Los uniformes sexistas en las Olimpiadas: desde el bádminton hasta el atletismo

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Existe una historia detrás de la polémica de los uniformes que diseñó Nike para el equipo de mujeres atletas que competirán en los Juegos Olímpicos París 2024, del 26 de julio al 11 de agosto. Y esta no sería la primera vez que sucede algo parecido dentro del mundo del deporte femenino.

En esta ocasión, lo que señalaban quienes critican la vestimenta es que el equipamiento para las atletas tiene un corte demasiado alto de las bragas que responde poco a la funcionalidad que requieren las mujeres para desempeñarse con eficacia, pues deja desprotegida el área del pubis.

Por otro lado, también se critica la comparación con la misma versión del uniforme de Nike para los atletas masculinos, que sin duda, resultan mucho menos reveladores, ya que se trata de pantalones cortos ajustados a unos 10 centímetros por encima de la rodilla y una playera sin mangas.

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“Lo siento, pero muéstrame un equipo de la WNBA (Women’s National Basketball Association) o la NWSL (National Women’s Soccer League) que apoyaría con entusiasmo este uniforme. Esto es para pista y campo olímpico. Los atletas profesionales deberían poder competir sin dedicar espacio cerebral a la vigilancia constante del pubis o a la gimnasia mental de tener cada parte vulnerable de su cuerpo en exhibición”, acusó la ex corredora profesional estadounidense Lauren Fleshman en sus redes sociales.

Agregó que “las equipaciones femeninas deben estar al servicio del rendimiento, mental y físicamente. Si este atuendo fuera realmente beneficioso para el rendimiento físico, los hombres lo usarían. Este no es un kit deportivo de élite para atletismo”.

Lo que señala Fleshman, es uno de los puntos más debatidos en esta discusión que, repetimos, no es nueva: si el uniforme que les están imponiendo a las mujeres atletas respondiera a la funcionalidad, los hombres también lo usarían.

Balonmano y Voleibol de playa

En 2021, el equipo de Noruega de Balonmano de playa fue multado con $1,500 euros (hoy serían más de $27,000 pesos) por la Federación Europea de Balonmano (EHF) por jugar contra España en el Campeonato de Europa con unas mallas cortas en lugar de la braga del bikini reglamentario que tenía que tener un máximo de 10 centímetros en los laterales, la altura de la cadera.

Las atletas cambiaron la parte inferior de su uniforme a sabiendas de que la EHF podría multarlas e incluso enfrentarse a una descalificación por portar “indumentaria inadecuada”, sin embargo, las deportistas siguieron con su plan, pues anteriormente habían solicitado utilizar mallas cortas para las contiendas, pero les fue negado. 

En el voleibol de playa vimos una situación similar, cuando en los Juegos Olímpicos de Sídney, en el 2000, la Federación Internacional de Voleibol impuso como obligatorio que las jugadoras utilizaran un bikini ajustado, que en la parte inferior tuviera un corte ascendente y que no rebasara los 6 centímetros de cada lado de la cadera.

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Así fue por 12 años, hasta que en los Juegos Olímpicos de Londres se les dio la oportunidad de decidir entre algunas opciones de indumentaria inferior, no solo las bragas como era obligado.

En 2011, la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) propuso “recortar” los uniformes de los equipos femeniles de la Euroliga para hacerlos más “atractivos”. La medida decía que los shorts y las camisetas tenían que ser más estrechos, “siguiendo las curvas/contorno del cuerpo”; que la camiseta deje ver los hombros y que los pantaloncillos fueran más pegados a la piel y más cortos.

Lo anterior causó indignación y el Consejo de las Mujeres del Municipio de Madrid, España llamó a la Federación a no imponer uniformes sexistas a las mujeres.

En ese entonces el secretario general de la FIBA, Patrick Baumann, dijo -para defender la propuesta del cambio de uniformes y apelando a la intención de impulsar al deporte femenil-, que “no estamos hablando de vestir como en el volei playa, hablamos de mantener la comodidad pero haciéndola más femenina. Son grandes atletas, pero también bellas atletas, por lo que no hay motivo para no mostrarlo“.

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También en 2012 la Federación Mundial de Bádminton implementó un nuevo reglamento en el que imponía que las jugadoras del circuito internacional debían llevar falda o vestido, el argumento fue el mismo: para hacer más atractivo el deporte. Ante las críticas se tuvieron que echar para atrás de esta decisión.

El deporte es otro de los ámbitos en el que las mujeres han tenido que ir conquistando pequeñas batallas para lograr mayor visibilización, reconocimiento y derechos, pero sigue teniendo obstáculos que impiden una participación equitativa.

Lejos de ser frívolo, el reclamo de poder participar con vestimenta diseñada para el rendimiento de las mujeres, como se hace con los hombres, denuncia una realidad que, aunque es cada vez más obsoleta, sigue permeando en quienes lideran los grandes organismos deportivos: las mujeres, incluso las deportistas más sobresalientes, tienen que ser entretenimiento. 

Afortunadamente cada día hay menos cabida para esa idea. 

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