¿Feminismo selectivo?

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Existe una clase de fuerza, que no es ni masculina ni femenina, que impresiona, que enloquece, que da seguridad. Una capacidad de decir que no, de imponer una visión propia de las cosas, de no ocultarse. Me da lo mismo que el héroe lleve falda y tenga dos tetas como melones o que la tenga como un toro y fume puros.
Virginie Despentes, en Teoría King Kong

Invito a leer el siguiente texto con apertura de criterio. Lo escribo sabiendo que le caeré mal a muchas personas. No me importa: si es urgente acabar con la absurda guerra entre hombres contra mujeres, es igual de urgente terminar con la también absurda guerra entre mujeres contra mujeres.

Ante cualquier asunto de violencia hacia las mujeres, desde sexual, feminicidio, acoso, económica, doméstica, nunca falta quien pregunta, indignado: “¿Y dónde estaban las feministas?”, como si esa cuestión específica fuera más importante que otras.

Por los temas que escribo y la manera en que los abordo me he encontrado con la animadversión de diversos grupos feministas, quienes me cuestionan la manera de compartir mis textos con fotos mías en poses sugerentes, por mi amor a los hombres de mi vida, e incluso por hacer libros de corte únicamente heterosexual. Así que sí, creía que sí había feminismo selectivo, y creí sufrirlo en carne propia.

Pero conforme empecé a conocer más y más del feminismo, sus múltiples causas, libros de activistas de diversas épocas, países, estratos sociales, colores, etcétera, comprendí, con empatía, que las feministas no son el problema, y que cada uno de los distintos feminismos aportan algo distinto: la experiencia individual de aquellas quienes se han atrevido a teorizar acerca de los retos de las mujeres nos ha dado la posibilidad de comprender la realidad de una manera más amplia. Porque sí: ningún caso es la norma; es el conjunto de casos los que amplían panoramas.

El feminismo no es selectivo. Simplemente no todas las personas pueden luchar por las mismas causas. Las mujeres tenemos tantos asuntos qué resolver, que estamos rebasadas. Doble o triple jornada laboral, problemas de pareja, problemas con los hijos, problemas con los padres, problemas con los empleadores, vivir en estado de alerta porque sabes que sales de tu casa en la mañana, no si regresarás por la noche, otras mujeres que también atacan, hombres furiosos porque sienten amenazados sus privilegios. Y muchísimo más.Es simple y obvio preguntarse “¿dónde estaban las feministas cuándo…?”, pero las feministas están en todos lados, luchando como Sísifo con todos los problemas de las mujeres del mundo a las espaldas, mientras las demás mujeres disfrutan de los privilegios de lo luchado por las feministas, muchas veces hasta denostándolas por las “malas maneras”, y los hombres siguen existiendo sin que nadie les exija, como si los problemas de las mujeres no fueran problemas humanos. Es como el SAT, que se va en contra de los contribuyentes cautivos y ni molesta a los informales que jamás se dieron de alta para pagar impuestos.

En todo el mundo crece la violencia hacia las mujeres, no hay feminismo que se dé abasto. En vez de cuestionar a las otras feministas y tacharlas de omisas, hay que cuestionar a todas las demás personas, hombres y mujeres que existen sin causa alguna, como si los problemas del mundo no fueran asunto suyo. Las feministas están luchando.

Con esto no digo que no existan mujeres que trabajen juntas, mujeres que ejercen el feminismo sin declararse feministas, mujeres que ayudan a otras sin agenda política y sólo por el hecho de ayudar sin esperar nada a cambio. Claro que existen.

¿Dónde estaban las feministas? Sobreviviendo, sacando adelante a sus familias, trabajando y luchando por sus activismos. ¿La lucha no es suficiente? Claro que no, y quizás nunca lo sea. Pero por lo menos están haciendo algo. No tiene sentido atacarnos unas a otras por las causas que defienden unas y las causas que defienden las otras; todas son loables, todas aportan.

“El discurso oficial dice que todos y todas estamos contra la violencia de género. En la cultura del simulacro, todo el mundo está en contra del machismo, pero miles de personas pueden gritar puta a una mujer y posicionarse a favor de la violencia de género sin que se les mueva una ceja a quienes tienen la obligación de combatirlo”. Como dice la feminista y escritora Nuria Varela, en su libro Cansadas.

¿Que cometen errores? Naturalmente, como todos los seres humanos. ¿Que hay mucho por criticarles? Por supuesto, el detalle aquí es que son criticables porque actúan, y se sabe que quienes se salvan de la crítica son quienes no mueven ni un dedo por sí mismos.

Ya hay demasiada gente en contra de las feministas, no necesitan más animadversión, a fin de cuentas hacen lo que pueden, con lo que tienen, y con más de la mitad del mundo en contra. Más bien hay que agradecerles por no darse por vencidas.

Ayudar a resolver los problemas de las mujeres no es sólo asunto de las feministas, es asunto de todos.

Más de la autora: La era del cansancio

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