Nos hemos acostumbrado a hablar del acoso hacia las mujeres y las jóvenes. Sabemos de los peligros que corren las adolescentes de que les griten, las toquen o hagan comentarios sobre su cuerpo en la calle, pero ¿qué es posible que los chicos sean acosados? La respuesta es sí y aquí te cuento algunos aspectos de este problema.
La experiencia nos demuestra que es más usual de lo que pensamos, pero menos denunciado y también menos hablado.
En principio, cualquier persona, sin importar su edad, orientación sexual o identidad de género puede ser víctima de abuso sexual o de una agresión sexual. Los hombres y jóvenes varones que han sido agredidos o acosados sexualmente pueden tener muchos de los mismos sentimientos y reacciones que otras personas sobrevivientes de agresión sexual, pero también pueden enfrentar algunos desafíos adicionales debido a las actitudes sociales y los estereotipos sobre los hombres y la masculinidad.
Durante la infancia y la adolescencia se normalizan estereotipos de género gracias a la influencia de padres, madres, amigos y compañeros de la misma edad, además de las imágenes que vemos en películas o medios de comunicación que conforman la cultura que nos rodea.
Todo esto va creando condiciones en las que el acoso sexual hacia las niñas es más común e inclusive tolerado de alguna manera. La muy extendida frase “boys will be boys” -los chicos siempre serán chicos- promueve la idea que algunos comportamientos irrespetuosos e incluso violentos son inevitables y están en la naturaleza de ellos.
Entre esos estereotipos está el de que los jóvenes que se están convirtiendo en hombres siempre deben estar dispuestos a tener relaciones sexuales y toda la cobertura mediática y los movimientos sociales en los que se nos exige siempre creer a las víctimas dificulta visibilizar cuando las agresiones vienen de parte de las chicas e incluso de mujeres hacia los jóvenes.
La realidad es que las mujeres también los pueden acosar a ellos. Se han dado casos de chicos que han sido denunciados en redes sociales o tendederos por no querer salir con ellas o por rechazar sus acercamientos. En otras ocasiones es por celos u otras razones, pero los adolescentes no tienen las herramientas para responder asertivamente a este problema.
El acoso sexual masculino se denuncia con menos frecuencia, y muchas víctimas lo sufren en silencio o vergüenza. Muchos jóvenes piensan que si lo nombrara como acoso, se reirían de ellos. Otros tantos ni siquiera lo detectan porque los hace sentir halagados, deseados e importantes y están cumpliendo con el estereotipo de masculinidad, aunque en realidad no quisieran relacionarse con esas mujeres.
Así, es importante asumir que los hombres también pueden ser acosados y debemos romper con la cultura de que “ellos siempre quieren sexo”. Debemos contribuir a que los jóvenes, sobre todo si son menores de edad, entiendan los riesgos de compartir imágenes sexuales que más adelante les podrían atormentar. Además, reiterar que tener sexo con “una mujer mayor” no solo puede ser abuso: es también ilegal.
El estupro es un delito sexual en el que una persona mayor de edad tiene una relación sexual con una persona menor de edad, por medio de la seducción, el engaño o de la superioridad que se tiene sobre ella.
Este delito sexual esta tipificado y regulado a nivel federal en el Artículo 262 del Código Penal Federal y establece penas de tres meses a cuatro años de prisión, para quien tenga relaciones sexuales con alguna persona mayor de quince años y menor de dieciocho, obteniendo su consentimiento por medio del engaño. Si son más jóvenes, es violación.
Al final, así como nos hemos hecho más sensibles a la urgencia de que las mujeres jóvenes denuncien el acoso y sean tomadas en serio, lo mismo debe empezar a pasar con los hombres. Porque si decimos que “solo sí es sí”, ellos también deben tener la certeza de que pueden decir “no”.
Otro material de la autora: Las mujeres del Nobel
