Transfeminicidio, el delito que no existe en las leyes mexicanas pero ha cobrado 145 víctimas

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Reconocer el feminicidio como un crimen específico fue el resultado de una lucha de las mujeres, durante muchos años, que explicaron por qué ese tipo de delito tenía que estar tipificado. Ahora, la discusión tiene que ver con otro tipo de violencia: el transfeminicidio.

Esta es una palabra que no está en ninguna ley en México, a pesar de que desde 2016 han sido asesinadas 145 personas transexuales en nuestro país, de acuerdo con Fundación Arcoíris.

Una de esas víctimas se llamaba Paola Buenrostro. Fue asesinada el 30 de septiembre de 2016, dentro del auto de un cliente que minutos antes la había recogido en la avenida Puente de Alvarado. Cinco años después, esa avenida ya no se llama así, y el crimen que le quitó la vida a Paola sigue sin tener nombre.

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Una lucha contra la corriente y los prejuicios

Kenya Cuevas, activista por los derechos humanos, era amiga de Paola. Su historia ha sido contada en los medios desde 2016, cuando Kenya cerró, con el ataúd de Paola, la avenida Insurgentes, a la altura de Puente de Alvarado (hoy llamada México-Tenochtitlán), protestando contra la liberación del agresor, sólo dos días después del asesinato.

El asesinato de Paola y los agravios que ella y Kenya recibieron por parte de las autoridades, la impulsaron a trabajar para visibilizar y dignificar a la población trans de México, en particular a la que ejerce el trabajo sexual. 

Entre esos agravios, documentados en la recomendación 02/2019 de la Comisión de los Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCDMX), se encuentran que en el Ministerio Público, perteneciente a la ahora Fiscalía General de Justicia de Ciudad de México, los agentes negaran la identidad de ambas mujeres, se referían a Kenya en masculino y en la carpeta de investigación del caso, se refieren a Paola como “occiso”, “sujeto masculino”, “sujeto desconocido con prendas de mujer”, “puta” y “sexoservidor”, entre otras.

Además, de acuerdo con la recomendación de la CDHCDMX, el Ministerio Público se negó a entregar el cuerpo de Paola a Kenya, pues no es familiar directa, a pesar de que le  dijeron que era imposible encontrar a sus familiares, pues no sabían cuál era su nombre oficial.

Pero lo más importante de la recomendación es que se reconoció el asesinato de Paola como transfeminicidio (tres años después de ocurrido) y se ordenó a la Fiscalía de la Ciudad de México disculparse con Kenya, entre otras medidas orientadas a proteger a las víctimas indirectas y actualizar protocolos de atención a población LGBT+.

En el quinto aniversario luctuoso de Paola, el 30 septiembre de 2021, la fiscal Ernestina Godoy ofreció disculpas públicas a Kenya por los agravios cometidos por la Fiscalía y agradeció a Kenya su apoyo capacitando al personal de la Fiscalía para que tomen conciencia de las demandas de la comunidad trans.

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Las disculpas públicas se ofrecieron en el lugar donde Paola fue asesinada. Ese mismo día, el diputado local, Temistócles Villanueva, presentó una iniciativa para tipificar el transfeminicidio en Ciudad de México. 

En medio de aplausos y gritos de “Te amamos, Kenya”, develaron una placa en memoria de Paola Buenrostro, en la cual se lee: “Nuestra mayor venganza será ser felices”.

Violencia contra comunidad trans persiste

Pero sólo cuatro meses después en Ciudad de México se han registrado diversos actos de discriminación contra personas trans y de la comunidad LGBT+: en diciembre de 2021, la diputada María Clemente García Moreno, una de las dos primeras diputadas federales trans en México (la otra es Salma Luevano), fue discriminada en el resturante del Palacio Legislativo de San Lázaro y su reacción, de enojo, fue exhibida en redes sociales.

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En enero, el diputado federal Gabriel Quadri tuiteó que la “ideología trans pretende cosificar a las mujeres y convertirlas en “personas gestantes” o “personas con vagina”. Esperemos que no lo permitan…”, en referencia a una iniciativa para integrar las denominaciones “personas gestantes” y “personas menstruantes” a diversas leyes. 

Dicho mensaje fue calificado como transfóbico y ocurrió mientras en Six Flags le pidieron a una pareja gay no besarse; en Mexicali asesinaron a una pareja de lesbianas que eran madres de tres hijos. En la Ciudad de México la activista trans, trabajadora sexual y asambleísta consultiva en el Consejo para prevenir la Discrimación (Copred), Natalia Lane, fue atacada en un hotel de Tlalpan.

Desde su cuenta de Facebook transmitió en vivo instantes después de ser acuchillada durante la madrugada del 16 de enero. La Dirección General de Diversidad Sexual y de Derechos Humanos, perteneciente a la Secretaría de Bienestar Social del Gobierno de la Ciudad de México, tuiteó que estaban atendiendo a Lane tras sufrir un intento de transfeminicidio.

Sien embargo, el debate público tuvo menos que ver con condenar el intento de asesinato de una persona y más con cuestionar el uso de la palabra “transfeminicidio”, señalando que no está tipificado en ninguna ley.

