“El tiempo es ahora”, dijo Manny Pacquiao el pasado 19 de septiembre cuando confirmó que se postulaba como candidato a la presidencia de Filipinas. “Necesitamos que el gobierno sirva a nuestra gente con integridad, compasión y transparencia”.
Luego de señalar que estaba listo “para enfrentar el desafío del liderazgo”, Pacquiao marcó distancia del presidente de su país Rodrigo Duterte y Roa. El llamado Pacman lanzó este “golpe” tras la dolorosa derrota que sufrió ante el cubano Yordenis Ugás en la T-Mobile Arena de Las Vegas, Nevada el pasado 21 de agosto.
Qué puede ofrecer un pugilista a un país con una población de 108 millones de habitantes, que en junio registró una tasa de desempleo del 7.7%, según datos del Departamento de Estadísticas y que mantiene niveles de corrupción altos.
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Una opción en un país de figuras mesiánicas en el poder
Pacquiao es una opción interesante para “una sociedad que ha fincado su cultura política en figuras mesiánicas y tiránicas como el dictador Ferdinand Marcos (1965-1986) y ahora con un talante autoritario como es Rodrigo Duterte (2016-a la fecha)”, nos señaló Felipe Gaytán Alcalá, investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de La Salle.
La ciudadanía, recordó el sociólogo, “desconfía de los políticos y eso ha dado paso al surgimiento de figuras que se presentan como outsiders (forasteros) de la política”. Los filipinos ven en el boxeador, a ese personaje que ha “conquistado reconocimiento y legitimidad gracias a su tenacidad”.
Pacman es un “rockstar” del boxeo mundial, quien de cierta forma encarna “la historia de la Cenicienta”, como señaló en 2012 el conocido promotor de boxeo estadounidense Bob Arum. Es ese personaje que “escapó de su casa luego que su padre se comiera a su perro”, comentó su entrenador Freddie Roach en 2001. Pacquiao posee la esencia del candidato que “salió de la pobreza y mantiene humildad”.
Un boxeador para noquear a Duterte
La incursión de Pacquiao en la política no es nueva. En 2008, como representante del partido de centro-derecha “Kabalikat ng Malayang Pilipino” (KAMPI) alcanzó una diputación. Desde 2016 a la fecha es senador y hasta julio de este año era el líder del partido PDP-Laban.
La salida de Manny Pacquiao del partido gobernante se dio luego de romper con el presidente Rodrigo Duterte, al quien la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y la organización civil Human Rights Watch han criticado por su sangrienta guerra contra las drogas.
De hecho, sobre Duterte hay señalamientos que llevaron a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya a pedir autorización para investigar las supuestas “ejecuciones”, que habría cometido durante su administración. Se habla de entre 12,000 y 30,000 civiles asesinados entre julio de 2016 y marzo de 2019.
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Pacquiao se centró en señalar la falta de “mano dura” de Duterte para enfrentar a Pekín en las disputadas aguas del mar de China Meridional. Y tiempo después acusó al gobernante de secundar la corrupción del sistema de salud durante la pandemia por la COVID-19.
Este enfrentamiento fraccionó al partido gobernante rumbo a las elecciones de 2022. La pelea política de Pacquiao no es sencilla, los sondeos lo ubican por debajo de Duterte, quien anunció que va por la vicepresidencia, y Sara Duterte, la hija del mandatario quien se perfila como la candidata presidencial que buscará extender a su familia en el poder.
¿Noqueará Manny Pacquiao al clan Duterte en Filipinas?
