Mejores realidades (corte de caja 2023)

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Puedes escuchar este texto narrado por L’amargeitor dándole click aquí:

Mi última columna del año se había centrado siempre en un pequeño repaso de ese último año. El año pasado no pude hacerlo porque me estaba ahogando. Literal: no sabía cómo seguir respirando. Separarse después de 26 años con una persona resulta que es un evento demoledor, traumático y absolutamente inhabilitante. No lo recomiendo. Nada.

Ahora que empieza a hacer un frío inclemente en mi casa y vuelvo a ponerme mis chamarras y ropas calientitas, encuentro, en absolutamente todas las bolsas, miles de pañuelos desechables que me recuerdan las horas de todos esos meses, que me pasé llorando.

Hoy regreso a hacer ese “pequeño” repaso de este que se va…

Los duelos nos nublan la vista y nos secuestran el alma, y yo empecé el 2023 con dos duelos encima y llegué a enero en muy, pero muy, mal estado. Estuve principal y literalmente echa bolita en mi casa, comí poco, lloré mucho y me dediqué a sentir, y sentí horrible, no les voy a inventar nada.

Los siguientes meses tampoco estuvieron fáciles y hoy, pensando en cómo chingados sobreviví, pienso que fue, principalmente, gracias a estos 4 personajes:

1. La mención honorífica es, sin lugar a duda, para Adina, que de 365 se ha comunicado conmigo no una, varias veces al día, probablemente, 335 días del año (porque se fue un mes de vacaciones y le prohibí que me buscara) siempre acompañando, escuchando, pateando, checando.

 “¿Cómo estás hoy?” era el primer mensaje de cada día y que entraba, puntual, 7:00 AM a mi WA y al que yo respondí varias veces:

“Queriéndome morir”. “Me quiero morir“.

“OK” -me decía- “pero primero párate, ve a hacer ejercicio, báñate, y ya luego, te mueres.”

No sé si sepas Adina, pero me hiciste, literalmente, levantarme. De mi cama. Y de ese pinche agujero horrendo  en el que estuve. Estoy forever en deuda contigo y te quiero y te admiro con todo mi corazón por llevar el concepto de amistad a un nivel, que pocas personas se animan a llevar.  Los amigos son, hands down, el verdadero príncipe azul que nos salva en su corcel cuando la bruja mala nos quiere chupar la vida. Gracias millones a ti mana, y a todos los demás que revolotearon estos meses y me acompañaron. Qué tribu tan absolutamente chingona tengo. Y qué pinche afortunada soy.

2. Por mi terapeuta. ¡Bendito el día en que Regina se cruzó en mi camino en forma de reel de Instagram! me salvaste la vida mana y te estaré por siempre agradecida. Aprender a entender (y atender) mi codependencia y a ver las relaciones tóxicas como una adicción, cambió absolutamente mi perspectiva y mi manera de relacionarme conmigo y (espero) con el mundo en general, para siempre. Tenemos la relación menos ortodoxa del mundo en cuestión de terapeutas y pacientes, pero, de una manera sorprendente funciona y funciona cabrón. Qué afortunada me siento que en medio del momento más oscuro de mi vida hayas llegado tú a ayudarme a prender la luz y ¡además de todo! hoy seamos amigas forever. El mundo sería absolutamente un mejor lugar si todos tuviéramos la suertaza de poder ir regularmente a terapia con gente tan chingona como tú.

