¿Cómo es una mujer libre?

Compartir:

- Advertisement -

¡Qué manera de confundir la gimnasia con la magnesia! Hace unos días se hizo viral una de mis publicaciones en Facebook en la que hablaba de cómo las piernas abiertas no nada más sirven para tener relaciones sexuales, sino que también dan zancadas, suben escalones, nos hacen avanzar en la vida. El texto, claro, está escrito como una metáfora, a fin de cuentas soy escritora de ficción, con inclinaciones a escribir no ficción cuando se trata de esos temas tan necesarios para empezar a ver el sexo y el erotismo como algo normal, parte de la vida, y no como algo escabroso que nos hace sucios e inadecuados para la funcionalidad adulta.

El dichoso texto dice así: “‘Las damas se sientan con las piernas cerradas’, dicen manuales de buenas costumbres. Una mujer con las piernas abiertas es una amenaza para quienes tienen temor del cuerpo, de las sensaciones, de la libertad”. 

“Las piernas abiertas suben escalones, dan zancadas, avanzan deprisa hacia las metas. Las piernas abiertas despiertan el sexo, lo que no quiere decir que por eso lo compartan con cualquiera. Las piernas abiertas multiplican la vida, aminoran el miedo y nos devuelven el equilibrio que durante tantos años nos convencimos de otorgar a cambio de castillos de arena”. 

Las piernas abiertas provocan deseo, permiten la entrada de corrientes de aire, impiden la irrupción de imposiciones absurdas. Sí, una mujer con las piernas abiertas tiene bien colocados los pies en la tierra”. 

“Abre los ojos y observa cómo conquistamos nuestro lugar en el mundo”. 

La publicación, como casi todas mis publicaciones, estaba acompañada de una fotografía de mí sentada con las piernas abiertas, en minifalda y tacones de tiras, muy altos, con las manos entrelazadas frente a la entrepierna; la imagen era sugerente, nada explícita, porque eso es el erotismo: lo que completas con tu imaginación cuando miras, escuchas, saboreas, olfateas o sientes de manera evocadora para despertar las fantasías.

Y vaya que las desperté.

De la foto sólo diré que me pareció gracioso que alguien me reclamara: “¿para qué pones esa foto? ¡Seguro es para llamar la atención!”. Digo, no hay que ser una lumbrera para darse cuenta de que sí, puse la foto para llamar la atención, ¿por qué otra razón alguien subiría sus piernas abiertas junto con un texto provocador? Misión cumplida, las 12 millones 740 mil 671 impresiones de la publicación lo confirman. 

Pero lo interesante estuvo en los comentarios.

Hubo quienes nada más leyeron el primer párrafo y luego me vieron ahí abierta de piernas, quienes sí comprendieron la metáfora, quienes me condenaron al infierno, quienes me intentaron convencer de que soy una mala persona, quienes me calificaron como masculina, quienes aseguraron que el libertinaje va a terminar con la decencia y con la raza humana, quienes me dijeron que no las represento, quienes le echan la culpa a una mujer con las piernas abiertas de todos los males del mundo, etcétera.

También hubo quienes se sintieron identificadas, quienes intentaron ligarme, quienes me dijeron “qué bonita”, quienes me felicitaron por escribir tan lindo, quienes me empezaron a seguir y mucho más. Como todo y como siempre, no hago caso ni al halago absoluto ni a la denostación excesiva, ambos tonos son peligrosos para la autocrítica.

Al margen de la ya conocida poca capacidad de análisis lectora de la mayoría de los participantes en las redes sociales, sí quiero aclarar uno de los puntos más importantes y más malentendidos: ¿Qué es una mujer libre?

Una mujer libre es:

Alguien que toma decisiones y asume con responsabilidad las consecuencias de esas decisiones.

Alguien que no depende del amor de una pareja para saber qué es importante en el mundo.

Alguien que no sufre por amor, que no quiere manipular ni cambiar al otro para ajustarlo a sus deseos.

Alguien que va por la vida con lealtad y fidelidad hacia sí misma y hacia los demás.

Alguien que vive sin culpas ni remordimientos por lo que hizo o dejó de hacer, porque en todos los casos hizo o dejó de hacer con convicción y conocimiento de causa.

Alguien que es capaz de ofrecer disculpas por sus errores sin que eso signifique que se sienta inadecuada por haberlos cometido.

Alguien que goza de su cuerpo, de su intelecto, de su sexo y tiene bien puesta la consciencia de que nadie más vive su vida ni calza en sus zapatos.

Alguien que ama en libertad, a una o más personas, abrazando tanto las virtudes, como los defectos de los demás.

Alguien que vive con tanta seguridad, autoestima y con el ego tan a raya que comparte en vez de rivalizar con otras mujeres.

Por eso seguiré abogando a favor de la libertad emocional, espiritual, sexual, relacional: a juzgar por las respuestas que hicieron viral mi texto de las piernas abiertas, buena falta hace.

Más de la autora: Chismes del poliamor

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.