“No miren arriba”, película que muestra qué prioridades de la sociedad (y medios) necesitan reformularse

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No miren arriba, la más reciente película de Adam McKay –quien también dirigió La gran apuesta y El vicepresidente– retrata cómo recibiría nuestra sociedad actual la noticia del fin del mundo y hace una crítica aguda de todas las instancias, incluidos los medios de comunicación

La cinta cuenta –en tono de sátira– los obstáculos a los que se enfrentan las personas de ciencia por comunicar el fin del mundo inminente a un gobierno que piensa en las próximas elecciones, a un empresariado que solo piensa en hacer negocio con el desastre y una sociedad adormecida por los temas de actualidad.

A pesar de ser una comedia, su contenido polarizó opiniones. Por un lado están quienes sienten que la película no solo no hace reír sino que juzga e incluso regaña a la sociedad –incluidos los medios– por no tener al mundo como prioridad. Por otro lado, están quienes piensan que es una gran oportunidad para ser autocríticos y mirar hacia adelante.

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Una cinta polémica

Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) es una estudiante de doctorado que descubre que un cometa impactará a la Tierra en seis meses. Su profesor es el Dr. Randall Mindy (Leonardo DiCaprio), quien de inmediato comunica el descubrimiento a la NASA.

Es así como estas dos personas de ciencia entran a la Casa Blanca para explicar la situación a la presidenta de Estados Unidos (Meryl Streep) y elaborar un plan para contener al cometa, sin embargo se encuentran con que hay cosas más importantes. Acuden también a los medios de comunicación y se topan con incredulidad y las situaciones absurdas de la fama.

Hay un momento en el que esta película se desmarca de otras cintas que han tratado el tema de la destrucción inminente del planeta, pero para no revelar más sobre la trama, diremos que a pesar de su tono cómico se vuelve desesperanzadora.

El crítico de cine Alejandro Alemán escribió en Eje Central que el tono de la cinta roza el regaño, “es tu culpa por estar haciendo famosa a gente idiota, es tu culpa por elegir a esos gobernantes. La película requería de más delirio y menos agenda”.

En entrevista con Cuestione, la escritora y crítica de cine Ira Franco nos dijo que las opiniones negativas vienen de una idea vieja de que el cine debe cumplir una función social y ser una brújula que nos explique hacia dónde va el mundo. 

“Creo que eso le estamos pidiendo a esta película, ser esa brújula, pero ya no es lo mismo mundo que hace veinte años cuando solo existía un discurso, como en Armageddon”, donde nadie pone en duda el fin y todos –incluidos los medios–  se unen con un mismo fin. 

Para Franco, el cine ya no nos explica la realidad, sino que nos propone varios discursos, “estamos pidiéndole que sea un cine totalizador, cuando el cine ya no es eso, es simplemente una película de Netflix”.

Sin embargo, la experta nos explicó que se ha polarizado la opinión porque en el fondo, la película sí tiene una postura política y la crítica se queda a medias.

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Duro contra los gobiernos

El escritor especializado en temas del cambio climático Harry Cockburn escribió en The Independent que “hay una ira palpable en muchas de las malas reseñas”, entre otras cosas porque “nos muestra el lío en el que estamos. No nos muestra cómo escapar de este desastre” y a que “no ofrece redención”.

Para Cockburn la cinta retrata que la sociedad está fracasando en encontrar significado y propósito y ha puesto un nuevo foco en “la cicatriz que atraviesa nuestra alma colectiva”.

“Nuestros líderes son abyectos, los sistemas en los que trabajamos son en su mayoría inútiles y dañinos, nuestras poblaciones mal educadas solo quieren respuestas fáciles o mentiras reconfortantes”, escribió Cockburn.

En ese sentido, el escritor Andrés Burgos escribió en El Tiempo de Colombia que la cinta refleja que nuestros gobernantes no conocen el mundo en el que viven y disfrazan de democracia el esquema nepotista que los sostiene.

“Poco importan (a los gobiernos) las capacidades académicas y de ejecución de sus asesores, lo verdaderamente importante es mantener el poder, rodeándose de amigos leales que apoyen a muerte sus idioteces”, escribió Burgos.

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Lo teníamos todo

Hacia el final de la película llega un momento en el que el científico interpretado por Leonardo DiCaprio cambia su actitud afligida y, después de recordar lo sencillo que era prepararse un café todas las mañanas, dice: “lo teníamos todo”.

Para Ira Franco esto logra que sintamos compasión por el personaje de la película pero además por la sociedad, y hace que nos demos cuenta de que en esta realidad todavía tenemos esperanza.

Sin embargo, opina que es ahí donde sale a relucir el discurso estadounidense, pues a pesar de que tiene razón en que todavía se puede salvar al planeta, no le habla a la gran mayoría de la población, “en donde no hay esperanza y realmente no lo tienen todo”.

Un mundo en el que incluso se hace negocios con el desastre, ya que “mientras se descongela el polo norte, hay personas que están especulando con el petróleo y el uranio que ahí podría encontrarse”.

El papel de los medios

Para Ira Franco, aunque la crítica hacia los medios de comunicación es muy limitada –ya que no se mencionan todas sus manifestaciones– sí se muestra que son parte de un sistema que tiene atrapada a la sociedad y que tienen su propia agenda.

Sin embargo, también muestra que “la gente usa los medios para adormecerse. Un poco de pasada y casi sin querer, es ahí donde la película pone el dedo en la llaga. No en los medios, sino en la apatía de la gente”, explicó.

En ese sentido, Harry Cockburn escribió que la película es incómoda para muchas personas porque en efecto echa una mirada a nuestra sociedad y “la juzga más allá de la salvación”.

“Esto es extremadamente incómodo para muchas personas (…) incluyendo a aquellos en los medios de comunicación que se ocupan del entretenimiento ligero”,  además “plantea preguntas sobre la confianza en los medios, los políticos, las corporaciones, la ciencia y aquellos cuyos intereses, en última instancia, se están beneficiando”.

Hacia el final de su crítica, Cockburn reflexiona sobre la oportunidad que tienen los medios de comunicación actualmente, ya que a medida que la crisis climática empeora, impactará más la experiencia humana.

Los cambios del planeta impactarán “desde nuestras interacciones más fundamentales con nuestro planeta, como respirar, comer y beber, hasta nuestras relaciones, el arte, la arquitectura y la filosofía política”, explicó Cockburn.

Por lo tanto, “debemos encontrar una nueva forma de ver lo que estamos haciendo y el mundo del que somos parte, no aparte de él”.

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