3. La Doctora Elisa, se me apareció en un evento al que fui única y exclusivamente porque no podía no ir (y que me comprobó que toooodo tiene una razón de ser y que, a veces, obligarte a ti mismo a hacer cosas, tiene sus recompensas). Yo llevaba meses sin dormir, sintiéndome de la ultra chingada por dentro, por fuera y por todas partes, y me tocó sentarme junto a una señora que tampoco quería estar ahí, porque le choca desvelarse. Como no podíamos estar solas en una mesa e ignorarnos, tuvimos que empezar la conversación y cuando en respuesta a mi pregunta de: “¿Y tú qué haces?” me dijo: “Soy Médico Funcional Especialista en Sueño”, entendí por qué chingados yo tenía que estar ahí ese día. Elisa, además, fue la persona que me hizo saber que gran parte de mis síntomas se llamaban: menopausia (comprobando una vez más que  la vida siempre manda las madrizas en combo) y me ayudó a andar el camino para llegar a las decisiones de qué, cómo, cuándo y cuánto tomar todo lo que era hora de tener que tomar (o dejar de), desde reemplazos hormonales, antidepresivos, chochos para dormir, suplementos y todas aquellas cosas (en su mayoría naturales) que han sido un deal breaker total en mi salud y mi bienestar. Pero la mejor parte de la Doctora no es su sabiduría, sino su compañía… para carcajearse, para decir lo indecible, para netear por horas ¡y definitivamente! para irse de viaje eres, el descubrimiento del año y la persona más simpática del planeta, aunque te parezca palabra de señora, que BTW, sí soy.

4. Por mí.

Si me leen hace mucho ya deben de saber que no soy el tipo de personas que se auto vanagloria de nada, ni se avienta cebollazos, por el contrario y normalmente, soy víctima de mi síndrome del impostor. Prueba fehaciente de mi progreso y mi aprendizaje este 2023 es la capacidad de poderles decir que sí, yo me salvé a mí misma y  me siento absolutamente orgullosa de mí (porque ustedes no están para saberlo, pero, estuvo muy pero muy culero). Tenías razón Laura: “Te agarras, de ti”.

Cuando veo hacia atrás no puedo, de verdad no puedo creer cómo chingados, en medio de la muerte de mi papá y mi familia pasando por ese infernal proceso yo pude seguir avanzando, incluso, a pesar de mí. No tengo idea cómo lo hice, pero puedo decirles que haber tenido ya en operación un proyecto profesional es una de las principales ¡o la principal razón! por la que hoy estoy en otro lugar. No sé de qué me hubiera agarrado de otra forma. Mi red de apoyo no hubiera alcanzado. No puedes siempre depender de los demás. Así que pisé el acelerador y me subí a un tren de trabajo y compromisos como nunca en mi vida y, paralela y afortunadamente, proyectos que estaban empezados, empezaron a dar resultados y “explotaron”.

Después de 3 años de trabajo, publiqué mi primer libro “Las cosas que no nos dijeron (y otras que sí pero no son ciertas)”  (que es lo más cercano a parir otro hijo y la experiencia más emocionante en la historia de las experiencias de un escritor, otro graaaan progreso es decirme, a mí misma: escritora) y lo presenté en la FIL ¡en la FIL OMAIGOD! (¡gracias por todo Penguin Random House México son lo más!) Di más de 20 conferencias en México y USA, publiqué mi 4to audiolibro en Beek (Escucha aquí Pórtate bien), mi (nuestro) podcast La Burra Arisca explotó y es hoy el Top #2 en Sociedad y Cultura en Spotify México; me invitaron a unos 15 podcasts chingones, de personas chingonas, con audiencias chingonas. Mi columna en este prestigiado medio en el que tengo el privilegio de publicar quincenalmente, sigue siendo una de las más leídas. Y varias otras cosas en el camino, que ya no les digo porque van a decir que qué presumida.

Me salvé yo, trabajando. Duro. En mí. En mi proyecto. En esta nueva versión de mi familia. Y en el camino, aprendí un chingo de cosas.

La primera, evidentemente, a creer más en mí. Me comprobé que sí, sí puedo. ¡G.u.a.u! Esa sí no me la esperaba. Hoy ya sé que no importa lo que la vida me mande, voy a poder con lo que me eche. Qué pinche paz da eso, les recomiendo ampliamente intentarlo.

