Nada nuevo en la “nueva política económica” de AMLO

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¿Malinterpretó el índice de Gin?

Si hay algo que anhelan los empresarios es que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, cambie de parecer y anuncie medidas que beneficien a las empresas y a sus trabajadores durante la contingencia sanitaria por el COVID-19 (coronavirus), lo que no ha sucedido, y muy probablemente, nunca suceda.

En las prioridades de López Obrador y su gobierno no está tener un acuerdo con el sector empresarial. Lo anterior quedó claro, otra vez, en su ensayo “La nueva política económica en los tiempos del coronavirus”, pues tener una “tregua en el pago de impuestos, entre otras cosas” no es la forma en la que enfrentarán la crisis, se lee en el texto.

El presidente de México mencionó en su ensayo cinco principios con los que formuló la “nueva” política económica: democracia, justicia, honestidad, austeridad y bienestar. Además, recordó las medidas anunciadas el 22 de abril sobre la ampliación de programas sociales, generación de dos millones de empleos, créditos a personas y empresas familiares, entre otras; es decir, nada nuevo en realidad.

Lo que más llamó la atención del ensayo, y generó cierta polémica en las redes sociales, fue la manera en la que el presidente usó la gráfica del índice de Gini

Antes de seguir, veamos qué es el coeficiente de Gini: se trata de una fórmula desarrollada por el estadístico italiano Corrado Gini en 1912 que sirve para medir la desigualdad salarial en una escala de cero a uno: “0 indica la máxima igualdad de distribución salarial entre habitantes, es decir, que todos tienen los mismos ingresos, y 1, que representa la máxima desigualdad, en la que un solo individuo posee todos los ingresos”, detalla la especialista Andrea Torres Rodríguez de centro de estudios BBVA.

Y solo para puntualizar, “la diferencia entre coeficiente e índice de Gini es que uno representa la información en porcentajes y otro lo hace en decimales”, mencionó Torres Rodríguez.

Regresando al ensayo de AMLO… el presidente puntualizó –con la gráfica del índice de Gini– que en el sexenio del ex presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) “fue en el que más se incrementó la desigualdad en la historia moderna de México”. Pero, la gráfica muestra el pico más alto en 1996 (0.548), cuando ya gobernaba Ernesto Zedillo, aunque sí, no muy distinto de los índices reportados en el sexenio anterior, entre 0.537 y 0.543, de acuerdo al Banco Mundial.

Sin embargo, “la controversia es que si durante el texto se habla de que la desigualdad ha aumentado, y pones una imagen que parece indicar que los últimos años ha mejorado, indica que es un tema que se les pasó”, declaró Diego Castañeda, consultor e historiador económico, en entrevista con Cuestione.

El economista Isaac Katz, tuiteó al respecto:

Isaac Katz@econoclasta

AMLO presenta esta gráfica para argumentar que en el periodo neoliberal la desigualdad aumentó. Sin embargo, si el Índice de Gini disminuye, como se aprecia, la desigualdad es menor.
Me imagino que alguien en Hacienda se lo habrá explicado, pero quizás no.

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El dato más reciente de desigualdad salarial en México es de 2018 (0.454) y, aunque es ligeramente mejor al reportado en sexenios anteriores, “la desigualdad ha sido estable en el tiempo durante más de 100 años. Sí ha tenido algunas variaciones, pero fluctúa en los mismos niveles”, aseveró Diego Castañeda

El historiador económico señaló que es importante saber que todas las cifras sobre desigualdad salarial que se conocen “en realidad son subestimaciones, porque se obtienen a través de encuestas del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) en las que no aparecen los ingresos reales de quienes más tienen, se clasifican como nivel máximo”. 

“Hay quienes han tratado de corregirlo; por ejemplo con datos del SAT, el índice en México sube a aproximadamente 60 (o 0.6)”, mencionó Castañeda, quien afirma que con los cálculos de ajuste “el índice realmente fluctúa entre 60 y 80”, es decir entre 0.6 y 0.8.

Nuestro país se encuentra en el segundo peor lugar de desigualdad salarial entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tan sólo después de Chile.

¿Es posible eliminar la desigualdad?

“100 por ciento iguales es imposible, porque no todas las personas tenemos las mismas capacidades; siempre habrá algo. Lo que es factible es una sociedad donde la desigualdad no sea el determinante absoluto de cómo va a ser tu vida. Que tu origen, no sea destino. Es decir, que no porque naciste con menos ingresos, no tengas derechos a la salud o a la educación”, apuntó Diego Castañeda.

El historiador ejemplifica lo anterior afirmando que, “si alguien vive en una comunidad indígena, en la sierra y es mujer, puede tener una oportunidad, de 100, de llegar a universidad contra una posibilidad de 100 de que le vaya mal a un hombre blanco, de clase media”.

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La aspiración debería ser tener un nivel de desigualdad como en Finlandia, Dinamarca o Suecia donde su índice de Gini oscila entre 27.4 y 28.8 (0.274 y 0.288), señaló Castañeda.

El problema, actualmente, es que las medidas de confinamiento han agravado la economía del país por lo que Castañeda recomendó “salvar la mayor cantidad de empleos que se pueda, si no la economía va a crecer (todavía) menos y muchas personas se pueden volver informales. Además, si se pierden empresas y empleos hay peligro de que la gente caiga en pobreza

Otra cosa que dejó claro el ensayo del presidente fue que su prioridad seguirán siendo los más necesitados: “creemos que si destinamos recursos a los menos favorecidos habremos de lograr una más rápida reactivación de la economía para salir de la crisis”. 

Castañeda lo considera posible, “pero si no generas empleos ninguna política social funcionará. La mejor política social (en diferentes épocas y países) no han sido los programas sociales; la mejor política social es el empleo; el tener un trabajo bien remunerado es lo que combate la pobreza”.

“Si muchas personas pierden su trabajo, se endeudaran para sobrevivir a la crisis y pasando la contingencia, se concentrarán en pagar su deuda, no consumirán. Y las empresas que acaben endeudadas tendrán la misma prioridad, pagar la deuda, no tener más inversiones”, concluyó Diego Castañeda.

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