Según el más reciente reporte de Girls Guiding sobre las actitudes de las niñas y adolescentes, las niñas están más descontentas con su apariencia que nunca antes. Cada vez reciben más comentarios negativos sobre su aspecto, se exponen en redes sociales a estereotipos y estándares de belleza más difíciles de alcanzar o definitivamente imposibles. La sociedad nos bombardea con estándares poco realistas, pero hay que resistir y recordarle a las jóvenes que todos los cuerpos merecen ser celebrados y reconocer nuestra singularidad.
Además, el mismo estudio registró un aumento en la ansiedad de las niñas y las mujeres jóvenes en comparación con las de la década pasada. Por un lado se habla más de salud mental, pero también se les exige más destacar, ser exitosas y felices en todos los aspectos de la vida y todo el tiempo, lo cual las estresa y las hace más conscientes de los desafíos y obstáculos que las rodean.
El 89% de las niñas y mujeres jóvenes de 7 a 21 años se sienten generalmente preocupadas o ansiosas, una gran mayoría siente que no son lo suficientemente buenas en sus estudios o sus relaciones interpersonales. Sus preocupaciones van desde tener buenas calificaciones en la escuela hasta no sentirse seguras, recibir comentarios sexistas y sufrir acoso sexual en línea, en sus escuelas o en sus casas. Espacios donde deberían poder estar a salvo y ser ellas mismas libremente.
Al mismo tiempo hay niñas que enfrentan situaciones de verdadera emergencia: en los países de menos recursos solo el 50% de las niñas terminan la escuela primaria. Las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto son la principal causa de muerte entre niñas de 15 a 19 años en todo el mundo y una de cada siete niñas en los países en desarrollo está casada antes de los 15 años, mientras el 38% está casada antes de los 18 años. El 80% de las personas que son víctimas de trata son niñas y mujeres.
No es de extrañar que la felicidad de las niñas y las mujeres jóvenes haya ido disminuyendo constantemente en una agenda mundial que no las escucha. Las mujeres adolescentes son quizá una de las poblaciones que reciben menos atención en los programas sociales y menos oportunidades para romper con la tradición del trabajo no remunerado y de estar a cargo de los cuidados de sus mayores o hermanos pequeños.
Más de la mitad de las niñas y mujeres jóvenes piensan que les será más difícil conseguir un trabajo cuando terminen su educación. Y muchas no tienen acceso a una educación superior por prejuicios o por falta de recursos.
Estos son solo algunos de los desafíos que enfrentan las niñas y las mujeres jóvenes en todo el mundo. Es importante reconocer su potencial y trabajar para proteger y cumplir sus derechos.
Cuando las niñas reciben educación, acceso a la salud, desarrollan habilidades para la vida y las oportunidades adecuadas, hay un impacto en la reducción de la pobreza y el desarrollo económico y social de sus familias y sus comunidades. Incluso hay estudios que señalan que por cada nivel de escolaridad sus ingresos futuros pueden aumentar entre un 10 y un 20%.
Este 11 de octubre, que conmemoramos el Día Internacional de la Niña, debemos recordar que invertir en la educación, la salud y las oportunidades adecuadas para las niñas y las mujeres jóvenes no solo es un imperativo de derechos humanos, sino también una de las inversiones más inteligentes que cualquier país puede hacer.
Otro título de la autora: Política Exterior Feminista
