¿Qué diferencias hay entre los presupuestos del gobierno de AMLO con los de “sexenios neoliberales”?

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Al hablar de diferencias entre los presupuestos en la administración de Andrés Manuel López Obrador con los del sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018), el periodo de Felipe Calderón (2006-2012) o el mandato de Vicente Fox (2000-2006), tendríamos que “ser objetivos y hablar de cómo cambió la política social”, advirtió Alejandra Macías Sánchez, directora ejecutiva del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, A. C. (CIEP).

“Sí hubo un cambio muy evidente en entregar recursos de manera universal –como se hace actualmente– a hacerlo de manera focalizada”, precisó Macías Sánchez. 

En lo que va de la administración de López Obrador, “la repartición se ha centrado en proyectos insignia: Santa Lucía, Dos Bocas y Tren Maya; y los programas de Bienestar como son la pensiones a adultos mayores, las becas, Sembrando Vida” y ahora a las Fuerzas Armadas, nos dijo Margarita Jasso Belmont, analista en economía y negocios.

Alejandra Macías Sánchez, directora del CIEP, dijo que antes el presupuesto se focalizaba, incluso, “se pedían unas condiciones para que pudiera recibir uno una transferencia, y ahora, no”. ¿Qué tan distintos son? “De que hay un cambio, existe”, resaltó la especialista, sin embargo, “el presupuesto tampoco presenta cambios muy grandes” entre los de AMLO con los anteriores.

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Presupuestos de Calderón y Fox de orden clientelar

Vicente Fox acabó con 70 años del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la Presidencia de la República, esto “abrió la puerta para la negociación política en la aprobación del presupuesto”, puntualizó Fadlala Akabani, secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México.

En su colaboración para Excélsior, Akabani mencionó que con la llegada de Fox se dio paso a las negociaciones para la aprobación del presupuesto. “Desafortunadamente –expuso–, devino en clientelismo y corrupción hacia el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012)”.

Con Fox en la Presidencia, se recurrió al “clientelismo” presupuestal, con un intercambio de recursos a cambio de votos, según La negociación política del presupuesto 1997-2018, documento elaborado por Integralia Consultores. El control de los recursos recayó en el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz.  

“Durante los gobiernos encabezados por el PAN (2000-2012)… se negociaban fondos especiales para beneficio político de gobernadores y líderes políticos en el Congreso, lo cual garantiza los votos para aprobar el presupuesto”, indica el estudio.

Calderón, entre Carstens y Cordero 

Margarita Jasso, analista en economía y negocios, nos comentó que “la principal diferencia con Felipe Calderón -y Andrés Manuel López Obrador- fue que ese gobierno destinó más dinero a proyectos de infraestructura en carreteras, puertos y aeropuertos”. 

Por su parte, Fadlala Akabani detalló que durante el gobierno de Calderón, “los diputados recibían moches”. La “negociación de recursos para estados o sectores se volvió una norma”.

“El PAN compró pax romana (concepto que viene del largo periodo de paz y estabilidad en el Imperio Romano) pero gestó un modelo que con el paso de los años causó la ‘industria de los moches’ y corrupción al interior del Congreso. Para los gobernadores fue una época de oro porque contaban con mayores recursos sin la interferencia del gobierno central”, se señala en el estudio publicado por Integralia Consultores.

Durante la época de Calderón hubo dos etapas marcadas, la primera con Agustín Carstens al frente de la Secretaría de Hacienda. “Su estilo negociador se basaba en ‘abrir la cartera’ y así apaciguar cualquier intento opositor, sobre todo de gobernadores del PRI”. 

De acuerdo con el mismo documento de Integralia Consultores, “el ex secretario habría relajado la cartera para construir mayorías legislativas a costa del erario público”. Para muchos era un “gran negociador” con magnifica “mano izquierda”; sin embargo, el punto negativo fue que “repartió demasiado dinero, se le pasó la mano”. El panorama cambió con la llegada de Ernesto Cordero a Hacienda y la crisis económica mundial de 2009, lo que obligó a “recortar el gasto y la bolsa de recursos sujetos a negociación”.

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Peña Nieto mantiene el esquema clientelar

Bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto se mantuvo ese esquema clientelar, dijo Margarita Jasso, analista en economía y negocios. Ese modelo dio fuerza a la Secretaría de Hacienda –no al Congreso– para la negociación; se finalizó la pasarela de gobernadores y alcaldes para lograr “recursos adicionales” a los otorgados en primera instancia en el presupuesto.

El objetivo estaba encaminado a la obtención de reformas estructurales, en telecomunicaciones, energía y la financiera, explicó la experta.

Con Peña Nieto se otorgaron fondos dentro del Ramo 23 -que se encarga de las provisiones salariales y económicas- por casi $10,000 millones anuales, que se asignaban libremente a los diputados. De esta manera se institucionalizó la llamada “industria de los moches”, destacó en su documento Integralia Consultores.

En el estudio Descifrando la caja negra del gasto de México Evalúa  -del 2005 al 2013– se indica que las ampliaciones netas al presupuesto ascendieron a 262 mil millones de pesos anuales. Con respecto al caso del Ramo 23 se especifica que en este periodo “no se identificó una ley que regule sus funciones ni su manejo”. 

Estos vacíos, indica el análisis de México Evalúa, “permiten que el manejo de los recursos se recarguen más en el criterio de los equipos que los administran y no necesariamente en criterios institucionales que busquen contener los ímpetus políticos a favor de un gasto más eficiente y rentable”.

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