Aprendí a decir sí más seguido. A venderme mejor. A cobrar mejor. A entregar mejor. A empacar mejor. A resolver mejor. A pedir ayuda mejor. A relacionarme mejor. A pensar en lo que sigue y saber que esto de aventarse de precipicios y buscar nuevos caminos es, definitivamente,  the new black en mi vida. Y, a que ir con la mente más abierta, abre infinitamente más puertas.

Entendí la relevancia que tiene aprender a enfocarse únicamente en el siguiente escalón y no en toda la escalera como método principal de sobrevivencia ante lo que sea. En ahorita. En qué puedes o tienes que hacer hoy. Y mañana, te ocupas de mañana.

Enfócate en el presente” –me repite constantemente Reyyyina, cuando la angustia catastrófica galopante amedrenta mis recovecos mentales.

Aprendí a abrirme a experiencias que antes hubiera dicho que no y a poder disfrutar haciendo cosas que nunca hubiera hecho.

Aprendí que mi yo de antes, no es mi yo de ahora. Que te puedes reinventar. Que la desgracia de que todo se destruya, tiene la ventaja de que puedes reconstruir de cero lo que no te gustaba y remodelarte interiormente. “Aprendí que soy infinitamente más fuerte de lo que pensaba y el futuro empieza a verse como un lugar lleno de posibilidades”.

El día que presenté mi libro en la FIL (¡¡¡en la FIL!!!) la última pregunta del público la hizo mi amiga Marina (que, valga el espacio para decir que su generosidad, sabiduría y empatía han sido otro de esos salvavidas indispensables y fundamentales este año, te adoro mana) y fue: “¿Qué te emociona del futuro?”…mi respuesta, creo (porque perdón pero era la FIL y la emoción me tiene medio borrada la memoria) fue algo así como: ¡Todo! Me emocionan infinitamente, las infinitas posibilidades del futuro en blanco. Todo es una opción. Todo puede suceder. Y, sobre todo, puedo hacer lo que se me dé la pinche gana, cuando se me dé la pinche gana … ¡si eso no es un motivo para emocionarse, omaigod!

Comprobé en carne propia que decidir, implica renunciar. Que la única manera de ganar es arriesgar. Que no puedo controlar una chingada.

Que no se pueden tener siempre todas las respuestas. Que en la vida, no todo es blanco o negro, lejos de eso hay tooooda una gama de grises posibles y que, a veces, son los grises los que dan espacio a que las respuestas que no encuentras, lleguen solas.

Que, incluso en medio de las circunstancias más horrendas, puedes elegir hacer lo que sea más generoso, para ti y para los que están a tu alrededor; que no sirve de nada empeorar las cosas. Que nunca de los nuncas ¡jamás! subestimaré a mis hijos, los dos seres más absolutamente espectaculares y mis principales maestros en esta vida.

Aprendí que cilindrearse  es opcional.

Y que, a veces, que salga mal… es definitivamente lo mejor que te puede pasar.

La vida me recuerda que siempre nos puede volver a sorprender y que puede cambiar sin previo aviso de un momento a otro.

Estoy absolutamente sorprendida.

De todo, de todos, de mí, y de ella (la vida) que, otra vez sin previo aviso me está guiñando el ojo, enviándome un rayito de luz, dejándome empezar a sentir calientito el cuerpo después de meses de haber estado congelada y dejándome claro que lo mejor está por venir, si decido simplemente, relajarme un chingo y cooperar.

Uno de los mejores piropos que me han hecho en la vida me lo hizo esa Marina, ese mismo día, definiéndome como una: “artista consagrada en construcción de mejores realidades” y ¿saben qué?  (además de que viniendo de ella es un ENORME cumplido) eso es, exactamente, lo que pienso hacer: seguir construyéndome mejores realidades cada día, un día a la vez; apoyándome en mis personas, pidiendo y aceptando ayuda siempre que la necesite, y creyendo en mí, cada uno de esos días.

¡Felices fiestas everibodi!

Ojalá que ustedes también hagan su corte de caja personal y entren al 2024 sabiendo a qué van a querer jugar.

Otro texto de la autora: Las 10 cosas que he aprendido de los duelos

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