconsin, Nevada y Pensilvania tratando de movilizar a los votantes e intentar sortear la tormenta. Por si quedaba alguna duda, esos cuatro estados son ground zero de la elección del próximo 8 de noviembre.

Por otro lado, y por si faltasen malas noticias, el trumpismo heredado al interior de las filas del Partido Republicano se ha amplificado vía la repetición de la retórica “negacionista” por parte de una buena parte de aspirantes a oficinas públicas y cargos de representación federal. De acuerdo con un análisis presentado por The Washington Post, 53% de 569 candidatos republicanos analizados han desafiado o rehusado a aceptar la legalidad y legitimidad de la victoria de Joe Biden y están de campaña en todas las regiones del país [con excepción de Dakota del Norte y Rhode Island].

Las consecuencias, en caso de que un número importante de estos negacionistas resulten electos en un par de semanas, podrían ser graves para el sistema político estadounidense. No es simplemente un caso de descomposición narrativa de la confiabilidad electoral sino que el acceso a posiciones de poder posibilitaría un ataque a los marcos jurídicos que garantizan cierto acceso libre a las urnas. Esto no es especulación, es una predicción basada en el antecedente de la aprobación –durante el último año– de 33 leyes que dificultan o limitan el acceso universal al voto en 19 estados de la unión americana. Estados como Texas, Florida y Georgia aprobaron leyes exhaustivas que restringen de manera importante el acceso al voto.

De tal manera que las ya próximas elecciones intermedias en los Estados Unidos no sólo pondrán a prueba la resistencia de la institucionalidad electoral sino, también, la capacidad de varias legislaciones estatales de limitar del voto.

Más del autor: La luz al final del túnel. La toma de posesión de Joe Biden y Kamala Harris

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