Tacones en el armario

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Los libros son milagrosos. No sólo para quienes los leemos y amamos explicar la vida a través de ellos, sino para quienes los escribimos: la combinación entre decisiones, golpes de suerte y ánimo de redención a veces culmina con una historia que cambia de rumbo la existencia. Eso me sucedió con mi novela Tacones en el armario. 

La escribí hace 15 años en medio de una de las épocas más tristes y furiosas de mi vida; me pusieron el cuerno estando embarazada y para no trasladarle mis emociones a la bebé que me crecía en el vientre decidí vengarme de la manera más sana y efectiva: confeccioné un cuento en el que la protagonista sí podía perpetrar mi fantasía de desquite. Ese cuento se convirtió en novela, esa novela en best seller, ese best seller en múltiples milagros que han desafiado hasta las normas de la industria editorial mexicana.

Publiqué Tacones en el armario por primera vez en una de las antologías de aniversario de la ahora extinta Amarillo Editores, la editorial independiente que fundé en el 2003-2004 y cerré alrededor del 2019-2020. Era mayo de 2010. En diciembre de ese mismo 2010 convertí el cuento en un libro independiente, después de la enorme cantidad de lectoras encantadas; en 2011, a petición de un productor de cine, lo alargué para transmutarlo en novela para el proyecto para una película que no se hizo; en 2012 estuvo en las listas de los libros más vendidos de Librerías Gandhi; para 2014 ya había vendido unos 12 mil ejemplares. Hoy, en 2024, ya ha vendido más de 25 mil ejemplares y sigue siendo el consentido de mis nuevas lectoras.

¿Por qué aseguro que esa trayectoria es desafiante y milagrosa? El mercado editorial tradicional suele funcionar así (en general, hay algunas peculiaridades según distribuidores y puntos de venta): 

El libro publicado llega a las mesas de novedades de las librerías. Ahí permanece entre uno y tres meses, en promedio (en algunas sólo se queda una semana), después pasa a los estantes. Lo vendido se paga a la editorial (a 30 o 60 días de crédito, en la mayoría de los casos), lo no vendido se devuelve a la editorial. Si el título tuvo buena aceptación y sus números son respetables se reimprime y hacen nuevos pedidos; si no, la editorial lo sigue ofreciendo en ferias, en sus propias tiendas en línea, Amazon, etcétera. 

A los 18 meses, ya que expiró la vigencia de la Ley del precio único, se ofrece con descuento. A los cinco años alcanza la categoría de saldo, se remata en las tiendas propias de las editoriales, en las ferias o se le ofrecen al autor a precio de maquila. El sobrante se destruye. Fin del trayecto.

La historia de Tacones en el armario es extraordinaria porque se trata de un libro independiente, publicado por una escritora independiente, distribuida en su mayoría de manera independiente en ferias de libros, presentaciones y mi propia tienda en línea. Es extraordinaria porque años después de su aparición sigue entrando a imprenta de manera habitual y es el libro que ha convertido en lectores a más de una persona. Sin mecenas, sin publirrelacionista ni publicista, sin departamento de mercadotecnia, sin community manager, sin distribuidor… y con muchos detractores que piensan que todo lo logrado por mí misma es imposible de lograr por casi una sola persona, nada más porque ellos no lo han conseguido. Pero, por más estúpido que suene, las cosas no existen hasta que alguien las hace.

Es extraordinaria porque, a diferencia de un libro publicado entre tantos otros libros por una editorial que lo venderá mientras se venda y cuando ya no lo sustituirá por otro, cuando eres tú quien creyó en él y echó toda la carne al asador para hacerlo posible, no te puedes dar el lujo de darte por vencida, aunque a veces la desesperanza amenace con doblegarme.

Por eso quise contar este camino. En parte porque, al no ser publicada por editoriales y no tener RP, nadie me lo va a preguntar; en parte porque quiero que otras autoras y otros autores conozcan que las travesías son múltiples, que vale la pena luchar por la lealtad a sus textos y defender la libertad creativa sin concesiones.

Así que mis mejores deseos y toda mi gratitud para los miles de lectores que le han dado vida a Tacones en el armario.

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