¿Cómo va México en la lucha contra el cambio climático?

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El cambio climático es la amenaza más grave para la vida en la tierra. En 2015, la mayoría de los países firmaron el Acuerdo de París en donde asumieron una serie de compromisos para reducir la temperatura global en 1.5 grados para el 2030.

Al firmar este acuerdo, México se comprometió para que, en 2024, el 35% de toda la energía que produce sería generada a través de fuentes limpias y para 2030 esta cifra llegaría a 43 por ciento.

Sin embargo, en su plan de negocios 2021-2025 la Comisión Federal de Electricidad no considera inversiones en energías renovables.  De hecho, del presupuesto total de la empresa para 2021, el 95.6% se ejerció en gasto corriente, administrativo y deuda y solo 4.4% en inversión física. 

Y de ese bajísimo porcentaje de inversión, se le sigue dando prioridad a las energías fósiles ya que está planeando construir seis centrales de generación de energía de ciclo combinado y dos centrales de turbo gas que en total van a producir poco más de 3 mil mega watts con una inversión de 64 mil 26 millones de pesos. El consumo de este gas, que, por cierto, en su mayoría es importado, contradice el objetivo del gobierno de fortalecer nuestra soberanía energética.

Ahora bien, quizá debido a los señalamientos que ha recibido la CFE por no incluir inversiones en energías limpias en su plan de negocios, en distintos foros ha anunciado una serie de proyectos que estarían orientados a producir energías limpias. En conjunto, estos proyectos van a generar alrededor de 1,300 mega watts adicionales a los ya existentes.  

De acuerdo con especialistas consultados por Cuestione, esta cifra apenas representa el 5.7% de las inversiones que se requieren para que el país esté en condiciones de producir el 43% de su energía a través de fuentes limpias para 2030.

Para cumplir con los compromisos adquiridos a nivel global, especialistas en la materia señalan que México necesita invertir 10 mil millones de dólares para pasar de 14,500 mega watts de energías limpias que produce actualmente a más de 24 mil mega watts.

Las energías eólica y solar son las más viables para lograr este objetivo ya que son las que requieren una inversión menor y el tiempo de construcción es más corto que otro tipo de infraestructura. Algunos críticos señalan que éstas son tecnologías que no generan las 24 horas, pero la realidad es que unas complementan a las otras y el manejo de esa variabilidad ya se maneja exitosamente en muchos países.

Además de las inversiones para la construcción de plantas generadoras de energías limpias se requiere invertir otros 15 mil millones de dólares en infraestructura para la transmisión y distribución de esta energía, ya que, por ejemplo, la central solar que pretenden hacer en Sonora requiere de infraestructura adicional para transmitir y distribuir la energía que se genere y ésta no existe aún, de hecho, al inicio del sexenio se canceló un proyecto mayor para una nueva línea de transmisión justamente en esa zona.

También se canceló, en 2019, la cuarta subasta de energía eléctrica de largo plazo, con la cual la CFE y otros suministradores privados podrían acceder a energía de fuentes renovables generadas por empresas privadas.   De acuerdo con un análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad la CFE difícilmente podrá generar por sí misma energía eléctrica renovable a precios que le permitan competir con el sector privado. Si usted piensa que esto no tiene lógica, efectivamente no la tiene. 

La Reforma Eléctrica propuesta por el Gobierno Federal da marcha atrás a lo que se tenía avanzado en cuanto a infraestructura para energías limpias ya que podría cancelar los contratos ya existentes con el sector privado y en los hechos, está reemplazando las energías limpias con otras fuentes de generación que consumen combustibles fósiles altamente contaminantes.   

Tal como están las cosas, México no solo no va a cumplir con los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París, sino que también estará gastando más para producir la energía que el país requiere y, al ser más costosa, el precio para los consumidores irremediablemente subirá, en otras palabras, tendremos energía más cara y sucia. 

Otro tema de la autora: Participación de las mujeres en el mercado laboral en México

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