La larga historia de violencia detrás del ataque en Moscú del Estado Islámico

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Alrededor de 140 personas muertas y 150 más heridas fue el saldo de un ataque en la sala de conciertos Crocus City Hall, en Moscú, el 23 de marzo de 2024, cuando hombres armados y uniformados con equipo táctico irrumpieron en el lugar y dispararon contra los asistentes a un concierto de la banda de rock Picnic.

A las pocas horas, el Estado Islámico (EI), considerado como un grupo radical terrorista por muchos países, se atribuyó en Telegram el ataque en el que también incendiaron varias zonas del recinto provocando el desplome del techo. Igual de pronta fue la respuesta del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) para detener a 11 personas sospechosas del atentado.

Entre los detenidos están cuatro presuntos terroristas que, según el director del FSB, Alexandr Bórtnikov, participaron personalmente en el ataque. Estas cuatro personas son originarias de Tayikistán y presuntamente miembros del Estado Islámico-Khorana (EI-K), un afiliado regional del autodenominado Estado Islámico.

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Los detenidos fueron llevados ante el tribunal ruso donde se presentaron visiblemente golpeados, lo que levantó las alarmas internacionales por la posibilidad de haber obtenido sus declaraciones bajo tortura, ya que bajo las leyes internacionales, sus confesiones no serían válidas.

El Comité de Investigación de Rusia ha ligado el atentado con Ucrania, al afirmar que los dispositivos técnicos que se les decomisaron a los presuntos atacantes y el análisis de la información sobre transacciones financieras, aportan evidencia de sus vínculos con los nacionalistas ucranianos.

El gobierno ucraniano y también el de Estados Unidos niegan que Ucrania esté involucrada en el ataque de la sala de conciertos en Moscú. Además calificaron de absurda la versión de que los atacantes estaban tratando de cruzar la frontera hacia Ucrania para escapar luego del atentado, ya que es una frontera fuertemente minada, repleta de cientos de miles de soldados rusos.

Además, Adrienne Watson, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, también negó que Ucrania esté involucrada en el atentado y que EI es el único responsable del ataque.

Rusia, entre los enemigos del EI

El Estado Islámico tiene numerosos enemigos alrededor del mundo: Estados Unidos, Rusia, Europa, Israel, los judíos, los cristianos, el Talibán, algunos estados musulmanes. Aunque el ataque en la sala de conciertos en Moscú no ha sido el único ni el más mortal y la historia de hostilidades entre Rusia y el EI iniciaron incluso antes de que el EI se denominara así.

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A mediados de la década de los 90, la República de Rusia intentó recuperar el territorio musulmán de Chechenia a la fuerza resultando en un conflicto sangriento que duró alrededor de dos años antes de que se declarara un alto al fuego solo para que en 1999, Vladimir Putin, como primer ministro de Rusia, lanzara una segunda ofensiva en la que Grozny, la capital de Chechenia, quedó hecha pedazos. En 2002, la ONU la describió como “la ciudad más destrozada del planeta”.

Varios atentados se dieron en territorio ruso en ese entonces, como las cuatro explosiones en bloques de apartamentos en Moscú; Buynaksk, en la República de Daguestán, y Volgodonsk, en el sur de Rusia en 1999 que causaron más de 300 muertos y más de 1,700 personas heridas.

Tres años después, en octubre de 2002, chechenos armados entraron al teatro Dubrovka, en Moscú, y tomaron durante tres días a más de 900 personas y artistas como rehenes para exigir la retirada de las tropas rusas de Chechenia. Al final las fuerzas especiales rusas soltaron un gas para liberar el recinto matando a 40 secuestradores y 130 rehenes.

En 2004, rebeldes chechenos armados al mando de Shamil Basayev entraron a una escuela en la ciudad rusa de Beslán, donde tomaron a más de 1,100 personas como rehenes, entre ellos 777 niños. Nuevamente el motivo era que pedían la retirada de las tropas rusas del territorio checheno y exigían que se reconociera la independencia de su territorio.

La década de 2010 también estuvo marcada por atentados suicidas en Rusia, como el de 2010 en el metro de Moscú que dejó un saldo de 40 personas muertas y alrededor de 100 heridas; y el del aeropuerto de Domodedovo, que dejó 37 muertos y 173 heridos.

Siria, otro motivo

En 2011, durante la llamada “Primavera Árabe”, Siria entró en una guerra civil motivada por las manifestaciones que se habían dado en Túnez y Egipto que pedían diversas reformas en la región que estaba controlada por gobiernos autoritarios.

En 2015, el gobierno de Rusia decidió tomar partido en la guerra civil de Siria a favor del presidente Bashar al Assad, y bombardear un sin número de veces el territorio para combatir posiciones de rebeldes y civiles, matando numerosos combatientes del grupo Estado Islámico y afiliados de Al Qaeda.

Por otro lado, el Estado Islámico en Afganistán, considera a Rusia como un aliado del Talibán -que está entre los enemigos del EI-, razón por la que en 2022 atacaron la embajada rusa en Kabul. En esta lógica, el Estado Islámico responde a la máxima de que los amigos de mis enemigos son mis enemigos.

En algunos de estos capítulos, como el atentado a los bloques de departamentos en Moscú y el reciente ataque en la sala de conciertos Crocus City Hall, Rusia ha sido señalada de orquestar complots internos para justificar sus siguientes pasos en los conflictos bélicos en los que participa, aunque no se ha podido confirmar nada.

Los conflictos armados en los que está o se ha involucrado Rusia aún parecen estar lejos de llegar a su fin o peor aún, parece que están escalando rápida y peligrosamente hacia una guerra de talla mundial.

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