¿Orgasmos? Sí, por favor

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Supe de la existencia de la palabra “orgasmo” en la adolescencia por chismosear en el diario de mi hermana. Lo primero que hice al cerrar la libreta fiusha con un candadito demasiado fácil de abrir fue ir al diccionario en el librero de la sala. La definición:  m. Culminación del placer sexual. Me quedé igual, a esa edad el placer sexual aún no formaba parte de mi marco de referencia sensorial ni intelectual; sabía que las personas tenían relaciones sexuales, no que existía ese conjunto de sensaciones tan rico, fuera de toda lógica o descripción que le hiciera justicia. 

Mi primer orgasmo involuntario sucedió en la clase de educación física, acostada en el suelo del gimnasio de la escuela mientras hacía cien abdominales. Después tuve muchos en varias situaciones, como en el pupitre mientras la maestra escribía operaciones matemáticas, dormida, en la regadera… 

El primer orgasmo en los dedos de un hombre fue totalmente distinto y, aunque había experimentado los otros, me pareció inverosímil que mi cuerpo fuera capaz de sentir eso, lo que me convirtió, a mis ojos, en una mujer superpoderosa, poseedora de la felicidad auténtica entre las piernas. 

El 8 de agosto se conmemoró el Día Mundial del Orgasmo Femenino y como cualquier pretexto es bueno para hablar de sexo, compartiré contigo algunas de sus particularidades (de los masculinos también, aprovechando el viaje).

Hay tantos tipos de orgasmos como existen personas, por eso creo que el orgasmo es lo inefable, aquello que no puede describir con palabras y el cuerpo comprende con la evolución milenaria de su presencia en la tierra.

Antes se creía que había uno vaginal y otro del clítoris y que el vaginal era superior por estar adentro y sólo ser alcanzado por la penetración del pene o de los dedos. Hoy sabemos que el clítoris comienza adentro, alrededor de la vagina y lo que vemos afuera es el glande, aunque algunas mujeres pueden orgasmearse con estimulación en los pezones, el cuello u otras partes del cuerpo (habrá que ponerse a explorar, ¿te imaginas que puedes alcanzar este clímax con caricias en el ombligo o detrás de las orejas y estás desperdiciando la oportunidad?).

Hay algunas diferencias entre el femenino y el masculino: en el masculino la duración puede ser de entre tres y diez segundos, el femenino puede durar veinte segundos o más. En el masculino se contraen el esfínter anal, la glándula prostática y los músculos del pene; en el femenino el útero, la vagina, los músculos de la pelvis y el ano. En los hombres disminuye la agresividad y en las mujeres se suprime el miedo y la ansiedad. Qué mejor aliviane para los problemas diarios, ¿no?

Del orgasmo masculino sigue un periodo refractario, de reposo, que depende de varios factores como el cansancio, la edad, el estado de ánimo y de salud, y que es necesario para volver a la batalla; en el orgasmo femenino no hay periodo refractario y por eso somos multiorgásmicas, el límite es el deseo, la disposición y, claro, el hábito. Quienes practican el sexo tántrico pueden tener orgasmos múltiples independientemente de si son hombres o mujeres.

Durante años hubo un bombardeo de la idea de que el orgasmo es de quien lo trabaja. Y sí, si te estás masturbando. En una relación entre dos o más personas los orgasmos son un trabajo en equipo; requieren conexión, comunicación, esmero mutuo, empatía, dejar el egoísmo por el propio placer de lado para crear un momento inolvidable para los involucrados.

El orgasmo empieza en el cerebro en forma de fantasías, en una explosión química de dopamina y oxitocina. La parte del cerebro encargada de la razón y el autocontrol se apaga; por eso nos convertimos en puro instinto y nos transporta a nuestra realidad más humana. También por eso a veces en la excitación cometemos algunas imprudencias de las que después podemos arrepentirnos, pero lo cogido nadie nos lo quita.

Con el paso de los años y mis múltiples exploraciones para enriquecer mi marco de referencia sensorial e intelectual del placer sexual, ya no me hizo falta recurrir a diccionario alguno para poder descubrir que ni el orgasmo es la culminación del placer sexual ni hay definición apropiada para atrapar su esencia expansiva en el alma.

¡A celebrar!

*Fuente: The Science of Orgasms, de AsapSCIENCE.

Más de la autora: Asesinatos figurados

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