“Más que decir que la conferencia anual de la ONU sobre el clima (COP28) fue un éxito o un fracaso -porque sería un análisis poco acertado para dimensionar la complejidad del problema-, sí diría que hay sectores que quedamos muy decepcionados una vez más de sus resultados”, expresó la especialista en justicia ambiental Maritza Islas.
La también profesora de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM nos dijo que la expectativa previa al inicio de la COP28 era “poco esperanzadora” sobre la posibilidad de un acuerdo que permitiera avanzar en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. “Quienes son los mayores emisores de estos gases también son los principales financiadores de estas conferencias”, criticó.
Y es que efectivamente -como nos resaltó Islas-, esta cumbre climática se realizó del 30 de noviembre al 13 de diciembre de 2023 en Dubai, ciudad de Emiratos Árabes Unidos, nación integrante de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Asimismo, la conferencia fue encabezada por Al Jaber, un sultán y magnate que además es ministro de Industria de su país y director de ADNOC, la empresa nacional de petróleo y gas.
“En esta COP, los países petroleros, particularmente los de la OPEP, estuvieron más presentes, incluso mediáticamente, y fomentaron un negacionismo sobre el cambio climático, como lo hizo el propio Al Jaber”, nos contó la académica al referirse a dichos del sultán -previos a la COP28– sobre que no hay “ciencia” que respalde que para evitar lo peor del calentamiento global se deban eliminar progresivamente los combustibles fósiles.
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¿Qué se acordó en la COP28?
Tras dos semanas de duras negociaciones, la cumbre climática logró por vez primera desde que hace 30 años las naciones comenzaron a reunirse para abordar el calentamiento global, un pacto entre casi 200 países para comenzar a reducir el consumo de combustibles fósiles, y evitar que el planeta supere un aumento de 1.5°C en su temperatura a fines de este siglo.
El acuerdo final hace un llamado a los gobiernos para “abandonar los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa… con el fin de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050, de acuerdo con los conocimientos científicos”. La intención es evitar lo peor del cambio climático y llegar al eventual fin de la era del petróleo, según destacaron medios de comunicación.
El acuerdo fue calificado como “histórico” por los organizadores de la conferencia, así como por los representantes de Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido. En cambio, algunos países pequeños y vulnerables al cambio climático cuestionaron su efectividad, pues el pacto global carece de plazos y compromisos concretos para dejar de quemar combustibles fósiles.
Igualmente, los resolutivos de la cumbre dividieron opiniones entre el ámbito académico, científico y las organizaciones ambientalistas.
“En los acuerdos se alienta a los países a que hagan una transición gradual hacia las energías renovables, y así ir reduciendo el uso de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón). Sería el elemento más importante de esta COP28, pero para ciertos sectores este acuerdo de nueva cuenta resulta insuficiente, pues se termina dejando muy abierto al voluntarismo de los Estados para cumplir o no”, nos explicó al respecto Maritza Islas.
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La también candidata al doctorado en Ciencias de la Sostenibilidad precisó que los gobiernos de países caribeños y de algunas islas del Pacifico señalaron su desacuerdo y preocupación debido a que este pacto “los condena a una próxima desaparición (por el aumento en el nivel del mar) o a eventos climáticos cada vez más extremos (como huracanes de mayor intensidad)”.
Islas abundó que las y los científicos advirtieron que los compromisos de la COP28 son insuficientes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el plazo establecido: “lo que ha venido diciendo la ONU es que las matemáticas del cambio climático son muy claras. Lo más probable es que para 2050 superemos las temperaturas del planeta por encima de los 2°C e incluso lleguemos a 3 o 4°C”.
Con ese escenario, la socióloga nos advirtió que no se cumplirán las metas para el 2050 si se continúa con las tendencias actuales, ya que solo hay un 14% de probabilidades de mantener el aumento de la temperatura media del planeta por debajo de los 1.5°C. “Según la ONU, para volver a la senda de los 2°C las emisiones tendrían que reducirse al menos 28%, y para mantener la temperatura en 1.5°C sería necesario un recorte del 42%”, precisó Islas.
“Si observamos las dinámicas productivas y financieras actuales, en ningún momento hay acciones para reducir las emisiones de carbono. Esto supondría dejar en el subsuelo muchas de las reservas petroleras… de ahí que los principales sectores en resistirse sean el petrolero y automotriz, así como todos los ramos vinculados a la quema de combustibles fósiles”, nos señaló la académica.
Acciones ¡ya!
Maritza Islas, quien ha trabajado con grupos civiles vinculados a temas ambientales, nos explicó que los plazos establecidos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se deben más a negociaciones políticas que a un análisis científico.
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“Ya estamos observando eventos climatológicos sin precedentes, inusuales y sumamente devastadores (el reciente huracán Otis es ejemplo de ello). No es que estos eventos vayan a ocurrir en el 2050, sino que ya los estamos experimentando y por tanto tendríamos que estar tomando acciones desde ahora”, demandó la especialista.
“Hay acciones que debemos llevar a cabo en el corto, mediano, largo y muy largo plazo. Dentro de las acciones de corto plazo, ya deberíamos estar transicionando hacia un modelo energético que no se fundamente en la quema de combustibles fósiles”, indicó Islas.
La experta concluyó que en el caso de México -al ser uno de los países que más va a resentir los efectos del cambio climático– “necesitaríamos preocuparnos bastante” por el financiamiento ante los efectos ambientales, y por los daños derivados de los desastres naturales.
“Debe haber financiamiento, capacitación a comunidades, atención a problemas estructurales como la pobreza, entre otras acciones. México es un país con alto potencial para las energías renovables, que tampoco son una solución por sí mismas, pues hemos visto diversos conflictos socio-ambientales debido a megaproyectos de energías renovables, por ejemplo las hidroeléctricas”, finalizó.
