La crisis climática afecta aceleradamente el acceso al agua

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El calentamiento climático está alterando el comportamiento de los ciclos de agua y reduciendo su disponibilidad. 

Las consecuencias de esta crisis son globales, pero los primeros efectos los veremos con la escasez de agua en nuestras ciudades, nos explicó Carlos Samayoa, coordinador de Ciudades sustentables de la organización ambientalista Greenpeace México

El aumento de temperatura a nivel mundial está ocasionando una disminución paulatina de lluvias cada año. Los estudios científicos indican que en los siguientes años habrá una reducción de precipitaciones en las ciudades que puede llegar a ser de entre 50% y hasta 75% de menos lluvia. 

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En consecuencia, la disponibilidad del agua en las ciudades se reducirá entre 13% y 17%, debido al cambio climático, nos expuso en entrevista Carlos Samayoa.

Explicó que si la temperatura sigue en aumento, también incrementarán la intensidad y la frecuencia de eventos meteorológicos extremos en los próximos años, que incluye sequías prolongadas, como la que actualmente se vive en los estados del norte de México. 

Igualmente, habrá más inundaciones, como sucede frecuentemente en la cuenca del valle de México, que pueden ser fatales como la de septiembre del 2021 en Tula, Hidalgo. 

Estos eventos sucederán sin ninguna posibilidad de previsión, alertó Samayoa, “hoy puede haber una sequía prolongada y dentro de un mes puede haber una inundación de dimensiones jamás esperadas”. 

Pero los desastres no solo ocurren porque no llueva o llueva mucho, como efecto del calentamiento global, sino porque los gobiernos no tienen una gestión adecuada del agua, apuntó el especialista.

Reto global

Greenpeace indica que por cada grado de calentamiento global, aproximadamente un 7% de la población mundial estará expuesta a una disminución de al menos 20% del agua renovable, según datos del Informe de políticas de ONU-AGUA sobre el Cambio Climático y el Agua de la organización Un Water

Así, el creciente número de desastres relacionados con el clima es un reto cada vez mayor para las instancias y organismos locales e internacionales de atención y gestión de desastres. 

Durante 2020, se produjeron fuertes aumentos de inundaciones y tormentas en comparación con la media anual de los últimos 20 años a nivel global. 

Más del 90% de los 389 desastres registrados en ese año estuvieron relacionados con el clima, según el informe 2020: el año de los desastres no relacionados con COVID, de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres.

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Papel del gobierno mexicano

De acuerdo con la doctora Leticia Merino Pérez, titular de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad de la UNAM, América Latina registra el deterioro más acelerado producido por la crisis climática.

Y México está entre los países con mayor vulnerabilidad al cambió climático a nivel mundial, por tener una gran extensión de tierras en zonas costeras, grandes centros poblacionales y gran actividad comercial y turística que pueden generar fuertes afectaciones, nos expuso el investigador de Greenpeace.

Desde 2005, una amplia región del centro y norte de México presentaba condiciones de disponibilidad de agua muy baja. Y en la cuenca del valle de México era extremadamente baja

Greenpeace destaca que se prevé que para el año 2030, varias regiones de gran extensión tendrán una disponibilidad del agua “extremadamente baja”, entre ellas la cuenca del Río Bravo. Debido al crecimiento y a la concentración poblacional en zonas urbanas y al desarrollo económico regional.

“Esto nos coloca en una situación de alerta y de la necesidad de incrementar medidas de mitigación y de adaptación al cambio climático. Pero desafortunadamente México aún no está al nivel de implementación de estas medidas que debería tener”, señaló Carlos Samayoa.

Por ejemplo, el sistema Cutzamala permite llevar casi 40% del abastecimiento de agua al Valle de México, pero implica dejar en desabasto a otras poblaciones en zonas con menos poder político y más pequeñas. Y no está resolviendo la raíz del problema: lograr el abastecimiento a nivel local, indicó. 

“Además del altísimo costo energético que implica trasladar agua a una distancia de más de 100 km y a más de 2,000 metros de altura. El sistema Cutzamala consume diariamente la misma cantidad de energía que consume, aproximadamente, la ciudad de Puebla”. 

Este sistema no es una opción sustentable, debido a su generación de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, nos explicó.

La sobreexplotación y el reuso del agua

El agua de los acuíferos subterráneos está disminuyendo, porque las zonas de recarga del agua se van reduciendo ante la expansión urbana no controlada y por la sobreexplotación

El crecimiento de la mancha urbana está ocasionado por asentamientos irregulares y por el auge de las corporaciones inmobiliarias, nos dijo el integrante de Greenpeace México.

Crecimiento urbano que muchas veces está favorecido por un régimen de corrupción y que también tiene su lugar en los estragos que el cambio climático está ocasionando para la disponibilidad del agua”.

Otro problema a resolver es cómo tratar las aguas residuales. La Ciudad de México trata únicamente el 15% de estas aguas, lo que implica un problema mayor para poblaciones aledañas, como el desbordamiento que sufrió la población en Tula el año pasado, explicó.

Para Carlos Samayoa haría falta que el gobierno federal desarrolle un plan para tratar al menos un 50% de las aguas residuales. Un programa que siente las bases para que las siguientes administraciones alcancen niveles más altos del reuso del agua.

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Industrias y acceso desigual  

En la crisis del acceso al agua hay otro factor: el industrial. Carlos Samayoa nos expuso que pocas empresas están siendo beneficiadas -principalmente del sector bebidas– gracias a la Ley de Aguas Nacionales, vigente desde 2004, que les dio concesiones que les permite consumir agua de manera exacerbada

Esto causa grandes desventajas, pues hay zonas donde la población no tiene acceso al agua, pero las empresas explotan este recurso de forma desmedida y además obtienen enormes beneficios económicos. 

Además, la industria minera es un agente fuerte de contaminación de tierras y aguas. Lo cual ha generado protestas y movilizaciones sociales. 

Por otro lado, poblaciones del sureste del país siguen padeciendo la falta de acceso al agua de manera regular no porque no exista el recurso, sino porque no se tienen los recursos públicos suficientes para invertir en el mejoramiento de infraestructura. Por todo esto urge un esquema de redistribución del agua más justa, explicó Samayoa. 

Desde hace 10 años, organizaciones ciudadanas han impulsado una nueva Ley General de Aguas para que en todo el país se priorice el derecho humano del acceso al agua potable para las personas y no para los usos industriales. Pero la ley sigue parada en el Congreso.

Finalmente, Samayoa recordó que México es uno de los países más peligrosos para dedicarse a ser defensor ambiental: “Hemos hecho un llamado serio a los gobiernos por no intervenir lo suficiente para proteger la seguridad y los derechos ambientales de las personas que están en las primeras filas de la devastación ambiental”.

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