Veda electoral

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Descalificar al árbitro es una vieja táctica cuando te preocupa que vas a perder el partido. Donald Trump nos dio el mejor ejemplo de ello: meses antes de una elección en la que iba con desventaja, empezó a condenar y poner en duda al sistema electoral.

Lo dijo tantas veces y de tan distintas formas, que sus seguidores estaban convencidos de que si no ganaba Trump, había sido un robo. Incitó a la rebelión y puso en duda toda la democracia de los Estados Unidos. El resultado lo conocemos.

Al final las instituciones resistieron el embate, pero aún perdura una gran división y suspicacia en la sociedad de ese país. 

En México, la situación empieza volverse similar. Los partidos, en particular Morena, han manifestado muy explícitamente su repudio al Instituto Nacional Electoral. Sus decisiones, como la de bajar ciertas candidaturas por no cumplir con requisitos, les han indignado.

Mario Delgado, el presidente de ese partido, ha sido explícito en acusar al INE de trabajar en su contra y Ricardo Monreal, senador de ese partido, ha asegurado que el Instituto es “anti Morena”.

Pero esto es lo que resulta extraño: en teoría, Morena debería ganar esta elección. Según diversas encuestas no será la avalancha de 2018, pero sin duda será primera fuerza. Quizá no gane todas las gubernaturas, pero le irá bastante bien. Y sí, muchos de sus candidatos y candidatas han caído en las preferencias. En efecto, la oposición ha crecido en muchas plazas y las campañas hacen que cambien algunas tendencias. 

Pero aún así y con todo, Morena está preparándose para atacar una elección en la que bien puede ganar. Monreal mismo ya ha amenazado con que este proceso electoral se resolverá en tribunales, al tiempo que algunos ven señales de un esfuerzo deliberado de sabotear el proceso.

Una de esas señales es la incapacidad del presidente de respetar la veda electoral. Hay ya una treintena de denuncias por su intromisión en el proceso, y hay especialistas que consideran que eso podría invalidar toda la elección.

Vale la pena recordar que la veda es la prohibición explícita de promocionar obras y acciones del gobierno durante la campaña, así como de hacer declaraciones que podrían influir en el voto de las personas. Y también es importante no olvidar que esta prohibición surge después de la controvertida elección de 2006, en que justamente nuestro hoy presidente protestó por la intromisión de Vicente Fox en el proceso.

En efecto, en aquella campaña Fox no dudó en condenar al candidato López Obrador, e hizo llamados a votar por Felipe Calderón. Eso fue considerado, correctamente, un abuso del poder ejecutivo para favorecer a un aspirante, y tuvo sentido crear esta legislación.

Ahora, sin embargo, las reglas que los hoy morenistas impulsaron e incluso exigieron les estorban. Acusan que pedirles que cumplan con sus obligaciones es un acto de represión y limita su libertad de expresión.

Sabemos que tras la elección vendrá una nueva reforma electoral, y habrá que ser muy vigilantes como sociedad en que la próxima legislatura no permita que los intereses de un grupo político se impongan. Eso podría dañar nuestra de por sí frágil democracia y pavimentar el camino a que vuelvan los tiempos de las elecciones de Estado.

Ejercer el voto de forma crítica e inteligente es nuestra obligación. Porque los gobiernos, de todos los colores, nos han demostrado que están pensando más en su supervivencia que en profundizar la convivencia democrática.

Al final, sin embargo, nuestro compromiso no puede ser con uno u otro político. Nuestro compromiso tiene que ser con un futuro mejor para México.

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