El gobierno de Andrés Manuel López Obrador presumió en mayo de este año, que desde que inició su sexenio, la estrategia contra el robo de combustible, ha generado un ahorro de hasta 84 mil millones de pesos. Sin embargo, el número de tomas clandestinas con derrames de hidrocarburos va en aumento.
En el primer año del sexenio de López Obrador, Petróleos Mexicanos (Pemex) registró 3,274 tomas clandestinas con derrames de hidrocarburos, es decir, 13% más que en 2018 –cuando hubo 2,908– y 4,500% más que en 2015, cuando sólo se registraron 71, de acuerdo con información proporcionada por la empresa vía transparencia.
*Las tomas clandestinas no herméticas son aquellas en las cuales ocurren derrames de hidrocarburos
Pemex reconoce un aumento de 20% en las fugas y derrames de hidrocarburos (sin contar las tomas clandestinas) registrados en las plantas y ductos Pemex Logística y Pemex Exploración y Producción (PEP). Además de eso, registró un aumento de 25% de sitios que contaminó, de acuerdo con su Informe Anual 2019.
Estos derrames podrían evitarse, si Pemex tuviera suficiente inversión en mantenimiento de los ductos que tiene, pues al no hacer las reparaciones a tiempo, los materiales comienzan a hacerse corrosivos, nos explica Gonzalo Monroy, analista energético y director de la consultora especializada GMEC.
En el país hay unos 11,000 kilómetros en ductos y varios de estos tramos tienen hasta 90 años de antigüedad, “pues se instalaron incluso antes de la creación de Pemex”, nos explica Monroy.
Pemex necesita métodos más sofisticados para dar mantenimiento a sus ductos. De no hacerlo, los derrames y las pérdidas continuarán, además de que no ha logrado controlar el delito de robo de hidrocarburos, nos dice Gonzalo Monroy.
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Pemex no quiere limpiar los derrames por huachicol
Por estos derrames, Pemex ha contaminado más de 4,500 sitios en el país, mismos que se ha negado a limpiar desde 2016, de acuerdo con el último reporte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).
El problema es que Pemex ha decidido no limpiarlos ni remediar los daños causados, pues alega que estos derrames han sido producto de robos en sus tomas. A pesar de que la ASF lo señaló como responsable de la remediación de manera inmediata, primero para minimizar o limitar la dispersión de hidrocarburos, y después para limpiar los suelos y subsuelos contaminados, de acuerdo con el informe.
“El ADN de Pemex está operando sin ningún tipo de cuidado ambiental. No le interesa corregir el daño que tiene con sus fallas mecánicas y de mantenimiento, pues invierte menos 4% de su presupuesto en la remediación ambiental, insuficiente para la reparación”, dice Monroy.
Estos derrames de hidrocarburos pueden traer consecuencias irreparables al medioambiente. Por un lado, afectan la flora, fauna y microorganismos del suelo, su fertilidad, el crecimiento de las plantas, así como la existencia y sobrevivencia de los animales que se alimentan de ellas, de acuerdo con las investigadoras Judith Cavazos y Beatríz Perez Armendáriz, del Centro Interdisciplinario de Posgrados de la Universidad Autónoma de Puebla.
Y si afecta al medio ambiente, repercute en las personas, pues daña a “la salud, la economía y las formas de vida de las poblaciones, debido a que estos compuestos son tóxicos para los humanos (carcinogénicos) y para los animales”, apuntan.
“Técnicamente, un derrame afecta en buena medida el pH del suelo y sus propiedades naturales, mismas que tardan decenas de años en recuperarse”, de acuerdo con Simone Lucatello, investigador del Instituro Mora, un centro especializado del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
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El reto para Pemex
Desde el inicio de su sexenio, López Obrador prometió incrementar la producción de Pemex hasta en 44%. El problema es que para lograrlo necesitaría invertir más en la infraestructura, nos dice Monroy.
Si Pemex, quiere convertirse en “la palanca del desarrollo nacional”, como ha dicho el presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene que pagar su deuda ambiental y mejorar sus inversiones.