“Ustedes no quieren vernos”

Le preguntamos a la activista Siobhan Guerrero qué opina sobre esas respuestas. Guerrero es una mujer trans que en 2016 publicó junto a Leah Muñoz un ensayo para definir qué es el transfeminicidio; su texto buscaba entender las causas de ese delito para erradicarlas. 

Guerrero nos dijo que para ella hay tres maneras de responder. En su primera respuesta habló como académica y planteó que es una “laguna hermenéutica” -un problema de interpretación- de las leyes que no esté tipificado el transfeminicidio, es decir, hay un vacío respecto a la realidad que deberá corregirse, pues estas lagunas generan la incapacidad de nombrar e intervenir en una injusticia: “Entonces, de alguna manera, el Estado no la ve. Y esta violencia se perpetúa”.

Su segunda respuesta la dio como mujer trans. “Diría lo mismo, pero con otras palabras: ustedes no quieren vernos. No se dan cuenta de que ustedes no nos ven y cuando nos ven, nos ven de reojo, con asco, con sorna, con burla. Eso de mirarnos de reojo para burlarse y pretender que no existimos, es la razón por la cual no está en la ley”.

En su ensayo ella planteaba que el uso de castigos basados en el tipo penal no es la mejor solución a la violencia de género, sino que se deben desmontar las estructuras sociales que la causan, ya que en su opinión hoy el debate ha cambiado.

Sobre la tipificación, Siobhan Guerrero expuso en entrevista para Cuestione que los tipos penales tienen dos objetivos. El primero es que deben ser un recurso para nombrar la realidad y poder guiar el sentido de una investigación: “La gente se pone a discutir si existimos o no las mujeres trans, pero socialmente aquí estamos. Y lo cierto es que socialmente recibimos un trato distinto”.

En ese sentido, destacó que el transfeminicidio como tipo penal tiene la función de admitir que hay un tratamiento discriminatorio y violento hacia las mujeres trans.

Sobre el segundo objetivo de tipificar el feminicidio, Guerrero señaló que en teoría tiene fines disuasorios, pero en la realidad ningún tipo penal ha demostrado reducir la incidencia de ningún crimen.

Sin embargo, la tipificación manda un mensaje: “Este tipo de crimen lo estamos nombrando distinto porque queremos mandar un mensaje político de que esto es inaceptable y de que reconocemos que hay un tipo de violencia específica y diferente”.

Planteó que la idea del transfeminicidio comparte dos elementos con el feminicidio: “Hay gente que dice que un feminicidio es simplemente un asesinato. Pero la realidad social te está diciendo que las causas y la manera en la que este tipo de violencias ocurren no es exactamente igual que con los homicidios que le ocurren al grueso de la población y que son sobre todo homicidios de varones”. 

La discusión sobre la tipificación del transfeminicidio se está dando en toda América Latina y si bien hay posturas que opinan que tener distintos tipos penales genera situaciones donde no iba a quedar claro cuál era el delito que había ocurrido, sí estableció que no es trivial saber dónde termina un tipo de violencia e inicia otra, consideró. 

El transfeminicidio es un reflejo de la exclusión

En el ensayo Transfeminicidio, Guerrero y Leah Muñoz plantean: “Nos interesa pensar qué es el transfeminicidio, qué lo genera, que lo motiva, cómo abordarlo conceptualmente para comenzar a trazar una serie de líneas de acción que permitan contener la violencia que lo causa”.

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Entre sus causas, apuntan que el transfeminicidio “es la expresión más visible y final de una cadena de violencias estructurales que responden a un sistema cultural, social, político y económico vertebrado por la división binaria excluyente entre los géneros. Este sistema recibe el nombre de cisexismo”, una definición elaborada por Blas Radi y Alejandra Sarda-Chadirama.

El cisexismo es reconocido como una forma de discriminación de genero que se dirige contra las personas trans. De acuerdo con el cisexismo, el género de las personas es binario (hombre/mujer) e inamovible; en ese sistema, las personas trans trastocan por completo esta idea y sus cuerpos se conciben como abyectos o contranatura.

Esa concepción sobre lo trans sería la base para la discriminación a esa población y la generadora de diversas violencias cuya culminación es el transfeminicidio. 

El fracaso de la empatía

Finalmente, en su tercera respuesta a los comentarios que critican el uso de la palabra transfeminicidio ante el ataque a cuchilladas contra una persona trans, Siobhan consideró que desde el punto de vista ético la sociedad invisibiliza esta violencia. 

“Está mostrando la manera en la que han hecho cotidiana e insignificante la violencia homicida, feminicida y transfeminicida. El hecho de que pase esto y su respuesta sea pelear por donde está una coma y no reconocer lo grave que es atentar contra la dignidad de un ser humano y atentar contra su vida; el no reconocer eso es un acto de una indiferencia depravada y de una inmoralidad tremenda, es el fracaso de la empatía”, nos dijo.

¿Cuántos transfeminicidios deben ocurrir antes de que sean tipificados en las leyes mexicanas?

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