La libertad y los partidos de derecha ganan espacios entre los desencantados de los partidos ‘progres’

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La Libertad Avanza es el partido que llevó al argentino Javier Milei al triunfo en las urnas el 19 de noviembre de 2023; el Partido por la Libertad (PVV) es el de Geert Wilders que acaba de ganar las elecciones generales en Países Bajos el 22 de noviembre de 2023; el Partido Liberal es al que pertenece el ex presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. 

Estos tres líderes tienen en común el uso de la palabra libertad -o liberal en Brasil- para titular a sus organizaciones políticas y, aunque suena contradictorio, también coinciden en que sus ideologías son conservadoras, derechistas e incluso económicamente radicales. 

Milei se declara liberal libertario y anarquista del mercado. Está a favor de permitir la portación de armas de fuego, de eliminar los subsidios del Estado, de la privatización de los servicios públicos como la educación… pero la libertad topa pared en los derechos sexuales y reproductivos: está en contra del aborto. 

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Wilders se considera progresista en cuestiones sociales porque defiende los derechos de las mujeres y la comunidad LGBT, pero es abiertamente anti islamista y anti migrantes. Basa parte de su discurso en la superioridad de la religión judeocristiana y pretende prohibir el Corán, las escuelas islámicas y las mezquitas. 

A Wilders le han llegado a llamar el Donald Trump neerlandés por sus similitudes con el ex presidente estadounidense y por su lema “Devolvamos Holanda a los holandeses” que se parece mucho a la consigna “Hagamos América grandiosa de nuevo” (Make America great again) que popularizó el ex mandatario republicano, con quien comparte también la oposición a la migración.

Jair Bolsonaro apostó en su administración por una agenda económica liberal y defiende una visión social conservadora enfocada en la familia, se opuso a los derechos de las mujeres, claramente al aborto y a la comunidad LGBT. También fue criticado por su postura durante la pandemia por la COVID-19 al minimizar la utilidad del uso del cubrebocas, estar en contra de las medidas de confinamiento y llamarle “gripita” al virus que acabó con la vida de millones de personas en tres años.

Las personas que mencionamos son solo tres ejemplos de un puñado de líderes de derecha, extrema derecha y ultraderecha que han surgido en el mundo, en países con condiciones abismalmente distintas -como Países Bajos y Argentina- que promueven la libertad para defender posturas restrictivas y conservadoras. ¿Entonces a qué libertad se refieren?

¿Libre, liberal o libertario?

Puede creerse que liberal, libertad y libertario son lo mismo, pues señalan una filosofía que contradijera lo restrictivo, lo opresor, incluso lo conservador. Pero no es así y es fácil confundirse.

Los tres conceptos, aunque tienen elementos en común, difieren en aspectos elementales. La libertad, aunque es compleja de definir, se puede entender como el “poder, radicado en la razón y más inmediatamente en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello”. Ser libre de hacer o no hacer; que una persona pueda decidir.

Es un concepto que también se usa mucho como parte de un anhelo ciudadano inherente a la naturaleza del humano: “el pueblo libre y soberano”, “la Estatua de la Libertad” o el “libre tránsito”. Aunque se supone que nacemos libres, siempre estamos buscando nuestra libertad.

Y cerca de aquí caen los otros dos conceptos que en lugar de referirse al ser libre, se refieren a liberarse ¿de qué? Para efectos prácticos de cualquier sistema que oprime o restringe las libertades individuales. 

En la teoría, el modelo libertario “mantiene los valores liberales clásicos: individualismo, libertad económica y defensa del mercado, como mejor orden para la asignación de recursos y la concepción de Estado policía”, pero son la expresión radical de este modelo. 

El desencanto de los gobiernos “progres”

En realidad ¿de qué se quieren liberar los partidos de derecha? De los de izquierda que limitan el poder adquisitivo, emprendedor, y que impone una agenda, como la de diversidad, nos dijo Arlene Ramirez Uresti, doctora en Relaciones Internacionales y académica de la Universidad Iberoamericana, quien nos explicó que el fortalecimiento de la ultraderecha en el mundo es una respuesta a los “gobiernos mal llamados progresistas”. 

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“Por eso hablan de libertad, por eso tienen una narrativa totalmente opuesta al discurso impuesto por la izquierda en donde ya se masificaron muchas cosas y desde la óptica de la derecha lo ‘normal’ es lo disfuncional”, detalló.

“Cuando pensamos en esta competencia política entre la izquierda y la derecha tenemos que remitirnos a la II Guerra Mundial y a cómo se empezaron a configurar las ideologías políticas desde ese entonces, qué herencias tenemos -buenas o malas– de esa concepción que tenemos de lo que es la derecha, la izquierda y la ultraderecha”, detalló la especialista.

Ramirez Uresti también nos dijo que en Latinoamérica lo que tenemos son expresiones de la derecha tradicional, más o menos conservadoras cada una, pero que en realidad no existe un gobierno de ultraderecha -que sería un gobierno fascista-, aunque así lo ha querido vender la izquierda que tampoco existe de manera pura y radical.

En el contexto actual, el avance de la derecha, centro derecha y ultraderecha se da para contrarrestar el que tuvo la izquierda y sus efectos en las economías alrededor del mundo, nos dijo Ramírez, y busca sustituirla por una derecha basada en el modelo liberal que ha atraído a muchas personas decepcionadas de los gobiernos que no han podido cumplir con las promesas con las que se instalaron en el poder.

Además, mundialmente convergen los asuntos relacionados con la migración irregular, donde las políticas amables con el libre tránsito no están siendo bien recibidas por la ciudadanía, como en Europa y Estados Unidos que culpan de las crisis nacionales a las políticas migratorias, destacó la entrevistada.

La derecha aprovecha estas inconformidades que se han venido agudizando y las vuelve el centro de su discurso político en lo que se conoce como neopopulismo, una tendencia que se fortaleció a partir de la década de los 80 que, contrario al populismo que se asocia con la izquierda, está más inclinado hacia la derecha y las políticas neoliberales. 

Un gran ejemplo de neopopulistas es del ex presidente Trump o el de Alberto Fujimori en Perú quien gobernó de 1990 a 2000 y se encuentra en prisión desde 2019, sentenciado a 25 años de cárcel por los asesinatos cometidos por un grupo de inteligencia llamado Colina -creado por él- en contra de 15 civiles, incluyendo un menor de ocho años; y de nueve estudiantes y un profesor secuestrados y asesinados por el mismo grupo táctico en 1992.

Por lo pronto, el nombramiento de Javier Milei como presidente de Argentina el próximo 10 de diciembre será una reunión de representantes de la derecha contemporánea, ya que el liberal libertario ha invitado a varios personajes alineados con su postura política, entre ellos Santiago Abascal, líder del partido ultra español Vox; el ex presidente brasileño de extrema derecha, Jair Bolsonaro, y el primer ministro húngaro, Víktor Orban.

Milei también invitó al candidato independiente a la presidencia de México, el ultraconservador Eduardo Verástegui y Trump dijo que viajará a Buenos Aires para poder presenciar la toma de protesta del presidente electo, entre otros.

La duda que permanece es si la derecha estará a la altura de su promesa de libertad y que eso se traduzca en verdadero progreso.

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